Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 7.
Preservación de los justos de los azotes, 7:1-8.
1
Después de esto vi cuatro ángeles, que estaban en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, y retenían los cuatro vientos de ella para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2
Vi otro ángel que subía del naciente del sol, y tenía el sello de Dios vivo, y gritó con voz fuerte a los cuatro ángeles, a quienes había sido encomendado dañar a la tierra y al mar, diciendo: 3
No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes. 4
Oí que el número de los sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel: 5
De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; 6 de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manases, doce mil; 7
de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Le vi, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; 8
de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil. Todo el capítulo séptimo está íntimamente ligado al sexto sello. Es como una respuesta al grito desesperado de los enemigos del Cordero:
¿Quién podrá mantenerse en pie? El autor sagrado quiere infundir aliento y esperanza a los fieles ante la gran catástrofe anunciada en el capítulo anterior. Hasta aquí los azotes divinos no hacían distinción entre los siervos de Dios y los impíos habitantes de la tierra. En adelante, los fieles serán preservados. Por eso, antes de abrir el séptimo sello, un ángel de Dios marca a los escogidos con una señal en la frente, que los distinguirá de los paganos.
El profeta ve
cuatro angeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra (v.1). La tierra antiguamente era concebida como plana y cuadrada 2. Los cuatro ángulos de la tierra equivalían a los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Los cuatro ángeles tenían como misión el
retener los cuatro vientos de la tierra. En la tradición judía, todos los elementos materiales del mundo estaban regidos por ángeles que vigilaban su funcionamiento. Aquí, los cuatro vientos corresponden a los cuatro azotes del capítulo precedente. Los cuatro ángeles rectores de ellos les impiden soplar sobre la tierra y arrojar sobre ella los castigos decretados por la justicia divina. Con esto, San Juan afirma con bastante claridad que todos los elementos que componen el cosmos y las condiciones meteorológicas de él dependen totalmente de la voluntad de Dios.
Además de estos cuatro ángeles, San Juan ve un quinto ángel, que viene del oriente (v.2). El oriente es el lado de donde viene la luz, lo que corresponde bien a este ángel portador y anunciador de la salvación 3. El ángel que ve Juan lleva
el sello (óöñáãßâ)
de Dios vivo, con el cual marcará a los siervos de Dios. Se trata, según parece, de un sello negativo que, al ser aplicado, deja marcada una imagen. En la antigüedad era frecuente llevar piedras entalladas con las cuales se marcaban los objetos, las cartas, etc. Y esta marca servía de firma. El objeto o la persona
sellados, es decir, marcados con el sello, indicaban con esto que pertenecían al dueño del sello. Los esclavos y las personas pertenecientes al culto de los templos eran sellados frecuentemente a fuego, para significar de una manera indeleble su procedencia y propietario. El ángel portador del sello grita a los otros cuatro ángeles que
no hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles hasta que
marque en la frente,
con el sello de Dios, a los siervos del Señor (v.3). Una vez hecho esto, ya podrán cumplir su oficio justiciero. El signo
sobre la frente indica la protección divina y la pertenencia a Dios y al Cordero 4. La imagen del signo o del sello religioso era también conocida en Israel. En el éxodo 5 se narra que la noche en que se había de ejecutar la décima plaga, mandó Dios un ángel para que con la sangre del cordero pascual señalase las casas de los hebreos. De este modo fueron librados los israelitas de la décima plaga. En el mismo libro del éxodo 6 se manda que en el turbante del sumo sacerdote había de haber una placa con la inscripción:
le - Yahweh propiedad de Yahvé. El profeta Isaías 7 habla de los paganos convertidos a la religión de Yahvé, que tendrían sobre la mano la inscripción:
le - Yahweh = De Yahvé, propiedad de Yahvé. Pero es sobre todo Ezequiel el que sirvió de modelo al autor del Apocalipsis. El profeta Ezequiel 8 ve un ángel, con pluma y tintero, que va señalando con una
tau en la frente a los que no se habían contaminado con las abominaciones idolátricas que se cometían en Jerusalén. De esta manera, los sellados con la
tau son preservados de la matanza de los otros seis ángeles. La visión del Apocalipsis corresponde perfectamente a esta de Ezequiel. A los marcados con el sello de Dios no les alcanzarán los azotes que van a descargar sobre el mundo los cuatro vientos. Probablemente, la
señal con que eran sellados los siervos de Dios debía de ser
el nombre de Dios y del Cordero, pues éste es el signo que distingue a los predestinados en
Rev_14:1.
