Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)
30 6,1. por eso... tendamos a la perfección, no poniendo de nuevo el fundamento: Puesto que el autor acaba de declarar que los destinatarios de sus palabras están necesitados de instrucción en los rudimentos de la doctrina (5,12), resulta extraño que ahora no sólo proponga pasar éstos por alto y dar enseñanza para los maduros, sino que su propuesta empiece con la conjunción «por eso». H. Kosmala resuelve la dificultad con la hipótesis de que 5,1 Ib-14 es una adición pos(-)terior que, por su brusquedad de tono y su cons(-)trucción trabada sin excesivo rigor, no encaja con el contexto ni con el estilo del autor
(Hebraer-Essener-Christen [SPB 1, Leiden 1959] 17-21). Esta solución extrema no cuenta con el apoyo de ningún ms. De las diversas explicacio(-)nes dadas del paradójico método del autor, la mejor parece ser que éste considera el estímulo ofrecido por la difícil doctrina (5,11) como lo único que permitirá a los destinatarios salir de su letargo espiritual. «La originalidad de Hebre(-)os consiste en hacer hincapié en el progreso in(-)telectual como condición de la perfección mo(-)ral» (Spicq,
Hébreux 2.146). En este momento menciona seis enseñanzas elementales: el arre(-)pentimiento de las obras muertas, la fe en Dios, la enseñanza acerca de las abluciones rituales («bautismos»), la imposición de manos, la resu(-)rrección de los muertos y el juicio eterno. La lis(-)ta probablemente procede de un catecismo tra(-)dicional y no pretende ser exhaustiva.
31 Kosmala sostiene que en dicho cate(-)cismo no hay nada específicamente cristiano. «Cristo» en el v. 1 no significa Jesús, sino sim(-)plemente «el Mesías», y las seis enseñanzas son únicamente las aceptadas por un grupo que espera la venida del Mesías. Un examen más detenido de estos puntos indica, a su pa(-)recer, que el grupo en cuestión era la secta de Qumrán, y que los destinatarios de la epístola, potenciales conversos al cristianismo, ya creían en esas enseñanzas (
Hebraer [--> 30 supra] 31-38). Sin embargo, resulta dudoso que un cate(-)cismo no cristiano, o parte de él, fuera señala(-)do por el autor de Heb como el fundamento de la vida cristiana, aun cuando la fe en los con(-)tenidos de dicho catecismo se pudiera presuponer en quienes se pasaban al cristianismo desde el grupo que lo seguía. En cualquier ca(-)so, si es correcta la exégesis dada mira de la «instrucción sobre los bautismos», resulta im(-)posible considerar esas enseñanzas simple(-)mente como un fundamento de la fe cristiana derivado de una secta judía,
el arrepentimiento de las obras muertas y la fe en Dios: El arre(-)pentimiento y la fe son, respectivamente, la cara negativa y la positiva de la primera respuesta de la humanidad a la palabra de Dios. (Para un emparejamiento parecido de estos elementos correlativos, véase Mc 1,15.) «Obras muertas» no se refiere a las obras exi(-)gidas por la ley mosaica, sino a los pecados que llevan a la muerte espiritual y de los cua(-)les la conciencia necesita limpiarse (cf. 9,14). Una expresión parecida se encuentra en 4 Esd 7,49 [119], «obras que provocan la muerte».
2.
instrucción sobre los bautismos: La palabra gr. traducida por «bautismos» no es
baptisma (probablemente de cuño cristiano y aplicada a menudo en el NT al bautismo cristiano y al de JBau), sino
baptismos, que en los otros dos ca(-)sos en que aparece dentro del NT (9,10; Mc 7,4) denota las abluciones rituales judías (Jo(-)sefo la utiliza en referencia al bautismo de Juan; véase
Ant, 18.5.2 § 117). Ese hecho, así como el uso de la palabra en pl., demuestra que, en este caso, con ella no significa sim(-)plemente el sacramento cristiano. En cuanto rito con agua, dicho sacramento se podría de(-)nominar así; de ahí que la razón por la cual la instrucción sobre abluciones rituales formaba parte de la catequesis cristiana parezca estri(-)bar en la necesidad de instruir a los conversos acerca de la diferencia existente entre las ablu(-)ciones judías (entre ellas el bautismo de pro(-)sélitos, el bautismo de Juan y las purificacio(-)nes de Qumrán realizadas con agua; cf. 1QS
3,4-9) y el sacramento cristiano (cf. A. Oepke, «
Baptismos»,
TDNT 1.545; R. Scímackenburg,
Baptism in the Thought of St. Paul [Nueva York 1964] 8-9). O. Michel comenta que «puesto que el plural resulta inusitado en el lenguaje de la Iglesia, se debe entender como polémi(-)co» (
Hebraer 239). 32 En P46 y B se lee «instrucción» en ac.
