Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
33. Contraste entre la situación triste de Jerusalén y su futuro glorioso.
Se anuncia primero la destrucción de un enemigo, al que no se nombra, que ha asolado a Judá, y después la intervención de Yahvé salvando a su pueblo. El estilo es un poco heterogéneo, alternando partes líricas con partes didácticas. La crítica independiente mantiene que este fragmento es posterior a Isaías. Los católicos en general sostienen la autenticidad isaiana, si bien reconocen que el texto está retocado, y de ahí su oscuridad actual. Y como posible época de composición se suele poner la inmediata anterior a la invasión de Senaquerib (701), con ocasión de una supuesta embajada de Ezequías al rey asirio, que estaba en Laquis, ofreciéndole tributo a condición de que no asediara Jerusalén; condición que Senaquerib no habría de cumplir después. En este ambiente, pues, Isaías habría proferido esta profecía contra el invasor.
Opresión del invasor.
1 ¡Ay de ti, devastador que no has sido devastado, saqueador que no has sido saqueado! Cuando acabes de devastar, serás tú devastado; cuando acabes de saquear, serás tú saqueado. El profeta se encara con el insolente invasor, que cree puede imponer libremente su voluntad a los vencidos, saqueando y sembrando la desolación por doquier. En realidad, él aún no ha sentido dentro de sus fronteras la devastación, pero llegará un momento en que también al tirano invasor le espera el mismo castigo impuesto por él a los pueblos sometidos, porque es Yahvé quien dirige la historia,
y él es simplemente instrumento de su justicia vengadora; pero, cuando haya cumplido su misión, será también
saqueado (v.1).
Plegaria y confianza en Yahvé (2-6).
2 Ten, ¡oh Yahvé! piedad de nosotros; en ti esperarnos. Sé tú nuestro brazo cada mañana, nuestra salvación en tiempo de angustia. 3 A la voz del estruendo huyen los pueblos; cuando te alzas tú, las naciones se dispersan. 4 Se recoge el botín (como) cuando se recogen las langostas, y se precipitan sobre él como se precipita la langosta. 5 Excelso es Yahvé, porque mora en la altura y llena a Sión de derecho y de justicia. 6 La seguridad de tus tiempos será tesoro de salvación, de sabiduría y de ciencia; el temor de Yahvé será su tesoro 2. Yahvé es el
brazo o fuerza de los que confían en El. Al manifestarse en el fragor y el
estruendo (v.3) que acompañan a su intervención, huyen los pueblos. Cuando Yahvé se dispone a castigar
(te alzas), se
dispersan las naciones, dejando un rico
botín (v.4), sobre el que caen como
langostas los escogidos de su pueblo, en favor de los cuales Yahvé ha intervenido. El profeta reconoce la majestad de Yahvé, que habita en
la altura (v.5), en un lugar inaccesible a sus enemigos; pero al mismo tiempo desde allí infunde a la capital de la teocracia, Sión, un sentimiento de
seguridad y de
justicia, que serán las virtudes personales de todos los ciudadanos de la nueva era venturosa. Y, sobre todo, la gran adquisición (
su tesoro, v.6) de los tiempos mesiánicos será un profundo sentimiento de
temor de Yahvé, base de la vida social e individual. Todos estos conceptos tienen un aire y ritmo de literatura sapiencial. Quizá sean consideraciones piadosas de un escriba posterior intercaladas en el contexto de Isaías sobre la desolación producida por un invasor.
Pánico general y duelo de la naturaleza (7-9).
7 Ved: los de Ariel lanzan gritos fuera3, los mensajeros de paz lloran amargamente. 8 Los caminos están desiertos, dejaron de pasar los caminantes. Ha roto la alianza, ha aborrecido las ciudades 4, no hace cuenta de nadie. 9 La tierra está en luto, mustia; el Líbano, confuso, desfallecido. Sarón es un desierto 5, el Basan y el Carmelo han perdido su follaje. Ante una invasión inminente, los habitantes de Jerusalén (
los de Ariel, ?.7) prorrumpen en gritos de consternación. Algunos autores, siguiendo otra traducción, creen que los que así gritan son los
héroes o defensores de la ciudad. A ellos se juntan los
mensajeros de la paz, quizá los enviados ante Senaquerib en Laquis para pedir la
paz, que fueron después traicionados por el rey asirio según una interpretación bastante generalizada del pasaje. En el v.8 se habla de la ruptura de un tratado, y quizá se aluda a este hecho. La inminencia de la invasión ha hecho que los
caminos estén desiertos y la vida de la nación se paralice. La naturaleza participa de esta desolación general (
la tierra esta en luto., v.9), asociada al estado general de sus habitantes, como es corriente en la literatura profética. Y los lugares famosos por su frondosa vegetación, como el
Líbano, toman parte en este duelo general (v.9). Está como
confuso por su estado marchito 6.
Sarón es la llanura que se extiende a orilla del mar desde Jafa al Carmelo, famosa por sus lirios y belleza natural.
Basan era celebrada por sus bosques tupidos, al este del Jordán (cf.
