Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Sansón en Gaza (16:1-3).
1
Fue Sansón a Gaza, donde había una meretriz, a la cual entró. 2
Se les dijo a las gentes de Gaza: Ha venido aquí Sansón. Y le cercaron y estuvieron toda la noche en acecho cerca de la puerta de la ciudad. Se estuvieron tranquilos durante la noche, diciéndose: Al alba le mataremos. 3
Sansón estuvo acostado hasta media noche. A media noche se levantó, y, tomando las dos hojas de la puerta de la ciudad con las jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las llevó a la cima del monte que mira hacia Hebrón.
Sansón tenía buena musculatura,
pero el corazón débil. Desde Leji (texto de los LXX) marchó a Gaza (
Jos_13:3). La fama que aureolaba a Sansón hizo que se esparciera la voz de su presencia en la ciudad. Inmediatamente las autoridades tomaron las medidas oportunas para apresarlo. Durante todo el día (no toda la noche, como se lee en TM) se pusieron guardias a la puerta de a ciudad para impedir su salida, mientras algunas patrullas volantes recorrían sus calles para localizarle. Sucedió que Sansón, al terminar sus quehaceres, entró en casa de una meretriz (
Jos_11:1;
Jos_2:11). Había ya anochecido cuando supieron su paradero, por lo cual las autoridades no juzgaron oportuno proceder inmediatamente a su detención, porque, entre los antiguos,
el sueño era considerado como algo sagrado, no pudiéndose matar a nadie durante el mismo (
Exo_14:20;
1Sa_19:11). Durante la noche se cerraban las puertas de la ciudad, y, juzgando que Sansón no podría escapar, los guardias se retiraron a descansar, conviniendo en matar a Sansón al rayar el alba del día siguiente. Pero Sansón se levantó de noche, arrancó las puertas de la ciudad con jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las llevó a una colina vecina, al este de la ciudad, desde donde se divisaban los montes de Hebrón. De Gaza a Hebrón hay más de setenta kilómetros. Por lo mismo, no puede admitirse la interpretación de los que hacen andar a Sansón todo este recorrido con las puertas a la espalda.
Dalila traiciona a Sansón (1Sa_16:4-14).
4
Después amó a una mujer del valle de Sorec, de nombre Dalila. 5
Los príncipes de los filisteos subieron a ella y la dijeron: Sedúcele para saber en qué está su gran fuerza y cómo podríamos apoderarnos de él, para atarle y castigarle. Si lo haces, te daremos cada uno mil cien siclos de plata. Dijo, pues, 6
Dalila a Sansón: Dime, te ruego, en qué está tu gran fuerza y con qué habrías de ser atado para sujetarte. 7
Sansón respondió: Si me atasen con siete cuerdas húmedas, que no se hubieran secado todavía, me quedaría sin fuerzas y sería como otro hombre cualquiera. 8
Subiéronle los príncipes de los filisteos las siete cuerdas húmedas, sin secar todavía, y ella le ató con ellas. 9
Como tenía en su cuarto gentes en acecho, le gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! El rompió las cuerdas como se rompe un cordón de estopa cuando se le pega fuego, y quedó desconocido el secreto de su fuerza. 10
Dalila dijo a Sansón: Te has burlado de mí y me has engañado. Dime, pues, ahora con qué hay que atarte. 11
El le dijo: Si me atan con cuerdas nuevas que no hayan sido empleadas para ningún otro uso, me quedaré sin fuerzas y seré como otro cualquiera. 12
Dalila cogió cuerdas nuevas y le ató con ellas. Después le gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! pues tenía en el cuarto gentes en acecho. El rompió como un hilo las cuerdas que tenía en los brazos. 13
Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora te has burlado de mí y no me has dicho más que mentiras. Dime de una vez con qué hay que atarte. El le dijo: Si entretejes con un lizo las siete trenzas de mi cabeza y las fijas con una clavija de tejedor, me quedaré sin fuerzas y seré como otro hombre cualquiera. 14
Dalila le adormeció y entretejió con un lizo las siete trenzas, las fijó con la clavija de tejedor y le gritó: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y despertando de su sueño, arrancó la clavija y el entretejido, y quedó desconocido el secreto de su fuerza.