(didachén), lectura aceptada por G. Zuntz
(The Text of the Epistles [Londres 1953] 93) y otros especialistas. Dicha lectura podría hacer pen(-)sar que «instrucción» es una aposición a «fun(-)damento», como piensa Montefiore
(Hebrews 105; también Bruce,
Hebrews 110 [«probable(-)mente en aposición»]). Si el fundamento es simplemente el arrepentimiento y la fe en Dios, el contenido del «fundamento» y el de la «instrucción» son muy diferentes, hecho que desaconseja pensar que los dos sustantivos es(-)tén en aposición. Conviene optar, bien por se(-)guir la lectura en gen.
(didachés), «de la ins(-)trucción», y considerar ésta como parte del fundamento, bien por tomar la «instrucción» como diferente del fundamento en su conteni(-)do, aunque semejante a él en la medida en que una y otro atañen a los rudimentos de la vida cristiana.
33
la imposición de las manos: Este rito se menciona en Hch 8,17; 19,6 (en conexión con la venida del Espíritu Santo) y en Hch 6,6; 13,3; 1 Tim 4,14; 5,22; 2 Tim 1,6 (en conexión con la concesión de algún ministerio o misión dentro de la Iglesia). A lo que presumiblemen(-)te se alude en este caso es al rito conectado con la donación del Espíritu. (Para un análisis de la relación existente entre este rito y la ve(-)nida del Espíritu Santo, véanse J. Oulton,
ExpTim 66 [1955] 236-40; D. Daube,
The New Tes(-)tament and Rabbinic Judaism [Londres 1956] 224-46.)
la resurrección de los muertos y el jui(-)cio eterno: El último par de verdades básicas atañe al término escatológico de la vida cris(-)tiana. El juicio es «eterno» porque es definiti(-)vo (cf. Mt 25,46). 3.
y esto vamos a hacer, si lo permitiere Dios: Evidentemente, el autor no quiere decir que vaya a «poner el fundamento de nuevo», cosa que ya ha dicho que no iba a hacer (v. 1), sino que en este momento va a pa(-)sar a la doctrina adecuada para los maduros. No está dando a entender que vaya a ocuparse de los rudimentos más tarde; los versículos que siguen excluyen tal posibilidad. 4-6. Estos versículos han causado muchas dificultades, pues tratan de la imposibilidad del arrepenti(-)miento tras la apostasía. Numerosos son los intentos que se han realizado para evitar su significado aparente: bien que, por lo que res(-)pecta a la experiencia humana, a los apóstatas no les cabe la posibilidad de arrepentimiento, aunque nada se dice de lo que pueda ocurrir si reciben una gracia extraordinaria (cf. Bruce,
Hebrews 118); bien que «están normalmente mal dispuestos para la penitencia» (B. Poschmann,
Penance and the Anointing of the Sick [Nueva York 1964] 13). «Tales interpretacio(-)nes van contra el sentido llano del griego y contra el tenor entero de la argumentación del autor» (Montefiore,
Hebrews 109). Kuss pien(-)sa que conviene juzgar esa afirmación absolu(-)ta a la luz de la inquietud pastoral del autor: éste habla de manera exagerada para disponer firmemente a sus lectores contra la apostasía
(Hebraer 199-201); de manera parecida C. Carlston
(JBL 78 [1959] 296-302).
34 4.