Isa_2:13).
Respuesta de Yahvé (10-14).
10 Ahora voy a levantarme, dice Yahvé; ahora surgiré y me alzaré. Concebiréis heno y pariréis paja, y vuestro soplo será fuego, que os devorará. 12 Los pueblos serán reducidos a ceniza, como zarzas cortadas y consumidas por el fuego. 13 Vosotros, los que habitáis lejos, oíd lo que he hecho, y los que estáis cerca conoced mi poder. 14 Los pecadores en Sión se espantan, el temblor ha sobrecogido a los impíos. ¿Quién de nosotros podrá morar en el fuego devorador? ¿Quién habitará en los eternos ardores? Yahvé ha oído la plegaria hecha por el profeta en nombre del pueblo, y está dispuesto a intervenir enérgicamente. Los enemigos han
concebido vanos proyectos, como de
heno. El resultado será tan vano como la paja. Es más, el furor de ellos
(vuestro soplo, v.11) se volverá contra ellos como
fuego devorador, porque Yahvé les castigará por haber atropellado a su pueblo. Quedarán reducidos a cenizas
(pueblos: son los enemigos de Israel, asirios y aliados), pasto de las llamas. Esta obra justiciera será objeto de admiración por parte de todos los que están lejos y los que están
cerca (v. 13). Los
pecadores que habitan en la ciudad santa se espantarán al ver la manifestación de la justicia divina sobre los enemigos de Israel, la cual alcanzará también a los israelitas, que han sido infieles a Yahvé, y confiesan que no pueden continuar habitando en medio de
un fuego devorador (v.14), e.d., rodeados de la santidad de Dios, que habita en Sión, y que es como un horno devorador para sus enemigos. De nuevo encontramos aquí la idea de
Ariel como hogar u
horno de Yahvé, fuente de irradiación de su santidad, que actúa como un
ardor eterno para quienes le rodean. Los impíos no pueden soportar este ambiente de santidad que los recrimina y condena.
Respuesta a los pecadores (15-16).
15 El que camina en justicia y habla rectitud, el que rechaza ganancias, frutos de violencias; el que sacude sus manos para no tomar soborno, el que cierra sus oídos para no oír (proposiciones) sanguinarias y se tapa sus ojos para no ver el mal, 16 ése habitará en las alturas y tendrá su refugio en firmes rocas; se le dará pan, y tendrá el agua asegurada. Este fragmento tiene muchas analogías con la literatura de los Salmos (cf. Sal 15 y 23:45). En él se enumeran las condiciones para pertenecer con derecho de ciudadanía a la nueva teocracia inaugurada con la victoria de Yahvé. Es un programa moral práctico: ser recto en palabras y obras, sin dejarse llevar de soborno ni dar oído a lo que pueda llevar a homicidios. Quien en su conducta privada se sujeta a este programa,
habitara en las alturas; es decir, Dios le protegerá y le hará sentirse seguro como quien se refugia en fortalezas y lugares altos rocosos e inaccesibles a los enemigos. Por otra parte, Dios le bendecirá en sus bienes y no le faltará nada de lo necesario para la vida, como son el
pan y el agua, símbolo de los bienes materiales sustanciales.
Los tiempos mesiánicos (17-21).
17
Tus ojos verán al rey en su belleza, y verán la tierra que se extiende hasta muy lejos. 18 Tu corazón meditará sobre (los días) de terror: ¿Dónde está el que contaba? ¿Dónde el que pesaba? ¿Dónde el que contaba las torres? 19 A esa gente insolente no verás más, a ese pueblo de lengua oscura que no se entiende, de lengua tartamudeante, que no se comprende. 20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras festividades; verán tus ojos a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no emigra, cuyas estacas no serán arrancadas i ni rota cuerda alguna, 21 sino que allí está Yahvé, magnífico para nosotros, lugar de ríos y Nilos anchurosos, por donde no irán barcas de remos ni pasará ningún majestuoso navio. La perspectiva de los nuevos ciudadanos es deslumbradora: ante sus ojos surge radiante la soñada figura del
rey en su belleza (v.17), e.d., el Mesías en toda su manifestación regia, rutilante de belleza. Algunos autores creen que aquí el
rey es simplemente Ezequías después de la victoria sobre los asirios7. Sin embargo, la perspectiva es mucho más amplia, y parece desbordar en el contexto la persona y la época de Ezequías, contemporáneo del profeta. En los versos anteriores parece que éste tiene ante sus ojos la nueva Jerusalén de los tiempos mesiánicos. Es un fenómeno corriente en la literatura profética la superposición de perspectivas y planos históricos, es decir, la contemplación del presente con rasgos del futuro mesiánico, y la descripción de los tiempos mesiánicos con tópicos de la época histórica del profeta. No cabe duda que aquí Isaías pensaba en Jerusalén liberada de los asirios, que eran la pesadilla de la época; pero al mismo tiempo presenta a sus oyentes otro horizonte más amplio, centro de todas las esperanzas judías:
la nueva era mesiánica. Con el nuevo
rey, el país de Judá adquirirá sus antiguas fronteras, se dilatarán sus confines (v.17). Entonces los israelitas, reflexionarán sobre los tiempos calamitosos pasados, sobre la opresión de su pueblo por parte de los paganos, y a su memoria vendrá
el que contaba, el que pesaba, e.d., los oficiales encargados de recoger los tributos de guerra. Como no existía la moneda acuñada, se
pesaban los metales para su evaluación (
Gen_13:16).
