Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
La reina de Saba, en Jerusalén (10:1-10).
1
Llegó a la reina de Saba la fama que para gloria de Yahvé tenía Salomón, y vino para probarle con enigmas. 2
Llegó a Jerusalén con muy numeroso séquito y con camellos carga-dos de aromas, de oro en gran cantidad y de piedras preciosas. Vino a Salomón y le propuso cuanto quiso proponerle; 3
y a todas sus preguntas respondió Salomón, sin que hubiera nada que el rey no pudiera explicarle. 4
La reina de Saba, al ver la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, 5
los manjares de su mesa y las habitaciones de sus servidores, sus cometidos y los vestidos que vestían, los de los coperos, y los holocaustos que se ofrecían en la casa de Yahvé, fuera de sí, 6
Dijo al rey: Verdad es cuanto en mi tierra me dijeron de tus cosas y de tu sabiduría. 7
Yo no lo creía antes de venir y haberlo visto con mis propios ojos. Pero cuanto me dijeron no es ni la mitad. Tienes más sabiduría y prosperidad que la fama que a mí me había llegado. 8
Dichosas tus gentes, dichosos tus servidores, que están siempre ante ti y oyen tu sabiduría. 9
Bendito Yahvé, tu Dios, que te ha hecho la gracia de ponerte sobre el trono de Israel. Por el amor que Yahvé tiene siempre a Israel, te ha hecho su rey para que hagas derecho y justicia. 10
Dio al rey ciento veinte talentos de oro, una gran cantidad de aromas y de piedras preciosas. No se vieron nunca después tantos aromas como los que la reina de Saba dio al rey Salomón. La reina de Saba (
Sheba)
encaminóse a Jerusalén acaso movida por una doble finalidad: preparar un tratado comercial y admirar la sabiduría del soberano. Las naves hebreas y de Tiro que surcaban los mares ponían en peligro el comercio que se efectuaba hasta ahora entre pueblos y continentes por medio de las famosas rutas caravaneras. La reina de Saba, viendo mermados sus intereses, dirigióse a Jerusalén para pactar con Salomón y llegar a un acuerdo comercial. Diversas veces aparece en la Biblia la palabra Sheba (
Gen_10:30;
Gen_15:3;
Job_16:19). En
Isa_43:3;
Isa_45:14 se coloca el país de Saba en relación con Kus y Etiopía, y en
Gen_10:7, con Dedán. Ambos pueblos no estaban lejos de Tarsis (
Sal_72:10) 1.
La reina presentóse con numeroso séquito y con camellos (
Gen_37:25) cargados de aromas (
Exo_25:6;
Exo_30:23), oro y piedras preciosas. Gustaban mucho los orientales de proponer y solucionar enigmas (
Jue_14:10). Emplea la reina una fórmula de bendición (
Jue_5:21;
Jue_8:56) corriente en la que se emplea el nombre de Yahvé, lo cual no quiere significar que reconociera a Yahvé por único Dios, sino expresar que Israel estaba bajo la protección de un Dios muy activo y solícito de su nación, en comparación con otros de otras aciones. Cristo alude a la visita de la reina de Saba a Salomón (
Mat_12:42;
Luc_11:31) para condenar la incredulidad de los judíos de su tiempo. Antes de marcharse hizo la reina cuantiosos regalos a Salomón. También Hiram entregó a Salomón ciento veinte talentos de oro (
Luc_9:14) o sea, más de tonelada y media.
La nota de Hiram (Luc_10:11-13).
11
Las flotas de Hiram que traían el oro de Ofir trajeron también de Ofir gran cantidad de madera de sándalo y de piedras preciosas. 12
Con la madera de sándalo hizo el rey las balaustradas de la casa de Yahvé y de la casa del rey y arpas y salterios para los cantores. No vino después nunca más madera de ésta y no se ha vuelto a ver hasta hoy. 13
El rey Salomón dio a la reina de Saba todo cuanto ella deseó y le pidió, haciéndole, además, presentes dignos de un rey como Salomón. Después se volvió ella a su tierra con sus servidores. En un
ostrakon encontrado en
tell Qasileh, al norte de Jafa, se habla del oro de Ofir para Bet Horón, treinta siclos.2 De las excavaciones del mencionado
tell ha aparecido el antiguo puerto de Jafa, adonde llegaba la madera del Líbano para ser trasladada a Jerusalén 3. A este puerto llegaba también el oro de Ofir, lugar que se encontraba en las costas de Arabia4. La naturaleza de las maderas que trajeron las naves de Hiram es desconocida. Se supone que
almuggim, por metátesis de
algummim (2
Crón 9:10-11), designa la madera de sándalo. Toda ésta se utilizó en obras de ornamentación del templo, tales como balaustradas (
mis'ad = apoyo) e instrumentos músicos.
Riquezas de Salomón (10:14-25).