Lo cierto es que los marcados con el sello pasaban a estar bajo una protección especial de Dios. Ya hemos indicado más arriba que en la antigüedad pagana era corriente marcar a los esclavos con una señal, que indicaba ser propiedad de un determinado señor. Herodoto habla del templo egipcio de Hierápolis, en donde existía la costumbre de señalar con el sello sagrado a todos los esclavos que se refugiaban en el templo, con el fin de consagrarlos al servicio del dios. Después de lo cual, a nadie estaba permitido poner la mano sobre ellos 9. En
Rev_13:16 también se dice que los seguidores de la Bestia llevarán su sello sobre la frente. El bautismo cristiano, que era administrado en nombre de Cristo y por el cual el fiel pasaba a ser como propiedad de Cristo, fue llamado óöñáãßâ:
sello 10. Aquí, sin embargo, no parece que se trate ni se aluda al bautismo. La señal es algo metafórico, como lo será la señal de la Bestia 11.
El número de los marcados en la frente es de 144.000 (v.4). Es éste un número simbólico, resultado de la suma de doce mil escogidos de cada una de las doce tribus de Israel (=12 X 12 X 1000), que designa una inmensa multitud. ¿A quiénes representan estos 144.000 sellados? Creemos que la opinión que tiene mayor probabilidad es la que ve en esta multitud de marcados a toda la Iglesia cristiana. Se identificaría con la ingente muchedumbre de que nos va a hablar San Juan en
Rev_7:9-17. Pero San Juan presenta a esta inmensa multitud ya en el plano glorioso del cielo. Según
Rev_3:9-10, las doce tribus de Israel designan a la Iglesia militante, en cuanto que los cristianos son considerados como formando el verdadero pueblo de Israel, que sucede al antiguo 12. Y los 144.000
vírgenes de
Rev_14:1-5 que siguen al Cordero, pudieran también identificarse con la inmensa multitud de nuestro texto. Sin embargo, es más probable que revistan matices un tanto distintos esos dos grupos de 144.000: el grupo inmenso de sellados de
Rev_7:4 representaría a la totalidad de los cristianos; mientras que los 144.000 vírgenes de
Rev_14:4 designaría a la totalidad de los elegidos 13. Orígenes, Primasio, San Beda, Beato de Liébana, y autores modernos, como Renán, Swete y otros, ven en esta cifra simbolizada la multitud de los fieles de Cristo, que serán librados de los azotes en el día de la cólera de Dios contra los impíos. Otros escritores, siguiendo a Victorino Pettau y a Andrés de Cesárea, creen más bien que el número 144.000 representa a los cristianos convertidos del judaismo, desde los días apostólicos hasta la entrada en masa de Israel en la Iglesia 14. Y, finalmente, ciertos autores, como, por ejemplo, el P. S. Bartína 15, identifican esa muchedumbre inmensa de 144.000 con un grupo escogido que había de quedar excluido de las calamidades que se abatirían sobre la tierra, y que sería el que prolongase la Iglesia en la historia.
El vidente de Patmos coloca la tribu de Judá en primer lugar, por ser la tribu de la cual había salido el Mesías, Jesucristo 16. La tribu de Dan no es nombrada, tal vez porque una tradición judía la consideraba como maldita, por suponer que de ella había de salir el anticristo 17. Pero con el fin de que subsista el número 12 número sagrado de las tribus de Israel el hagiógrafo nombra a la tribu de Leví, y desdobla la tribu de José en las de Efraím (en lugar de Efraím es nombrado José) y de Manases.
Triunfo de los elegidos en el cielo,Rev_7:9-17.