El que contaba las torres: frase oscura. Quizá aluda a la inspección de las torres y fortificaciones por parte de los oficiales asirios para cerciorarse de que estaban desmanteladas y no se realizaban nuevas obras de defensa 8.
La mente del profeta se complace en presentar a sus oyentes el espectáculo esperanzador de Jerusalén, lugar de las asambleas religiosas (v.20), como una tienda sólida
(que no emigra), sin estar sujeta a cambios y veleidades de los tiempos, como lo está la tienda móvil del beduino, que tiene que emigrar según las circunstancias de las estaciones del año. Jerusalén será una
morada de quietud, como
tienda fija con estacas que no han de ser arrancadas. Parece aludirse con esta imagen a que el pueblo no será llevado de nuevo al destierro después de la inauguración de los tiempos mesiánicos. Y la razón de esta estabilidad de Jerusalén es que Yahvé la rodea, como rodean el Eufrates y el Nilo a Nínive, a Babilonia o a Tebas, siendo con ello puestas al abrigo de los ataques de los enemigos (v.21). Yahvé será para Jerusalén como un río caudaloso que la aisla. Y no habrá necesidad de que circulen grandes navios de guerra para defenderla, como ocurre en las grandes metrópolis paganas. En la literatura profética es muy corriente la imagen de Dios como río fertilizador de la Tierra Santa 9.
Yahvé, rey de Jerusalén (22-25).
22 Porque Yahvé es nuestro Juez, Yahvé es nuestro Jefe, Yahvé es nuestro Rey, El nos salva. 23 Tus cuerdas se aflojaron, ya no sostienen el mástil, ya 110 despliegan la bandera. 24 Entonces la presa que se repartirá será muy grande; hasta los cojos tomarán parte en el saqueo. 25Y ningún habitante dirá: Estoy enfermo, el pueblo que mora en ella obtendrá el perdón de los pecados. Yahvé es reconocido como centro de la vida nacional y jefe supremo de las conciencias:
Juez, Jefe y Rey. Como liberador de su pueblo, merece estos títulos sin regateo alguno. Israel había quedado reducido a la condición de un navio desmantelado en el que se habían
aflojado las cuerdas, que ya no sostienen el mástil. (v.23), por efecto de la invasión asiría 10; pero todo va a cambiar súbitamente, y el invasor asirio será una presa tan fácil que hasta los rengos
tomarán parte en el saqueo (v.23). Por otra parte, los nuevos ciudadanos no estarán sujetos a enfermedades, porque se les han perdonado todos sus pecados. Es la antigua creencia de que las enfermedades corporales eran un castigo de Dios por pecados anteriores personales o de los antepasados 11. También aquí el profeta se acomoda a la mentalidad de sus contemporáneos, sin pretender emitir un juicio formal sobre el problema. Lo que aquí quiere únicamente expresar
es la felicidad plena de que gozarán los nuevos ciudadanos en la nueva teocracia mesiánica. Como en otros lugares, también aquí las expresiones son hiperbólicas y orientales, y por eso no es necesario tomarlas a la letra en lo material. La realidad espiritual mesiánica sobrepasará a todos estos sueños de los profetas, y las maravillas de la gracia sobrenatural harán palidecer todas estas descripciones del Antiguo Testamento.
1 Así siguiendo a la Peshita, Targ. y Vg., en contra del texto hebreo, que lee brazo de
el ios, lo que no se adapta al contexto. 2 Este versículo es extremadamente oscuro en su original. 3
Ariel es problemático. La palabra hebrea es oscura, quizá corrompida. Algunos traducen por héroes (Cantera) o leones de Dios (Cheyne). 4 No pocos autores cambian la palabra hebrea que traducimos por ciudades en otra parecida que significa testimonios (Cantera). 5 En vez de desierto, quizá haya que traducir Arabah, como nombre geográfico, al sur del mar Muerto, que quedó como sinónimo de estepa. 6 Cf. Is 35;
Zac_11:2;
Can_7:4s. 7 Así Dennefeld (o.c., 126). 8 Procksch, con un ligero cambio de letras
(megadim en vez de
migdolim), traduce: el que contaba las joyas. Cf. Dennefeld, o.c., 127. 9 Cf.
Eze_47:5; Jl 4(3),18;
Zac_14:8;
Sal_46:4;
Sal_36:8. 10 Muchos autores, como Skinner y Condamin, suponen que este v.23 es una glosa intercalada posteriormente, que interrumpe el contexto. 11 Cf.
Sal_103:3;
Job_9:2; Mt 9:2ss.