14
El peso de oro que cada año llegaba a Salomón era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 15
además del que como tributo recibía de los grandes y pequeños mercaderes, de los príncipes de los beduinos y de los intendentes de la tierra. 16
Hizo también el rey Salomón doscientos grandes escudos de oro macizo, para cada uno de los cuales empleó seiscientos siclos de oro, 17
y otros trescientos escudos de oro macizo, para cada uno de los cuales empleó tres minas de oro, y los puso en la casa Bosque del Líbano. 18
Hizo también el rey un gran trono de marfil, que cubrió con láminas de oro purísimo. 19
Seis gradas tenía el trono, y el respaldo era arqueado, y tenía dos brazos, uno a cada lado del asiento, y junto a los brazos dos leones, 20
y doce leones en las gradas, uno a cada lado de cada una de ellas. No se ha hecho nada semejante para rey alguno. 21
Todas las copas del rey Salomón eran de oro y toda la vajilla de la casa Bosque del Líbano era de oro macizo. No había nada de plata; no se hacía caso alguno de ésta en tiempos de Salomón, 22
porque el rey tenía en el mar naves de Tarsis con las de Hiram, y cada tres años llegaban las naves de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavones. 23
Fue el rey Salomón más grande que todos los reyes de la tierra por las riquezas y la sabiduría. 24
Todo el mundo buscaba ver a Salomón para oír la sabiduría que había puesto Yahvé en su corazón; 25
y todos le llevaban presentes, objetos de plata, de oro; vestidos, aromas, caballos y mulos, y todos los años era lo mismo. El oro que llegaba cada año a Salomón tenía un valor fabuloso. Comenta Colunga que la suma de seiscientos sesenta y seis talentos de oro es colosal. El talento equivalía a tres mil siclos; éste a unos catorce gramos; luego el talento correspondía a cuarenta y dos kilogramos de oro. La suma de seiscientos sesenta y seis talentos equivale a unas veintiocho toneladas de oro, o sea, setenta y ocho millones de pesetas oro. Pero puede ser que el número seiscientos sesenta y seis, que reaparece en
Rev_13:18 como nombre de la bestia, tenga sentido simbólico. La cifra puede provenir de la suma de ciento veinte (
Rev_9:14), más cuatrocientos veinte (
Rev_9:28), más ciento veinte (
Rev_10:10). Construyó Salomón muchos escudos de oro, doscientos de los grandes (
sinnah),
que cubrían todo el cuerpo, y trescientos de los pequeños (
maguen).
Para cada uno de los primeros se utilizaron seiscientos siclos de oro (unos 6:7 kgs.); para los segundos, tres minas de oro cada uno (2,07 kgs.). El trono construido llamábase de marfil por contener muchas incrustaciones de este material. Empleábase el marfil para la fabricación de muebles en Fenicia, Siria, Palestina, Mesopotamia y Egipto (22:39;
Amo_3:15;
Amo_6:4;
Eze_27:15;
Rev_18:12). Las mejores fuentes de riqueza eran las famosas
naves de Tarsis. Mucho se ha discutido acerca del significado de la palabra
Tarsis, que acaso corresponde a
fundición; las naves de Tarsis exportaban a las diferentes naciones los metales de las fundiciones de Asiongaber, cobrando la mercancía en oro. El texto bíblico habla siempre de naves de Tarsis (
Rev_10:22;
2Cr_9:21). En la segunda parte del verso 21 del texto último mencionado se dice que las naves iban (
halekot)
a Tarsis, verbo que un copista pudo añadir erróneamente, como hizo la Vulgata en
1Re_10:22. También en
2Cr_20:36 se encuentra la expresión ir a Tarsis, pero quizá el texto deba corregirse conforme aL
Rev_22:49 (Garofalo) 5.
Los carros (Rev_10:26-29).
26
Reunió carros y caballos· Tenía mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, que puso en las ciudades donde tenía los carros, y en Jerusalén, cerca del rey. 27
El rey hizo que en Jeru-salén abundara la plata como las piedras, y los cedros fueron tan numerosos como los sicómoros que crecen en el llano. 28
Los caballos los traía de Musri y de Coa; una caravana de comerciantes del rey los compraba a un precio determinado; 29
un tiro de carro venía a costar, al salir de Musri, seiscientos siclos de plata, y un caballo, ciento cincuenta siclos. Traíanlos también al mismo tiempo para los reyes de los jéteos y los de Siria. En algunas ciudades concentró Salomón los carros de combate, desconocidos antes en Israel. Según el códice B, disponía Salomón de cuatro mil carros, con tres hombres cada uno, obteniéndose de esta manera la suma de doce mil jinetes adictos al servicio de los carros de combate. Los caballos importábanse de Coa, pequeña ciudad de las costas de Cilicia; Musri hallábase al norte de la misma región, cuya riqueza principal consistía en la cría de caballos (Herodoto, 3:90), entregando anualmente trescientos caballos blancos a Darío. Salomón negociaba con los caballos de Musri y Coa; los traía de allí para él y para los países vecinos, Siria y el reino de los hititas, a quienes los revendía a precios más remuneradores.
Hasta el presente nos ha hecho ver el autor sagrado la prosperidad del reinado de Salomón en todos los órdenes: religioso, militar, administrativo y político. A partir del próximo capítulo se nos enseña el reverso de la medalla, con la exposición de las causas que llegaron a empañar tanta gloria y adelantaron la escisión del reino.