Esdras  1, 2-11

“Esto es lo que decreta Ciro *, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha comisionado * para que le construya un Templo * en Jerusalén, capital de Judá º. º Cualquiera de ustedes que pertenezca a ese pueblo puede regresar a Jerusalén, capital de Judá, y reedificar, con la protección divina, el Templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y que a los supervivientes de ese pueblo, residan donde residan, la gente del lugar los ayude con plata, oro, bienes, ganado y otras ofrendas voluntarias para el Templo de Dios, que está en Jerusalén”. Entonces, los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes, los levitas y todos aquellos a quienes el Señor se lo inspiró, decidieron regresar a Jerusalén y reconstruir allí el Templo del Señor. º Todos sus vecinos les echaron una mano proporcionándoles objetos de plata y de oro, así como otros bienes, ganado y valiosos presentes, además de todas las ofrendas voluntarias. º El rey Ciro devolvió los objetos del Templo del Señor, que Nabucodonosor había expoliado de Jerusalén y colocado en el templo de sus dioses. º Los devolvió Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates que los contó ante Sesbasar º, príncipe de Judá. La suma era la siguiente: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, treinta tazas de oro, cuatrocientas diez tazas de plata y un millar de utensilios varios. Todos estos objetos de oro y plata —cinco mil cuatrocientos en total º se los llevó Sesbasar a Jerusalén cuando regresaron los desterrados desde Babilonia.
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