II Crónicas  24, 4-14

Algún tiempo después, Joás decidió restaurar el Templo º del Señor. Reunió a sacerdotes y levitas y les dijo: — Recorran las ciudades de Judá y recauden dinero de todo Israel para reparar todos los años el Templo de su Dios. Y dense prisa. Pero los levitas no se dieron prisa. º Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo: º — ¿Por qué no te has preocupado de que los levitas cobrasen a Judá y a Jerusalén el tributo impuesto por Moisés º, el siervo del Señor, y la asamblea de Israel con destino a la Tienda del testimonio? Porque la perversa Atalía y sus secuaces han destrozado el Templo de Dios y han dedicado a los baales todos los objetos consagrados del Templo. Y el rey mandó hacer un cofre para colocarlo en la puerta del Templo, por fuera; pregonando por Judá y Jerusalén que trajesen al Señor el tributo impuesto por Moisés, el siervo del Señor, a Israel en el desierto. Todos los jefes y el pueblo traían contentos el dinero y lo echaban en el cofre, hasta que se llenaba. Y cada vez que los levitas llevaban el cofre a la inspección real, si veían que había mucho dinero, venían el secretario real y el inspector del sumo sacerdote, vaciaban el cofre y lo colocaban de nuevo en su sitio. Repitiendo periódicamente la misma operación, recaudaban mucho dinero. Luego el rey y Joyadá lo entregaban a los maestros de obras al servicio del Templo del Señor, y estos contrataban canteros, carpinteros y artesanos herreros y broncistas para reparar el Templo del Señor. Los obreros trabajaron de firme e hicieron progresar las obras de restauración de tal manera, que restituyeron el Templo a su aspecto y solidez antiguos. Cuando terminaron º devolvieron el resto del dinero al rey y a Joyadá, quienes mandaron hacer con él utensilios para el Templo: utensilios para el culto y los holocaustos, vasos y otros objetos de oro y plata. Y mientras vivió Joyadá se ofrecieron continuamente holocaustos en el Templo del Señor.
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