Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
22. Profecías sobre los Reyes de Judá.
En este capítulo se reúnen una serie de oráculos dirigidos a la, casa real, en los que se exhorta al cumplimiento de la Ley y sus observancias. Yahvé mantendrá sus promesas si el pueblo vuelve a El y es fiel a sus mandatos.
Exhortación a practicar la justicia social (1-5).
1 Así dice Yahvé: Baja a la casa del rey de Judá y pronuncia allí estas palabras: 2Dirás, pues: Oye la palabra de Yahvé, rey de Judá, que te sientas en el trono de David, tú, tus servidores y tu pueblo, los que entráis por estas puertas. 3Así dice Yahvé: Haced derecho y justicia, librad al expoliado de la mano del opresor y no vejéis al extranjero, al huérfano y a la viuda; no hagáis violencia y no derraméis en este lugar sangre inocente. 4 Si fielmente cumplís estos mandatos, entrarán por las puertas de esta casa reyes que se sienten en el trono de David, montados en carros y caballos, ellos, sus servidores y su pueblo. 5 Pero, si no oís estas palabras, por mí mismo lo juro, oráculo de Yahvé, que este palacio se trocará en ruinas. Este fragmento es muy similar al
Deu_21:11-12. El contenido es el mismo. El profeta es enviado al palacio real para transmitir un mensaje admonitorio a la corte, en el sentido de que, si no se practica la justicia con los oprimidos, vendrá indefectiblemente la ruina para la dinastía davídica. Los palacios reales estaban en la parte meridional de la gran explanada del templo. Jeremías, pues, que recibiría la comunicación divina en el templo, tiene que
descender para comunicar el oráculo al rey y sus cortesanos. En el palacio real estaba el aula de justicia, donde tenían su asiento los tribunales. El contenido del mensaje tiene relación con la administración de justicia. Podemos suponer, pues, a Jeremías hablando públicamente en uno de los atrios que daban acceso al palacio real propiamente tal. Quizá se detuvo a la entrada del aula de justicia, presenciando el desfile de gentes pobres y sencillas que iban a reclamar sus derechos ante los tribunales. No es necesario suponer que el profeta hablase directamente al rey. La frase
oye la palabra de Yahvé, rey de Judá (v.2), tiene un sentido amplio, de forma que bastaba que se dirigiese solemnemente en el auditorio general al rey para que los oyentes se lo retransmitieran.
Jeremías pide en su mensaje que se haga
derecho y justicia (v.5), es decir, que se juzgue conforme a las exigencias equitativas de la Ley dada por Yahvé, sin dejarse ganar por dádivas ni favores. Ante todo deben mirar por los intereses de los socialmente abandonados y débiles, como
el extranjero, el huérfano y la viuda, expresión estereotipada tradicional en la literatura profética, que declaraba el profundo sentido social de la ley mosaica1. Sobre todo, debe evitarse todo lo que suponga
violencia. El rey había hecho matar al profeta Urías, y quizá la expresión
no derraméis en este lugar sangre inocente aluda a ello y a otras violencias cruentas que eran características del reinado de Joaquim (609-598). Por otra parte, puede haber en la frase una alusión a los sacrificios de niños inocentes en el Tofet a dioses extranjeros2.
El v.4 es casi igual a 17:25, y puede ser una adición redaccional posterior 3. Yahvé profiere un juramento solemne (
juro por mí mismo v.5) de que, si no se cumplen sus preceptos, condenará los palacios reales a la ruina total. La expresión del juramento de Yahvé es enfática. Los hombres juran por Dios, pero Yahvé jura por sí mismo como máxima garantía del cumplimiento de la profecía conminatoria.
La ruina del palacio real (6-9).
