Salmos 95, 7-11

Porque él es nuestro Dios,
nosotros somos su pueblo,
el rebaño de sus pastos.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz!:
«No seais tercos como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto,
allí vuestros padres me probaron,
me tentaron aunque vieron mis obras.
Cuarenta años me asqueó esa generación,
y dije: Son gente de mente desviada,
que no reconocen mis caminos.
Por eso juré en mi cólera:
¡No entrarán en mi reposo!»
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