Tobías 10, 7

Ella le replicaba: — No me digas nada. ¡No quieras engañarme! ¡Mi hijo ha muerto! Todos los días salía a mirar el camino por donde se había ido su hijo y no se fiaba de nadie. Al ponerse el sol entraba en casa, pero se pasaba la noche entera lamentándose y llorando sin poder conciliar el sueño.
Ver contexto