9
Después de esto miré y vi una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua, que estaban delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en sus manos. 10
Clamaban con grande voz, diciendo: Salud a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero. 11
Õ todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: Amén. 12
Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén. 13 Tomó la palabra uno de los ancianos y me dijo: Estos vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde vinieron? 14
Le respondí: Señor mío, eso tú lo sabes. Y me replicó: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero. 15
Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono extiende sobre ellos su tabernáculo. 16
Ya no tendrán hambre, ni tendrán ya sed, ni caerá sobre ellos el sol, ni ardor alguno, 17
porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. San Juan, después de contemplar los 144.000 sellados, ve en el cielo
una gran muchedumbre de elegidos de todas las naciones,
incontables en número, que
estaban de pie
delante del trono y del Cordero (v.8). Esta multitud innumerable simboliza a toda la Iglesia, compuesta de gentes de toda raza y nación. El Señor había prometido a los patriarcas que en ellos serían bendecidos todos los pueblos de la tierra 18. Los profetas también habían predicho de muy diversas maneras la incorporación de las naciones al pueblo de Dios en los tiempos mesiánicos. Por eso Jesucristo había mandado a los apóstoles a predicar el Evangelio a toda criatura 19. Y San Pablo nos dirá todavía más claramente que en Cristo no hay judío ni gentil, hombre o mujer, siervo o libre, porque todos somos uno en Cristo 20. La gran muchedumbre que ve San Juan parece designar según el v.14 , un gran número de mártires cristianos, que vienen de la gran tribulación y ya poseen la bienaventuranza eterna. Los
vestidos blancos y
las palmas en las manos significan su triunfo y su felicidad celeste. Sin embargo, conviene tener presente que las túnicas blancas y las palmas pueden ser también el símbolo de todo cristiano que ha triunfado del mundo. El cristiano que ha permanecido fiel a su fe en medio de las dificultades de este mundo, consigue una dificilísima victoria, que en mucho se parece a la victoria de los mártires. Además, para San Juan, la vida en el cielo es la prolongación, la expansión de la vida de la gracia recibida en el bautismo. El contempla a los elegidos en una especie de peregrinación, de procesión hacia el cielo, en donde tendrá lugar el último acto de su largo peregrinar. Este último acto consistirá en sumarse al coro celeste de todos los elegidos para alabar a Dios por toda la eternidad21. Por eso, en la perspectiva joánica, la Iglesia militante y la triunfante vienen como a identificarse, a sobreponerse frecuentemente. Esta es la razón que nos ha movido a identificar la muchedumbre innumerable de
Rev_7:9 con los 144.000 siervos de Dios sellados en la frente de los versículos precedentes 22.
La inmensa turba toma parte, juntamente con los espíritus celestiales, en la gran liturgia del cielo, en el sacrificio de alabanza, el más grato al Señor (v. 10-12). En su acción de gracias entonan un cántico en el que reconocen que la salvación de que gozan la han recibido del que está sentado en el trono y del Cordero. Porque éstos son los únicos que la pueden dar. El cántico de alabanza va dirigido a ambos, con lo cual confiesan su unidad y hablando en lenguaje teológico la consubstancialidad del Padre y del Hijo. La expresión
salud (óùôçñßá)
á nuestro Dios parece ser una traducción del
hosanna de los judíos, que era empleado especialmente en las manifestaciones religiosas de la fiesta de los Tabernáculos 23.
Las miríadas de ángeles que estaban en torno al trono de Dios, los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes, se unen a la aclamación de los mártires postrándose en tierra y respondiendo con un solemne
amén (v.11). Luego entonan una doxología de alabanza a Dios, que consta de siete términos (v.12). Con este septenario de plenitud y totalidad se celebran la sabiduría y el poder divinos, por haber hecho triunfar a tan inmensa multitud. En primer lugar es
la bendición que le ofrecen todas las criaturas. De este colosal cántico de bendición de toda la creación tenemos como un eco lejano en el canto: Bendecid todas las obras del Señor al Señor 24. Después es la
gloria, es decir, la manifestación de la grandeza de Dios, que invita a la alabanza, de la cual está llena toda la tierra 25. La
sabiduría, que el mismo Dios pregona en el libro de Job, describiéndonos las maravillas de la creación, en que resplandece la sabiduría del Creador 26. La
acción de gracias, la cual es debida a Dios por los innumerables beneficios que derrama en todas las criaturas, especialmente en los seres racionales, a quienes hace participantes de su propia bienaventuranza.