porque es imposibe que cuantos fue(-)ron una vez iluminados, gustaron el don celes(-)tial y fueron hechos partícipes del Espíritu San(-)to: Los ptes. de los w. 4-5 son todos aor., y
hapax, «una vez», probablemente los modifica a todos, no simplemente al primero. Se discu(-)te si hay en este texto referencias sacramenta(-)les directas o si estas cuatro experiencias del cristiano aluden simplemente a su llegada a la fe. La designación del bautismo como «ilumi(-)nación» y del bautizado como «iluminado» data al menos de la época de Justino Mártir
(.Apol. 1,61.12; 65.1) yes posible que «ilumina(-)dos» haga referencia en este caso a la recep(-)ción de ese sacramento (cf. Bornkamm,
Studien [--> 19 supra] 190; Kasemann,
Wandering [--> 8 supra] 187-88). En apoyo de esta opinión, cf. Ef 5,14, que probablemente es un fragmen(-)to de un himno bautismal (o «dicho cultual»; así H. Schlier,
Der Brief an die Epheser [Düsseldorf 1958] [trad. esp.:
La carta a los Efesios (Salamanca 1991)]; cf. el análisis de J. Gnilka,
Der Epheserbrief [HTKNT 10/2; Friburgo de Brisgovia 1971] 259-63). Sin embargo, la ilu(-)minación de la que se habla en este pasaje puede significar simplemente la iluminación procedente de la fe en Cristo (2 Cor 4,6). En 1QH 4,5, la alianza es una luz con la cual Dios ilumina el rostro de su discípulo, y Filón dice que el mandamiento divino ilumina el alma
(De fuga et inv. 139). Tampoco se debe pasar por alto la posible influencia de Sal 34,6, don(-)de los LXX (Sal 33,6) leen «Venid a él y que(-)daréis iluminados». También hace pensar en tal influencia el hecho de que el autor de Heb pase a hablar de quienes «gustaron el don ce(-)lestial», dado que el v. 9 de ese salmo habla de gustar lo bueno que es el Señor. En cualquier caso, la índole de acontecimiento único de ese gustar hace poco probable que gustar el don celestial signifique recibir la eucaristía, aun(-)que la expresión se ha interpretado así (Héring,
Hebrews 46; J. Betz,
Die Eucharistie in der Zeit der griechischen Váter [Friburgo de Brisgovia 1961] 2.156-57). «Gustar» es una metáfora corriente en el sentido de «experi(-)mentar», y es probable que la frase signifique únicamente que los cristianos han experimen(-)tado el poder de la salvación traída por Jesús (cf. Rom 5,15; 2 Cor 9,15). Este don es califi(-)cado de celestial porque se trata de una reali(-)dad escatológica poseída de manera anticipa(-)da por el creyente. «Partícipes del Espíritu Santo» denota a quienes poseen el Espíritu co(-)mo garantía de la plena posesión de las bendi(-)ciones escatológicas en el futuro (cf. 2 Cor 1, 22; Ef 1,14, donde el Espíritu es llamado
arrabón, «prenda», «arras»), 35 5.
y gustaron la hermosa palabra de Dios y las maravillas del poder del mundo veni(-)dero: La predicación del evangelio iba acom(-)pañada por manifestaciones de la presencia del Espíritu (cf. 2,3-4; 1 Cor 2,4). Esta activi(-)dad del Espíritu se ve como indicación de la presencia ya ahora del «mundo venidero». Es(-)ta denominación del futuro escatológico se contrapone a «este mundo» tanto en el judaísmo apocalíptico como en el rabínico (véase Bonsirven,
Judai'sme [--> 7 supra] 1.312). En el judaísmo tardío, el «gustar las maravillas del poder del mundo venidero» se atribuía a Abra(-)hán, Isaac y Jacob (Str-B 3.690), pero existe una profunda diferencia entre las dos con(-)cepciones. Lo que el judaísmo creía que era privilegio de unos pocos escogidos es una ex(-)periencia cristiana común; pero aún más im(-)portante es que el mundo venidero, absoluta(-)mente futuro en el pensamiento judío, es una realidad presente para el cristiano, aunque to(-)davía no realizada en su plenitud. 6.
en cuan(-)to es de su parte, crucifican de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia: Vivida descripción de la maldad de la apostasía, que se concibe como una crucifixión y burla del Hijo de Dios. El rechazo de la fe cristiana por parte de los apóstatas significa que «echan a Jesús de su vida... está muerto para ellos» (Moffatt,
Hebrews 80). 7-8. La dura adverten(-)cia termina con una comparación entre dos ti(-)pos de tierra. Ambas reciben la lluvia enviada por Dios, pero una da fruto y es bendecida; la otra produce espinas, está a un paso de ser maldecida y finalmente es quemada. La apli(-)cación al cristiano fiel y al apóstata, respectivamente, es evidente.
36 9.
queridos... estamos persuadidos de cosas mejores respecto a vosotros: Con este ver(-)sículo se suaviza el tono de la exhortación. Por primera y única vez en Heb, los destinatarios de la epístola son llamados «queridos». Sin embargo, resulta difícil admitir que el autor no crea que entre sus lectores hay apóstatas siquiera potenciales (así Bruce,
Hebrews 126); la finalidad de su escrito es conjurar un peligro muy real. Este nuevo enfoque parece estar dic(-)tado por la convicción de que su objetivo tal vez se alcance mejor con suavidad y, lo que es más importante, por el hecho de que, pese a la fe tibia de los destinatarios de sus palabras, existe un signo que permite esperar que la ca(-)lamidad de su apostasía no llegue a producir(-)se. Dicho signo es la caridad que observan con los demás cristianos y de la que habla el v. 10.