Enamoróse Sansón de una mujer de Sorec (la actual Surte, en el valle Serar, a cuatro kilómetros de Sora), llamada así por sus famosos viñedos (
Isa_5:2;
Jer_2:21). No dice el texto si esta mujer era filistea o hebrea, pero se presume que era israelita. Dalila es de significación incierta en hebreo; en árabe significa la
indicadora, por lo cual puede dudarse si era éste su nombre primitivo o un sobrenombre que le dio la tradición popular por razón de su comportamiento con Sansón. Los príncipes (
sarnim, Jos_13:9) de los filisteos entran en trato con Dalila para apoderarse de Sansón y le ofrecen por sus servicios una cantidad, que, traducida en números, repreresenta una suma considerable, que Hummelauer, a últimos del siglo pasado, valoraba en 250.000 francos. Sin embargo, la mayoría de los expositores estima que se trata de una suma convencional que equivale a decir que le entregarían mil siclos y que estaban dispuestos a elevar aún esta cantidad. Para no impresionar a Dalila, los príncipes no hablan de dar muerte a Sansón, sino solamente de apoderarse de él y castigarle. Estaban interesados en que Dalila arrancara de Sansón el secreto de su fuerza, o, en otras palabras, de dónde provenía el que su fuerza fuese tan grande. Para los primitivos, el origen de este vigor extraordinario no puede ser más que un mana, que está sujeto a fuerzas mágicas; por esto mismo, Sansón señala de hecho recetas mágicas para destruir esta fuerza. En el v.17 indica Sansón el origen sobrenatural de su fuerza. El número siete, que emplea Sansón, es un número sagrado, y aquí, según Lagrange, tiene valor de encanto mágico.
Sansón Cede a los Halagos de la Mujer (Jos_16:15-20).
15
Ella le dijo: ¿Cómo puedes decir que me quieres, cuando tu corazón no está conmigo? Por tres veces te has burlado de mí y no me has descubierto en qué está tu gran fuerza. 16
Y le importunaba incesantemente, siempre insistiendo en su demanda, hasta llegar a producirle un tedio de muerte. 17
Y le abrió de par en par su corazón, diciendo: Nunca ha tocado la navaja mi cabeza, pues soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rapasen, perdería mi fuerza, quedaría débil y sería como todos los otros hombres, 18
Dalila vio que en verdad le había abierto de par en par su corazón; y mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciéndoles: Subid, que esta vez ya me ha abierto de par en par su corazón. Subieron, llevando el dinero en sus manos. 19
Le durmió ella sobre sus rodillas, y, llamando un hombre, hizo que raparan las siete trenzas de la cabellera de Sansón, que comenzó a debilitarse. Había perdido su fuerza, 20
y ella le dijo entonces: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! El se despertó, diciendo: Saldré como tantas otras veces y me sacudiré, pues no sabía que Yahvé se había apartado de él.
Dalila puso en juego toda su astucia femenina para ablandar el corazón del héroe, presionándole hasta causarle angustias de muerte. Por fin, Sansón sucumbió. Rapada su larga cabellera por un hombre llamado al efecto,
quedaba violado el voto del nazareato y, como consecuencia,
le retiraba Dios el carisma de la fuerza que le habla otorgado en vistas a su misión, quedando reducido a la condición
de un hombre cualquiera. Durante toda su vida se mostró Sansón infiel a su condición de
nazir: banqueteaba como los otros ingiriendo bebidas alcohólicas, que le estaban prohibidas; diversas veces había tenido contacto con cadáveres, y, por fin, no supo conservar intacta su larga cabellera, que era
el signo externo más característico de su total consagración a Yahvé. La historia de Sansón nos enseña a qué grado de inconsciencia puede llegar un hombre que da rienda suelta a la sensualidad.
Venganza y Muerte de Sansón (Jos_16:21-31).
21
Los filisteos lo tomaron prisionero, le sacaron los ojos y, llevándole a Gaza, le encadenaron con doble cadena de bronce, y en la cárcel le pusieron a hacer dar vueltas a la muela. 22
Entretanto, volvieron a crecerle los pelos de la cabeza, después de haber sido rapada. 23
Los príncipes de los filisteos se congregaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y, para regocijarse, decían: Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo. 24
El pueblo, al verle, alababa a su dios, diciendo: Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a nuestro enemigo, al que asolaba nuestra tierra y mató a tanta gente. 25
Cuando su corazón se alegró, dijeron: Que traigan a Sansón para que nos divierta. 26
Sansón fue sacado de la cárcel y tuvo que bailar ante ellos. Habíanle puesto entre las columnas, y Sansón dijo al mozo que le hacía de lazarillo: Déjame tocar las columnas que sostienen la casa, para apoyarme. 27
Estaba la casa llena de hombres y mujeres. Allí estaban los príncipes de los filisteos, y había sobre el techo más de tres mil personas, hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón. 28
Entonces invocó Sansón a Yahvé, diciendo: Señor, Yahvé, acuérdate de mí; devuélveme la fuerza sólo por esta vez, para que ahora me vengue de los filisteos por mis dos ojos. 29
Sansón se agarró a las dos columnas centrales que sostenían la casa, y, haciendo fuerza sobre ellas, sobre la una con la mano derecha, sobre la otra con la mano izquierda, 30
dijo: ¡Muera yo con los filisteos! Tan fuertemente sacudió las columnas, que la casa se hundió sobre los príncipes de los filisteos y sobre todo el pueblo que allí estaba, siendo los muertos que hizo al morir más que los que había hecho en vida. 31
Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron, y le sepultaron entre Sora y Estaol, en la sepultura de Manué, su padre. Juzgó a Israel durante veinte años.
