Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 28.
La visita de las mujeres al sepulcro, 28:1-7 (Mar_16:1-11; Luc_24:1-11; Jua_20:1-2).
1
Pasado el sábado, ya para alborear el día primero de la semana, vino María Magdalena, con la otra María, a ver el sepulcro. 2
Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. 3
Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. 4
De miedo de él temblaron los guardias y se quedaron como muertos. 5
El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. 6
No está aquí, ha resucitado, según lo había dicho. Venid y ved el sitio donde fue puesto. 7
Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que os precede a Galilea; allí lo veréis. Es lo que tenía que deciros. La escena descrita por el evangelista tiene ya en su comienzo una dificultad clásica. En su texto griego, el capítulo 28 de Mt comienza con la palabra
opsé (üøÝ). Dice
Opsé del sábado (óáââÜôùí). El plural que pone (óáâñÜôùí) "designa el día del sábado considerado en todas sus horas y ceremonias, al alumbrarse el primer día de la semana.
La Vulgata, los códices latinos y las versiones siríacas y coptas traducen el
opsé por
vespere, la
víspera, el atardecer. De aquí resultaría que la visita de las mujeres al sepulcro sería en el atardecer del final de la semana del sábado.
Pero esta versión tiene serios inconvenientes:
1) Va contra lo que dicen los otros evangelistas, que ponen la ida de las mujeres pasado el sábado, cuando ya había salido el sol (
Mar_16:2;
Jua_20:1;
Luc_24:1).
2) Va contra la profecía de Cristo de que estaría tres días en el sepulcro. Cuando las mujeres van, ya Cristo resucitó. Pero, si van en la tarde del sábado, es que resucitó entonces. Pero, enterrado el día antes, viernes, antes de la puesta del sol cómputo judío del día , sólo estaría Cristo en el sepulcro un poco del viernes y lo que iba del sábado.
3) El segundo miembro de la frase de Mt estaría en oposición con la primera. Pues en aquél se dice que esto sucedía en el lucir del
primer día de la semana. Este término, normalmente, significa la aurora. En Lc (
Luc_23:54), al sepultar a Cristo, se dice que era el día de la Parasceve, y estaba para
lucir el sábado. En Lc, el contexto exige lucir, y alude con ello, probablemente, a la costumbre judía de encender abundantes lámparas en la tarde comienzo del sábado.
Pero si en la
aurora del
primer día de la semana vienen las mujeres al sepulcro, la primera parte del versículo no puede ser traducida por
la víspera (o en el atardecer)
del sábado, puesto que ellas no van al sepulcro el sábado, último día de la semana que terminaba, sino en la aurora del primer día de la semana que comenzaba. La traducción, pues, ha de ser otra.
'ÏøÝ no sólo significa víspera o tarde, sino que significa también después ! Y no sólo significa después, sino que puede significar después de bastante o de mucho tiempo 2. San Gregorio Niseno, buen conocedor del griego, asegura que, en las fórmulas de este tipo,
opsé no significa tarde, sino después de un largo tiempo 3. Y éste es el sentido que aquí le conviene. Por eso, su traducción es:
Después del sábado,
al alborear del primer día de la semana., vienen las mujeres al sepulcro.
¿Cuál es la finalidad de la visita de estas mujeres al sepulcro? Según Mt, vinieron para verlo. Esto mismo confirma la interpretación anterior, pues esto exigía que no viniesen de noche.
Pero esta imprecisión de Mt es aclarada por Mc (
Luc_16:1) y Lc (
Luc_24:1): venían trayendo aromas que habían preparado (Lc) para ungirlo (Mc). La rapidez con que se había embalsamado el viernes el cuerpo del Señor debió de ser un poco precipitada y provisional. Precisamente aquella misma tarde, las mujeres habían preparado aromas y mirra (
Luc_23:56) para volver, pasado el reposo sabático pascual, a terminar aquella obra de amor a su Maestro.
Esta divergencia es debida a elementos redaccionales. Acaso Mt pensó en la inutilidad, por lo antes dicho, de volver al sepulcro para un reembalsamamiento, y lo redactó de otra manera: vienen a ver el sepulcro por afecto o para orar y llorar ante él. Sin embargo, esto crea un problema. Cf.
Comentario a
Jua_19:39.
¿Quiénes son las mujeres que vienen al sepulcro? Mt cita a María Magdalena y la otra María, la misma fórmula con que las describió y dejó sentadas frente al sepulcro (
Jua_27:61), precisamente preparando introducirlas nuevamente en escena aquí. Pero esta otra María es, sin duda, la que él describe poco antes, en compañía de Magdalena, llamándola María, la madre de Santiago y José (
Mat_27:56).