6 Pues así dice Yahvé del palacio del rey de Judá: Eres para mí como (el monte) de Galaad, (como la) cumbre del Líbano. Ciertamente te haré un desierto, ciudad inhabitada. 7 Yo consagraré contra ti devastadores, cada uno con sus armas, y talarán tus cedros más selectos y los arrojarán al fuego. 8 Y pasarán muchas gentes ante esta ciudad, y se dirán unos a otros: ¿Por qué ha tratado así Yahvé a esta gran ciudad? 9 y dirán: Porque abandonaron la alianza de Yahvé, su Dios, y adoraron dioses ajenos y les sirvieron. El presente oráculo se refiere a la ruina de la dinastía, de la que el
palacio real es un símbolo. Los habitantes de Jerusalén se sentían orgullosos de sus espléndidas construcciones reales, realizadas por el megalómano Salomón. Pero esto no ha servido sino para crear un clima de orgullo y de desobediencia en su Dios. Han creído que sus obras les bastaba para permanecer como pueblo en la historia sin ayuda de Yahvé. Pero ha llegado la hora de la manifestación airada de su Dios abandonado, y todo aquello que constituía el íntimo orgullo de los israelitas desaparecerá como un soplo. La frase del profeta puesta en boca de Yahvé es irónica. La grandiosidad y suntuosidad de las construcciones reales aparecen ante Dios como
el monte de Galaad (famoso por sus florestas)4 y como el
Líbano, por las numerosos cedros empleados en los palacios (una de sus salas se llamaba enfáticamente casa del bosque del Líbano, por sus numerosas columnas y artesonados de cedro del Líbano) 5. Pero esta su grandiosidad aparente, motivo de orgullo nacional, desaparecerá como un soplo, pues Yahvé lo va a convertir en un
desierto (v.6b). Los enemigos actuales de Judá, lejos de ser rechazados por Yahvé, serán impulsados por El contra Jerusalén, como instrumentos de su justicia vengadora. La frase
yo consagraré contra ti devastadores (v.7) equivale a tomaré como instrumentos míos a los invasores babilónicos, que como tales luchan en una guerra santa, y en este sentido son
santificados o
consagrados para el combate6.
Los v.8-9 se refieren a la
ciudad. La perspectiva de la catástrofe se alarga para hacer resaltar más la impresión de ruina y desolación. En todo caso, el profeta quiere hacer constar que toda esta catástrofe no ha tenido otra causa que la apostasía general y la idolatría (v.9).
Anuncio de la cautividad perpetua del rey Joacaz (10-12).
10 No lloréis por el muerto ni hagáis duelo por él. Llorad amargamente por el que se va, porque no volverá más ni verá la tierra en que nació. 11Porque así dice Yahvé de Sellum, hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió a su padre, Josías, y que salió de este lugar: No volverá ya más; 12 morirá en el lugar a que ha sido llevado cautivo y no volverá a ver más esta tierra. El rey Joacaz, llamado también
Sellum 7, había sido elegido rey por el pueblo después de la trágica muerte de Josías en la batalla de Megiddo (609), donde quiso oponerse al faraón Necao II de Egipto, que iba en auxilio de los asirios, en trance de sucumbir ante la coalición babilónica (dirigida por Nabopolasar) y media (acaudillada por Ciaxares). Después de un precario reinado de tres meses, fue depuesto por Necao II, que volvía victorioso, el cual puso en su lugar a su hermano Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim, quien reinó hasta el 598. Joacaz fue llevado en cautividad por el faraón egipcio. El duelo por el piadoso rey Josías, muerto trágicamente, fue general, y Jeremías anuncia a su pueblo que aún le espera otra desgracia, otro duelo nacional: No
lloréis por el muerto (
Josías).,
llorad por el que se va (v.10). En efecto, Joacaz había sido llamado por Necao II a Ribla, en Siria, y el resultado fue su deposición como rey, siendo llevado cautivo a Egipto 8.
Recriminación contra el rey Joaquim (13-19).
13 ¡Ay del que edifica su casa sin justicia, sus salones altos sin derecho, haciendo trabajar a su prójimo de balde, sin darle el salario de su trabajo! 14 El que dice: Voy a hacerme una casa espaciosa, con amplias salas, de rasgadas ventanas, con artesonados de cedro, pintados de rojo. 15 ¿Reinas, acaso, para rivalizar en obras de cedro? ¿No comía y bebía tu padre y hacía derecho y justicia, y todo le iba bien? 16 Hacía justicia al pobre y al desvalido, y todo le iba bien. ¿No es esto conocerme? oráculo de Yahvé. 17 Pero tú no tienes ojos ni corazón más que para buscar tu interés, para derramar sangre inocente, para oprimir y hacer violencia. 18 Por eso así dice Yahvé de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá: No le lamentarán: ¡Ay hermano! ¡Ay hermana! No le plañirán: ¡Ay Señor! ¡Ay majestad! 19 Sepultura de asno será la suya, arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén. El profeta lanza una invectiva contra el impío rey Joaquim, hermano y sucesor (impuesto por Necao I1) de Joacaz. Favoreció el sincretismo religioso, dando cabida a cultos idolátricos junto al legítimo de Yahvé. Jeremías tuvo que luchar constantemente contra su política destructiva y materialista. En cierta ocasión, el rey mandó quemar las profecías de Jeremías 9. Quizá fue en esta ocasión cuando pronunció el profeta este oráculo contra él, hacia el 605 a.C. Jeremías le echa en cara con valentía sus atropellos sociales, pues se dedica a hacer construcciones fastuosas sin pagar debidamente a sus subditos (v.13). Su conducta era semejante a la de los omnipotentes tiranos de Mesopotamia y Egipto, que en su megalomanía gastaban los recursos de la nación en palacios suntuosos, utilizando la mano gratuita de los esclavos. Los
salones superiores son los compartimientos que sobre la terraza se edificaban para que se respirara mejor el aire fresco de la costa mediterránea.