Los filisteos se apoderaron fácilmente de su enemigo, al cual le arrancaron los ojos, suplicio muy frecuente entre los orientales (
1Sa_11:2;
2Re_25:7;
Jer_52:11; texto de los LXX), y, atado de manos y pies con una doble cadena de bronce, lo condujeron a Gaza, condenándole a dar vueltas a la muela, trabajo propio de mujeres y esclavos (
Exo_11:5;
Isa_47:2). Su cabeza volvió a poblarse, pero no por ello debía renacer su fuerza extraordinaria de antes. Tratado como un esclavo y blanco de las burlas de los filisteos, reflexionó Sansón sobre su conducta e infidelidad a la misión para la cual Dios le había escogido.
Su oración debió de ser ferviente; su arrepentimiento, verdadero, por lo cual Dios le concedió de nuevo el carisma de la fuerza que le había retirado. Dagón era una divinidad semita, protectora del trigo (
dagan),
muy venerada en todo el Oriente Medio desde Babilonia al Mediterráneo. Los filisteos adoptaron a este dios, rindiéndole un culto especial en Azoto (
1Sa_5:2;
1Ma_10:84;
1Ma_11:4) y Gaza. Más tarde esta divinidad fue identificada falsamente con una divinidad con cuerpo de pez (
dag).
Junto al dios se veneraba a Atargates (
2Ma_12:26).
Los príncipes y todo el pueblo aclamaban a su dios por haberles librado de Sansón, su enemigo. Cuando su corazón se alegró por el mucho vino, reclamaron su presencia para que les divirtiera. Obligado a bailar al son de instrumentos y zarandeado de una parte a otra, fue el hazmerreír de toda aquella gente ebria de vino y de triunfo. Ya agotado, se le concedió un leve descanso a la sombra de una terraza sostenida por columnas. Sansón pidió a su lazarillo que le permitiera apoyarse en una de las columnas de la casa, o de la sala cabe al templo, donde estaban reunidos los filisteos para consumir el resto de las víctimas ofrecidas en sacrificio (
2Ma_9:46;
1Sa_1:9;
1Sa_9:22). Entonces Sansón
invocó a Dios, pidiéndole le devolviera la fuerza de otro tiempo. Al tener conciencia
de que Dios había oído su oración, se agarró a las dos columnas centrales, sobre las cuales se apoyaba el edificio, y las sacudió con tanta fuerza que la casa se hundió, quedando él mismo sepultado, junto a un gran número de filisteos, entre los escombros.
No cabe hablar de suicidio directo y voluntario en este caso de Sansón, ya que él quiso directamente la muerte de sus enemigos, los filisteos, y sólo indirectamente atentó contra su vida propia. A pesar de sus debilidades, Sansón pasó a la historia con la fama de un juez que hizo justicia a los enemigos de su pueblo,
gracias a un carisma que le otorgó Dios gratuitamente. San Pablo
alaba su fe y confianza en Dios (
Heb_11:32). El autor sagrado recogió de la tradición popular esta historia, conservando toda su ingenuidad y los rasgos humorísticos e hiperbólicos con que la había revestido la imaginación de un pueblo que admiraba la bravura de los héroes de la independencia nacional. La historia de Sansón confirma la tesis que el autor sagrado ha desarrollado en todo el libro a base de hechos históricos anecdóticos.
1 P. Humbert,
Les métamorphoses de Samson en Vempreinte israélite sur la légende de Sam-son: Revue d'Histoire des Religions, 80 (1919) 154-170; A. Lods,
Quelques remarques sur l'histoire de Samson: Actes du Gongrés International d'Histoire des Religions (París 1923) 504-516: E. Kalt, Samson, (Freiburg 1912).
1 Levesque: RB 7 (1900) 5955.