Honor es el reconocimiento de la excelencia de una persona, y ¿quién más excelente que Dios, y a quién es más debido el reconocimiento de esa excelencia? El
poder soberano para regir a nadie puede competir mejor que al que por derecho propio reina sobre la creación entera. Finalmente, la
fortaleza, o mejor,
la fuerza con que subyuga a cuantos se le oponen, sometiéndolos a su ley, conviene de modo especial a aquel que es llamado el
todopoderoso. Todos estos atributos los posee Dios, no por algún tiempo determinado, sino
por los siglos de los siglos. Así, los cielos y la tierra, los ángeles y los hombres se juntan, en esta solemnísima liturgia celeste, para aclamar a una al Dios soberano, que está sentado en el trono, y al Cordero.
A continuación (v.13-17) San Juan va a determinar mejor quiénes son los que forman esa muchedumbre incontable. Y en un diálogo entre uno de los veinticuatro ancianos y el vidente de Patmos, muy propio del estilo apocalíptico, aquél le responde: Estos son ios
que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero (v.14). La gran tribulación de que se habla aquí no es precisamente la de los últimos tiempos, es decir, la del juicio final, sino que probablemente se refiere a la persecución de Nerón, tipo de todas las persecuciones antirreligiosas de todos los tiempos. La muchedumbre vestida de túnicas blancas, lavadas en la sangre del Cordero, no comprende únicamente a los mártires de la persecución neroniana, sino también a todos los fieles purificados de sus pecados por el bautismo.
El sacramento del bautismo recibe de la sangre de Cristo la virtud de lavar y purificar las almas 27. El cristiano, que recibe por el bautismo la gracia de Dios, posee ya en sí mismo la vida. Vive la vida de la gracia, que es comienzo de la vida eterna, aun en medio de las tribulaciones de la vida presente. Después vendrá la plena expansión de esa vida en el cielo. Así entendido este pasaje, se explica bien la expresión un tanto extraña:
lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero. Es la sangre de Cristo, que lava y purifica las almas de los pecados contraídos. Esta metáfora de la sangre de Cristo que blanquea, quitando los pecados, se encuentra en otros lugares del Nuevo Testamento 28. La imagen del Apocalipsis debe de provenir de
Exo_19:10.14 y
Gen_49:11.
La felicidad celestial de los bienaventurados es concebida como una liturgia continua, en donde las almas ejercen
día y noche su sacerdocio delante del trono de Dios dentro del templo celeste (v.15). Es la plena expansión de la idea que ve en los cristianos un
reino de sacerdotes 29. El Dios omnipotente,
que esta sentado en el trono, extenderá sobre ellos su tienda para protegerlos de las inclemencias del tiempo. Yahvé es presentado como un jeque beduino que acoge con suma hospitalidad a los viandantes fatigados por el largo caminar a través del desierto de este mundo. Con la venida de Cristo a este mundo, Dios
montó su tienda entre nosotros 30. De la misma manera que Dios protegió a Israel en el desierto con su sombra protectora, o la