Pero esta megalomanía no tiene sentido, pues el verdadero oficio del rey no es precisamente hacer ostentación de un lujo desbordado:
¿Reinas para rivalizar en obras de cedro? (v.15). La frase es irónica. La verdadera grandeza de un rey está en la sabia administración de
la justicia (v.16), como hacía su padre, el piadoso Josías, y Dios le bendecía:
y todo le iba bien. La expresión
comía y bebía (v.15b) indica los placeres honestos y lícitos de una vida ordenada10. A Josías nada le faltaba, y su preocupación era más elevada: la de hacer
justicia a sus subordinados. Al cumplir los preceptos de equidad impuestos por la Ley, Josías mostraba conocer las intenciones de Yahvé, y mostraba prácticamente que el verdadero camino era buscar la protección divina cumpliendo sus mandamientos: ¿No es
esto conocerme? oráculo de Yahvé (v.16) 11.
La conducta de Joaquim es totalmente opuesta a la de su padre, ya que, despreciando los intereses de Dios y de su pueblo, no busca sino los suyos propios (v.17), sin parar ante la opresión y el homicidio si le conviene.
El castigo será inmediato y terrible. Morirá sin que nadie se lamente por él (v.18). Por Josías había habido un sentido duelo general; en cambio, él será enterrado como un
asno (v.16),
sin que nadie se acuerde de él ni le haga los oficios fúnebres. Será su cadáver arrojado
fuera de las puertas de Jerusalén para pasto de las aves del cielo y de las bestias del campo12. ¿Cómo se cumplió esta profecía? Según
2Re_24:6, el rey Joaquim se durmió con sus padres, fórmula que se suele aplicar a la defunción normal de los reyes de Israel. No se dice nada de su sepultura 13. No obstante, la fórmula se durmió con sus padres es aplicada también a la muerte de Acab, que murió violentamente en su carro de batalla 14. Por eso no se excluye una muerte violenta de Joaquim, que murió joven, a los treinta y seis años, en el asedio de Jerusalén del 598 por las tropas de Nabucodonosor. Quizá su cadáver quedó sin sepultura por algún tiempo, o su sepulcro fue violado por las tropas babilonias. En todo caso, quizá haya que mantener en la profecía de Jeremías sólo lo sustancial, es decir, que Joaquim moriría sin gloria, odiado de su pueblo, que no haría lamentaciones públicas por él. Y entonces la frase una
sepultura de asno será la suya habría que entenderla en sentido amplio. No es improbable que Joaquim haya muerto víctima de una insurrección popular por haber lanzado a su pueblo a la aventura de enfrentarse con el ejército de Babilonia, y que su cadáver haya sido
arrastrado fuera de las puertas de Jerusalén (v.19), o que su sepulcro haya sido violado por las tropas asaltantes, como lo hizo Asurbanipal con el del rey de Elam.
Suerte trágica de los reyes de Jada (20-23).