Mc deja junto al sepulcro de Cristo a María Magdalena y María la de José, mirando dónde se ponía el cuerpo del Señor, para venir luego a ungirlo. Y así, pasado el sábado, pone en escena a María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé, que es la madre de los hijos del Zebedeo.
Jn sólo considera en esta venida, explícitamente, a María Magdalena (
Jua_20:1). Pero, implícitamente, reconoce que con ella misma venían más. Ya que, después que ve la piedra descorrida, vuelve corriendo a Pedro y le dice: Han tomado al Señor del monumento y no
sabemos (ïý÷ ïéäáìåí) dónde le han puesto (
Jua_20:2). Este pronombre personal
nosotras no sabemos, no tiene manifiestamente aquí el carácter de un plural mayestático; es la confirmación implícita de que con la Magdalena habían ido a visitar el sepulcro otras mujeres.
Es Lc el que completa la relación. Las nombra al hablar de la vuelta de la visita al sepulcro: Eran María la Magdalena, Juana y María la de Santiago, y
las demás que estaban con ellas (
Luc_24:10). Versículo que hay que poner en función de otro del mismo Lc, cuando, describiendo los conocidos que asistían al Calvario, cita a todos sus conocidos y a
las mujeres que lo habían seguido de Galilea (
Luc_23:49).
Aún en otro pasaje Lc da nuevos datos sobre este grupo. Juana, aquí citada, es Juana mujer de Juza, administrador de Herodes (Antipas) (
Luc_8:3; cf. Lc 8:l.3). Era un grupo de piadosas mujeres que habían sido curadas y que lo servían con sus bienes (Lc 8:l.3).
¿A qué hora hacen su venida? La forma de expresarlo los evangelistas aparece como una cita usual, aproximativa.
Mt dice que era al alborear el día. Mc-Lc, que muy de mañana; pero Mc añade que ya salido el sol (Üíáôåéëáíôïò ôïõ Þëéïõ). Jn, en cambio, parece precisarlo más. Magdalena viene a visitar el sepulcro de mañana, pero cuando había tinieblas.
No hay en todo ello más que un modo usual y, por tanto, un poco amplio de citar estos momentos.
Si Mc añade salido ya el sol, no hay que forzar la frase suponiendo una elipsis, como algún autor propuso, distinguiendo que muy de mañana salieron de casa y llegaron salido el sol, dado que la aurora es muy corta en Jerusalén. Salido el sol no exige ser interpretado en una frase usual, popular, que el sol está sobre el horizonte; puede ser sinónimo del comienzo de la aparición de la aurora 4.
Al comienzo de abril el sol se levanta (en Jerusalén) antes de las seis de la mañana 5. Es el momento aproximadamente indicado. Mc añadirá que era muy de mañana.
Las mujeres ignoran la guardia puesta en el sepulcro, pues, de lo contrario, no tendrían la pretensión de ir con aromas para el cadáver. De ahí su preocupación en rodar la gran piedra circular
golel con que había sido cerrado el sepulcro. Se necesitaban hierros, o un grupo de hombres para removerla.
El mensaje del ángel a las mujeres. Mc y Lc ponen el efecto que causó en las mujeres cuando vieron que la piedra había sido rodada del sepulcro (Lc-Mt).
Pero al ver así removida la piedra, Magdalena, que está entre ellas, no investiga más. Supone que hubo un robo. ¿Ignoraban el anuncio de la resurrección, al menos para el tercer día? ¿Qué forma tuvo el anuncio profético de Cristo? Pero de esta incredulidad participan todavía los apóstoles (
Luc_21:10.11;
Jua_20:8.9). Y Magdalena, más ardorosa, se da a correr para ver a Pedro y al otro discípulo a quien Jesús amaba y decirles que han tomado al Señor del monumento y no sabemos dónde lo han puesto (
Jua_20:2).
La tradición del cuarto evangelio no recoge la aparición del ángel a las mujeres. Magdalena, al ver desde cierta distancia la piedra removida, se dio a correr para comunicarlo a los apóstoles. Pero las otras mujeres se acercaron. Mt deja esta escena de una manera imprecisa; quita matices. Pero son Lc y Mc los que van a precisar este detalle.
Las mujeres, en una primera fase, entraron (Lc-Mc). Y, al no hallar el cuerpo del Señor, quedaron perplejas (Lc). Y es tanto ellas perplejas solo esto, se presentaron
dos hombres vestidos con vestiduras resplandecientes (Lc). Si Lc pone dos ángeles en lugar de uno,
es que así está en la fuente de su tradición. Así también habla de un solo endemoniado (
Jua_8:27) y de un solo ciego (
Jua_18:35), en lugar de dos, como hace Mt en estos mismos lugares paralelos.
