Nehemías 1, 5-11

Y dije: — Por favor, Señor, Dios de los cielos, Dios grande y terrible que eres fiel a la alianza y misericordioso para con los que te aman y guardan tus mandamientos: º mantén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración que este tu siervo te dirige hoy, día y noche, a favor de los israelitas, tus servidores. Confieso los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti: tanto yo como la familia de mi padre hemos pecado º y te hemos ofendido gravemente no observando los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a tu siervo Moisés. Recuerda, por favor, lo que prometiste a tu siervo Moisés diciendo: “Si pecan, los dispersaré entre los pueblos; pero si se arrepienten, guardan mis mandamientos y los llevan a la práctica, aunque se encuentren dispersos en el último rincón del mundo º, de allí los juntaré y los traeré hasta el lugar que escogí para que en él more mi nombre”. Ellos, tus siervos y tu pueblo, son los que redimiste con tu gran poder y mano poderosa. º Escucha, Señor, la oración de tu siervo y la plegaria de tus servidores que sólo desean honrar tu nombre. Concede hoy éxito a tu siervo haciendo que sea bien acogido por el rey *. Por aquel tiempo era yo copero del rey º.
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