20 Sube al Líbano y grita, y sobre Basan alza tu voz, y clama desde Abarim, pues todos tus amantes han sido destruidos. 21 Te hablé en tiempo de tu prosperidad, y tú dijiste: No escucharé. Este ha sido tu proceder desde tu mocedad: no escuchaste mi voz. 22 A todos tus pastores, el viento los apacentará, y tus amantes serán llevados cautivos. Entonces te avergonzarás y sonrojarás por todas tus maldades. 23 Tú, que te asientas en el Líbano y anidas en los cedros, ¡cómo gemirás cuando te sobrevengan dolores, torturas como de parto! En esta sección se predice la suerte trágica de los dirigentes de Judá. El profeta se dirige a Judá, personificada en una dama que queda sola en su desgracia dando gritos de dolor. No sabemos cuándo fue compuesta esta perícopa. Hay autores que la ponen en los primeros años de Joaquim, cuando aún Jerusalén se sentía segura. Otros, en cambio, creen que la composición data de una fecha posterior a la primera cautividad del 598 15. El profeta invita a Jerusalén a que suba a las cimas más altas que rodean Palestina, el
Líbano al norte,
Basan al nordeste y el
Abarim al sudeste 16, para dar rienda a su dolor, comunicándolo en todas las direcciones, y para contemplar a sus aliados o
amantes destruidos. Yahvé había amonestado con tiempo a Judá cuando aún estaba en tiempos de
prosperidad (v.21) y se sentía segura, sin temor a las invasiones de enemigos extranjeros. Pero, orgullosa, no quiso obedecer: No
escucharé. Y esta conducta es inveterada en Israel:
desde tu mocedad no escuchaste mi voz (v.21b). Desde los primeros tiempos de su vida nacional en Canaán,
ya Israel abandonó a su Dios, yendo tras de dioses ajenos. La catástrofe nacional aventará a todos los dirigentes o
pastores del pueblo elegido (v.22). En la frase hebrea
el viento los apacentara hay un juego de palabras. El sentido es que, así como los pastores dirigen y empujan a sus ganados hacia los pastos, así un
viento devastador (el ejército babilonio, que vendrá del desierto como un huracán o simún) 17 los
apacentara, e.d., los obligará a emigrar hacia nuevos pastos. Es el anuncio de la
cautividad. Y participarán de esta suerte del exilio sus
amantes, o aliados extranjeros.
De nuevo el profeta echa en cara la falsa seguridad que se ha forjado Judá. Se cree segura como un pájaro inaccesible al cazador en la copa de los árboles más altos, como los cedros:
tú que te sientas en el Líbano y anidas en los cedros (v.23). Quizá se aluda en esta comparación a la fastuosidad de los palacios con sus artesonados de cedros del Líbano, símbolo de su falsa seguridad y prosperidad material. Pero llegará la hora del castigo divino, y entonces gemirá con
torturas de parto 18.
Oráculos contra el rey Joaquín (24-30).
24 Por mi vida oráculo de Yahvé que, si fuera Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, el anillo de mi mano derecha, de allí lo arrancaría. 25 Yo te entregaré en manos de los que buscan tu vida, en manos de aquellos a quienes temes, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia; en manos de los caldeos; 28y te arrojaré a ti y a la madre que te engendró a tierra extraña en que no nacisteis, y allí moriréis. 27 Pero a esta tierra que con toda su alma querrán volver, no volverán. 28 ¿Es, pues, este hombre, Jeconías, un utensilio despreciable y quebrado, un vaso que a nadie agrada? ¿Por qué han sido rechazados él y su progenie, y arrojados a tierra a ellos desconocida? 29 ¡Tierra, tierra, tierra! oye la palabra de Yahvé. 30 Así dice Yahvé: Inscribid a ese hombre: Sin hijos, varón que no prosperará en sus días, pues no logrará de su estirpe un varón que se siente en el trono de David y reine sobre Judá. Estos oráculos hay que situarlos durante el asedio de Jerusalén, en el 598-97, pues Jeconías sucedió a su padre Joaquim ya cuando la capital se hallaba sitiada por las tropas de Nabucodonosor. Jeconías o Joaquín reinó sólo tres meses, siendo llevado en cautividad, donde murió después de una vida triste. Los contemporáneos creían que el invasor babilónico se contentaría con una sumisión externa, permitiendo al joven rey, recién entronizado, continuar como soberano en Jerusalén. El profeta quiere disipar estas vanas ilusiones. La suerte del rey será muy trágica. La expresión es enérgica:
por mi vida oráculo de Yahvé (v.24), y con su carácter solemne indica la irrevocabilidad de la sentencia divina de mandar al exilio a Jeconías 19. La decisión de castigar al joven soberano es tan firme, que, aunque éste fuera la cosa más querida (
el anillo de mi mano derecha, v.24), se desprenderá de él. En la antigüedad, el
anillo era el instrumento de autenticar los documentos, como hoy los autógrafos. De ahí que se le guardase con el máximo cuidado, como algo inherente a la personalidad; por eso era intransferible. Se aplicaba sobre la arcilla de las tabletas cuneiformes en los contratos como signo de autenticidad. Yahvé, pues, está tan decidido a deshacerse de Jeconías, que, aunque fuese su
anillo personal, lo abandonaría 20.