Es lo que Mc presenta en una perspectiva más desdibujada. Pues:
a) Sólo presenta a un joven;
b) que está sentado a la derecha, sobre el sepulcro que estaba excavado a la derecha de la cámara funeraria. No es el de Mt, que está a la entrada y sentado sobre el golel;
c) vestido con una túnica blanca;
d) en conformidad con Lc, lo vieron después que entraron. ¿Por qué no lo vieron si estaba sentado sobre la piedra rodada de entrada? (Mt).
Mt presenta un solo ángel, pero con dos características muy bíblicas:
a) Es un ángel del Señor (Üããåëïò Êõñßïõ).
b) El aspecto del ángel era como de relámpago, y su ropaje, blanco como la nieve.
Al describir Mt a este ángel como un ángel del Señor, está conectando y evocando la misión del ángel de Yahvé en el A. Ô. 6
Pero, al describir la figura del ángel, Mt, frente a la descripción sobria que del mismo hacen los otros evangelistas, lo describe aquí con rasgos apocalípticos, que le van a prestar a él plastificar más acusadamente, en su forma literaria, el terror que su vista va a producir en la guardia de la custodia. Dice de él que su aspecto era como el relámpago, y su vestidura, blanca como la nieve. Ambas expresiones se encuentran en el libro de Daniel para describir apocalípticamente un ángel que se le apareció como un varón vestido de lino (
Dan_10:1-17), o el apocalíptico anciano de días. Así, del ángel que se aparece en forma de varón dice que su rostro era como la visión (fulgor) del relámpago (
Dan_10:6). Y del anciano de días dice que sus vestiduras eran blancas como la nieve (
Dan_7:9).
La tradición está muy oscilante sobre su número, situación, aspecto y vestido. Es tema que se estudiará en excursus después del c. 20 de Jn.
Mt pone, para dejar preparada la escena, que, cuando las mujeres vienen al sepulcro, un ángel bajó del cielo y removió la piedra del sepulcro, dejando éste abierto. No se trata en el texto de un terremoto ordinario, que puede abrir sepulcros, pues lo presenta como un hecho sobrenatural. El ángel, luego, se sentó sobre la piedra volcada, en señal de triunfo y en espera de las mujeres. La apertura del sepulcro no es para que salga el cuerpo glorioso de Cristo resucitado, sino para que entren las mujeres, y se pueda ver y comprobar que el cuerpo del Señor no está allí. Clon la vista de este ángel aterrador y con el sepulcro abierto, el piquete de guardia huye y va a justificarse. Ante este cuadro quedaron aterrados. ¿Quién, sino una acción sobrenatural, habría abierto un sepulcro, y aquel sepulcro?
No habiendo sido presenciado por nadie el ángel que remueve la piedra, esta afirmación el hecho de una acción sobrenatural para ello es una deducción y redacción teológica.
¿Cuándo fue la resurrección del Señor? Su hora no se sabe. No se puede estrechar la vinculación de la acción del ángel con la ida de las mujeres al sepulcro. En todo caso, debió de ser en la noche, a juzgar por las descripciones horarias evangélicas de la ida de las mujeres al sepulcro, y ésta ya había sido antes de su llegada.
Enterrado Cristo el viernes, permaneció en el sepulcro todo el sábado y resucitó el domingo. Los tres días de su anuncio se cumplieron. No había que tomarlos por días de veinticuatro horas. Tres días y tres noches era una expresión ya hecha para designar tres días, sin que requiriese esto el que fuesen días completos. Era un principio corriente que un día comenzado, o parte de un día, contaba para ciertas cosas como un día entero. Así se lee en la literatura rabínica que rabí Eleazar (sobre el año 100 d.C.) decía: Un día y una noche hacen una
kona (aquí veinticuatro horas); pero una
Ona comenzada vale como una
kona entera. Y también decían: Una fracción de día vale por un día entero. Y estos aforismos se aplican también al mes y al año 7.
El ángel, o los ángeles, tiene un
discurso a las mujeres. Las invita a deponer el terror, reacción natural ante lo sobrenatural y descripción frecuente en las angelofanías bíblicas (
Luc_1:13.30;
Luc_2:10, etc.). En Lc las mujeres están con la vista en el suelo, sea en señal de reverencia, sea por el fulgor de la luz de sus vestidos (Lagrange). Puede que haya en la descripción algunos elementos tradicionales. Benoit lo enfoca como un signo erróneo en ellas: deben de mirar al cielo, donde Cristo resucitado está, no ya a la tierra. En la ascensión es a la inversa: están mirando al cielo, y el ángel les dice que no miren más al cielo; Cristo partió y no volverá hasta la parusía 7.
El ángel les anuncia abiertamente la resurrección y les hace ver que es el cumplimiento de lo que les había dicho en varias ocasiones. El ángel entona el gran
Kerygma de la resurrección del Crucificado.