10.
no olvidará vuestra labor ni el amor que ha(-)béis mostrado por su nombre mediante vuestro servicio: Los servicios que han prestado en el pasado se mencionan en 10,33b-34a. Dichos servicios son fundamentalmente una manifes(-)tación de amor a Dios. En este texto y en 13,24 el autor se refiere a quienes creen en Cristo utilizando el término que se les aplicaba co(-)rrientemente en el cristianismo primitivo: «los santos». 11
.el mismo celo en orden a la perse(-)verancia: Su celo por las obras de caridad de(-)be ser igualado por su celo en perseverar en su vocación cristiana, perseverancia que se ha de fundar en la esperanza. 12. El autor inicia un tema que desarrollará en el cap. 11. Sus lecto(-)res deben imitar la fe confiada de los santos del AT, «que heredan las bendiciones prometi(-)das». No parece que se haga referencia a personas distintas de las mencionadas en el cap. 11, aunque Montefiore piensa que el autor «señala el ejemplo de contemporáneos» (
He(-)brews 112). Cabe presumir que esta exégesis se base en el hecho de que en el texto se usa el ptc. pres. de «heredar». Sin embargo, puesto que el gr.
epangelia puede significar la pro(-)mesa como tal o la cosa prometida (véase J. Schniewindy G. Friedrich,
«Epangelia»,
TDNT 2.582 n.
59), el autor parece estar diciendo que los santos del AT, que no recibieron las bendi(-)ciones prometidas durante su vida
(11,13), es(-)tán ahora en posesión de ellas (véase el co(-)mentario a
11,40). El hecho de que pase a hablar del caso de Abrahán confirma la opi(-)nión de que no se refiere a contemporáneos de los destinatarios de la epístola, sino a aquellos de los que hablará en el cap. 11.
37 13.
juró por sí mismo: cf. Filón,
Leg. alleg. 3.72. La base firme para la esperanza es la promesa de Dios, ratificada por su jura(-)mento; así se afirma en el caso de Abrahán. El episodio de la historia patriarcal al que esto hace referencia es Gn
22,16-18, continuación del relato de la obediencia de Abrahán, dis(-)puesto a sacrificar a Isaac. Dios ratificó en(-)tonces con juramento su promesa de que ten(-)dría numerosos descendientes que heredarían las ciudades de sus enemigos y serían fuente de bendición para todas las naciones de la tierra. 15.
alcanzó las bendiciones prometidas: Pa(-)ra algunos comentaristas, con esto se alude al cumplimiento parcial de la promesa en vida de Abrahán (Montefiore,
Hebrews 114); pero el cumplimiento al que probablemente se refiere el autor es aquel al que ha aludido en el v. 12: las presentes bendiciones escatológicas disfru(-)tadas por los patriarcas del AT, a las cuales estaban subordinadas las promesas de bendi(-)ción en este mundo. 17. La razón del jura(-)mento que ratificó la promesa era «hacer la se(-)guridad doblemente segura» (cf. Filón,
De Abr. 46). El interés del autor no parece centrarse directamente en el juramento hecho a Abra(-)hán, sino en aquello que dicho juramento le recuerda, a saber, el juramento por el cual Je(-)sús fue constituido sumo sacerdote eterno a la manera de Melquisedec. La importancia de es(-)te juramento se pone de relieve en el cap.
7, y la base de la esperanza a la que el autor ex(-)horta a sus lectores la constituye el sacerdocio que dicho juramento confirma, y no tanto las promesas hechas a Abrahán. El tema del sa(-)cerdocio de Jesús se había dejado a un lado para que el autor pudiera hacer su advertencia acerca de la apostasía; ahora va a volver sobre él. 18.
mediante dos cosas inmutables: La pro(-)mesa de Dios y su juramento,
los que hemos huido para asimos a la esperanza propuesta: Los beneficiarios de la promesa son cristianos («buscamos»). Nada se dice sobre la huida, salvo que su fin es la esperanza. No parece que se pretenda hacer referencia a la ciudad que están buscando (13,14), concebida como una ciudad de refugio (así Montefiore,
Hebrews 116) . 19. El autor utiliza en este punto una metáfora heterogénea para describir la espe(-)ranza cristiana: es un ancla y se extiende hasta el santuario interior. Al hablar del santuario, el autor alude a lo que más tarde desarrollará co(-)mo elemento central de su teología del sacer(-)docio de Cristo: el tabernáculo mosaico como réplica terrena del santuario celestial, y el San(-)to de los santos, al otro lado del velo que lo se(-)para del Santo (Éx 26,31-33), como el equiva(-)lente terreno de la morada celestial de Dios. En ese lugar sagrado, «el mismo cielo» (9,24), entró Jesús nuestro sumo sacerdote; allí dio cima a su sacrificio expiatorio. La esperanza cristiana estriba en lo que Jesús hizo en el or(-)den eterno mediante su sacrificio. No sólo en(-)tró en el santuario celestial, sino que lo hizo como «precursor» (v. 20) de sus hermanos, hermanos destinados a reunirse allí con él.