En efecto, lo entregará en manos de Nabucodonosor y sus huestes, para ser llevado al destierro, sin esperanza de retorno, junto con su
madre, Nesuta, responsable también de la catástrofe por no haber aconsejado bien a su hijo 21. Jeremías siente profunda compasión por la suerte del joven Jeconías, que va a ser arrojado como
utensilio despreciable (v.28) e inservible. Las palabras del profeta tienen un acento elegiaco. Jeconías acaba de estrenarse como rey y va a ser desechado como
vaso de alfarero recién hecho, que no agrada a sus compradores y es arrojado entre los desperdicios. Jeconías y su
progenie serán arrojados, camino del cautiverio, hacia
tierra desconocida. Esto enardece al profeta, el cual enfáticamente lanza un triple apostrofe:
¡Tierra, tierra, tierra! para dar mayor solemnidad y llamar la atención de sus oyentes sobre el contenido de su predicción:
Inscribid ese nombre: Sin hijos. (v.3ï). Entre los habitantes de Jerusalén había excesivas ilusiones sobre una próxima derrota de Babilonia, y esperaban que los cautivos exilados en el 598 volverían pronto a su tierra. Pero el profeta les anuncia que ni Jeconías ni sus descendientes se sentarán sobre el trono de David. Por eso, en las tablas genealógicas pueden muy bien inscribir el nombre del rey Jeconías con la añadidura de sin hijos (v.30). Sabemos que Jeconías tuvo varios hijos en el destierro 22, pero ninguno de ellos logró ser investido con la dignidad real davídica. El sucesor de Jeconías fue su tío paterno Sedecías o Matanías. Zorobabel, aunque descendiente de Jeconías, no fue rey, sino simplemente dirigente de los exilados en su retorno a la patria. Sólo el Mesías, Jesús, descendiente de Jeconías, inaugurará un nuevo reinado totalmente diferente del tradicional davídico. El horizonte es totalmente nuevo, y, por consiguiente, la etapa desborda las concepciones tradicionales sobre un rey de la dinastía davídica sentado en un supuesto reino terrenal de Jerusalén.
1 Cf.
Jer_7:5. 2 Cf.
Jer_7:31; 19:5- 3 Cf.
Jer_7:5;
Jer_17:24. 4 Cf.
Isa_2:13;
Isa_23:9;
Nah_1:4;
Zac_11:2;
Jer_8:22;
Jer_46:11. 5 Cf.
1Re_7:2. 6 Cf.
Jer_6:4;
Isa_13:3. 7 Cf. 1 Crón 3 :1s. 8 Sólo aquí y en
1Cr_3:15 se llama
Sellum a Joacaz. Quizá al subir al trono cambió su nombre, como su hermano Joaquim (antes Eliaquim). 9 Cf.
Hab_2:6.9.12.17. 10 Cf.
Ecl_2:24;
Ecl_3:13. 11 Cf.
Jer_9:23-24. 12 Cf.
Jer_15:3;
Jer_7:33;
Jer_36:30. 13 En la versión de los LXX se dice que fue sepultado con sus padres en la
ganozae, palabra que es una deformación de la palabra hebrea
gan-Uzza, el jardín de Uzza, en el que estaban enterrados los impíos reyes Manases y Amón (
2Re_21:18). Quizá sea ésta una adición del traductor griego, que quiere colocar al impío Joaquim juntamente con sus antecesores los reyes impíos de Judá. 14 Cf.
1Re_22:40. 15 En Jeremías se alude muchas veces a esta personificación de Jerusalén sentada en luto sobre las alturas:
1Re_7:29;
1Re_2:7;
1Re_7:13-25;
1Re_7:4.30-31· 16 En
Sal_68:16, Basan es sinónimo de
Hermán; Abarim es una cordillera de montañas al este del mar Muerto, de la que formaba parte el monte Nebo, desde el cual Moisés contempló la tierra de promisión (
Num_33:4;
Num_27:12; cf. Abel,
Géographie I p.377-378). 17 Cf.
Jer_2:8;
Jer_2:10,
Jer_2:21;
Jer_23:1. 18 Cf.
Jer_4:31;
Jer_6:24;
Jer_13:21. 19 Cf. 46:18;
Deu_32:40. El nombre de
Jeconías aparece aquí en Jeremías en su forma abreviada de
Coniyahu, como nombre hipocorístico. En 24:1 se le llama
Yeconiyahu; en 27:20; 28:4; 29:2 se le llama
Yeconiah. En
2Re_24:63,
Yoyaquin, y de ahí nuestro
Joaquín. Así también en
Jer_52:31. 20
2Re_24:9 y en
2Cr_36:9 se dice que Jeconías hizo el mal a los ojos de Yahvé. 21 Cf.
2Re_24:8.12;
Jer_29:2. 22 Cf. 1 Grón 3:173.