Isaías 46, 5-7

¿A quién me podréis asemejar o comparar?
¿A quién me asemejaréis para que seamos parecidos?
Sacan el oro de sus bolsas,
pesan la plata en la balanza,
y pagan a un orfebre para que les haga un dios,
al que adoran y ante el cual se postran.
Se lo cargan al hombro y lo transportan,
lo colocan en su sitio y allí se queda.
No se mueve de su lugar.
Hasta llegan a invocarle, mas no responde,
no salva de la angustia.
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