She-kina, así también ahora Dios protege a sus elegidos habitando en rnedio de ellos 31. Pero la habitación indefectible y eterna de Dios entre los suyos sólo tendrá plena realización en el cielo. Allí los elegidos gozarán de una salud plena y perfecta, pues Dios los librará de todas las miserias de la presente vida. No
tendrán hambre ni sed, ni sufrirán los ardores del sol, ni el dolor y la tristeza (v.16) 32. El mismo Cristo ios
apacentará como pastor y
los conducirá a las fuentes de la vida eterna (v.17), pues Jesucristo es el camino verdadero y único para ir al Padre 33, es la fuente de la vida 34. El profeta Isaías se había expresado ya en términos casi idénticos: No padecerán hambre ni sed, calor ni viento solano que los aflija. Porque los guiará el que de ellos se ha compadecido, y los llevará a aguas manantiales 35. En el Antiguo Testamento es frecuente comparar a Yahvé con un pastor que apacienta sus ovejas y las conduce a la majada 36. Jesucristo se llama a sí mismo el buen Pastor, que conoce a sus ovejas y las defiende de los lobos rapaces 37. Es también
la. fuente de la vida sobrenatural para todos los que creen en El 38. Dios y el Cordero habitarán entre sus ovejas, entre sus elegidos, y serán su templo, su sol y su protección 39. El mismo Dios
enjugará las lágrimas de sus ojos (v.17), es decir, los consolará y ya no permitirá que sufran más. Isaías, al hablarnos del festín mesiánico que Yahvé dará en Sión a todos los pueblos, también da realce a la idea de felicidad que experimentarán todos en aquellos tiempos, diciendo: Y destruirá la muerte para siempre, y enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, y alejará el oprobio de su pueblo, lejos de toda la tierra 4°. Estas figuras tan dulces y emocionantes reaparecerán en los dos últimos capítulos del Apocalipsis.
1
Rev_6:17. Cf. M. García Cordero, O.c. p.8s. 2 Cf.
Isa_11:12;
Eze_7:2; 37:9- 3 Cf.
Eze_43:2. 4
Rev_9:4;
Rev_14:1;
Rev_22:4. 5
Exo_12:13. 6
Exo_39:30. 7 Is 44:5- 8
Eze_9:4-6. 9 fií'
Stg_2:113. 10 Cf. Pastor de Hermas, SimíL 9:16:2-4. 11 Cf. Ap is.ióss; 14:9; 16:2; 19:20; 20:4. 12 Cf.
Gal_6:16;
Stg_1:1;
1Pe_1:1. 13 Cf. T. Martín,
Discusión sobre el Apocalipsis. ¿Cuáles son los señalados?: Ilustración del Clero 16 (1922) 308-309.310-312.339-341; J. M. Bover, 144.000
signati: EstEcl n (1932) 535-547; R. E· Murphy,
The Epistle for All Saints (Ap 7:2-22): American Ecclesiastical Review 121 (1949) 203-209. 14 Rom H.25SS. Cf. M. García Cordero, o.c. p.57 15 Cf. S. Bartína, o.c., p.6y3. 16 Cf.
Testamento de Dan 5; Strack-Billerbeck o.c. III p.804. 17 San Ireneo,
Adv. haer. 5:30:2; San Hipólito,
De antichristo 14: PG 10:737. 18
Gen_12:3;
Gen_28:14. 19
Mat_28:19. 20
Gal_3:28. 21 Cf. M. García Cordero, o.c. p.5g. 22 Cf.
Rev_7:4-8. 23 La expresión óùôçñßá era un término muy usado en las religiones paganas en la épcca en que escribía San Juan. 24
Dan_3:52ss. 25
Isa_6:3. 26 Job 38ss. 27 Cf.
Rev_1:5. 28 Cf.
Heb_9:7ss;
1Jn_1:7. 29 Cf.
Rev_1:6;
5:101 20:6. 30
Jua_1:14; cf.
Eze_37:27;
Zac_2:14. 31
Exo_33:14-18;
Exo_34:9;
1Re_8:11-13.27;cf. J. Bonsirven./udai'smepaíest. I p. 130.20655.216. 32 Gf. Ap21,4- 33
Jua_6:47;
Jua_10:28. 34
Jua_4:10-14;
Jua_7:38; cf.
Rev_22:1. 35
Isa_49:10. 36 Gf.
Isa_40:11;
Eze_34:23;
Sal_23:1;
Sal_80:2;
Miq_7:14;
Zac_10:2. 37
Jua_10:14;
Heb_13:20;
1Pe_2:25;
1Pe_5:4. 38
Jua_4:14; 7:37- 39
Apo_21:3ss; 22:3-5- 40
Isa_25:8.