Luego las invita a la confirmación de ello, con la fórmula en uso, Venid y ved 8 el sepulcro vacío. Pero había un mensaje para los discípulos: ellas deben transmitirlo. Cristo les precede (ðñïÜãåé) ï conduce. Allí lo verán. Mc añade, en un tono de deferencia y perdón, a los discípulos y a
Pedro, o a éste como a jefe del grupo. Esta predicción de precederles a Galilea la hizo en el Cenáculo cuando les anunció que aquella noche se escandalizarían todos de El, pero después de resucitado os precederé a Galilea (
Mat_26:32;
Mar_14:28). Y a continuación Pedro protestó su lealtad y recibió la profecía de su negación.
En Lc, el ángel les recuerda lo que Cristo les dijo
estando en Galilea. Se refiere a la triple predicción que les hizo sobre su muerte y resurrección (
Mat_16:21;
Mat_17:22.23;
Mat_20:17ss y par.). Acaso se deba esto a que Lc orienta su evangelio hacia Jerusalén, lo mismo que cuenta todas las apariciones en Judea.
La ida a Galilea tenía por fin separarlos de aquel ambiente hostil y prepararlos más sobre el reino de Dios (
Hec_1:3).
Si en el mensaje del ángel, lo mismo que luego Cristo en su aparición a las mujeres, no les habla ni alude a sus próximas apariciones en Jerusalén a los apóstoles, en lo literario se debe a que a la catequesis primitiva le interesó desde el principio destacar el cumplimiento de la promesa de Cristo, camino de Getsemaní, sobre la cita que les hizo, precediendo El, en Galilea. ¿Por qué?
La aparición de Cristo resucitado a las mujeres,Hec_28:8-10 (Mar_16:8; Luc_24:9).
8
Partieron ligeras del monumento, llenas de temor y de gran gozo, corriendo a comunicarlo a los discípulos. 9
Jesús les salió al encuentro, diciéndoles: La paz con vosotras. Ellas, acercándose, le abrazaron los pies y se postraron ante El. 10
Dijoles entonces Jesús: No temáis, id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán. Los procedimientos redaccionales de los tres sinópticos presentan la marcha de las mujeres del sepulcro de modo distinto. En Mt van llenas de temor y gran gozo. 9.
Cristo les sale al encuentro y las saluda:
Jaírete, alegraos, pero probablemente es la traducción idiomática del saludo hebreo: shalom, paz.
Esta narración de Mt de la aparición de Cristo resucitado a estas
santas mujeres, ¿cuándo tiene lugar? ¿Asiste a ella
Magdalena? ¿El relato de Mc (
Luc_16:9-11) y Jn (
Luc_20:11-18) se refiere
a este mismo relato de Mt? Son una serie de preguntas que plantean una dificultad ya clásica, y con respuesta muy diversa, según los autores. Su solución es global a los tres problemas, dependiendo de la posición que se tome.
Si no existiese más que el evangelio de Mt, parecería que María Magdalena y la otra María habían ido
solas por la mañana a visitar el sepulcro y que se habían vuelto a comunicar la noticia a los apóstoles, y que en el camino se les había aparecido Jesucristo. No sería más que un efecto de perspectiva literaria, por efecto del procedimiento
sintético de Mt. Pero se sabe:
a) que habían ido con estas dos Marías otras
varias mujeres (
Luc_24:10;
Jua_20:2);
b) que Magdalena, si fue con ellas al sepulcro,
no entró ni tuvo conocimiento del anuncio del ángel sobre la resurrección del Señor, sino que, tan pronto vio la piedra removida, pensó en un robo del cadáver y se volvió corriendo a comunicarlo a Pedro (
Jua_20:1.2);
c) por el evangelio de Mc y Jn se sabe también que
¿Magdalena vio sola al Señor resucitado. Y hasta tal punto se dice esto, que la aparición del Señor resucitado a Magdalena, tanto en el evangelio de Juan como en el final deuterocanónico de Mc, se narra esta aparición como
algo personal, destacado y exclusivo de ella. Mc llega a decir de las apariciones jerosolimitanas del Señor que se apareció
primero resucitado a María Magdalena (
Mar_16:9).
Por otra parte, la narración de Mt sobre la aparición del Señor a
Magdalena y a la otra María
no fue en el camino, a la vuelta del sepulcro, como parecería en una lectura superficial del texto. Y esto no sólo se deduce de lo que dice Jn (
Mar_20:1.2), sino también porque las mujeres, a la vuelta del sepulcro, saben, después del anuncio del ángel, que el Señor ha resucitado. Y conforme a la orden del ángel, así lo manifestaron a los discípulos, aunque éstos no lo creyeron (
Luc_24:10.11). Mas
no dicen que hayan visto al Señor. Pero Magdalena, no habiendo asistido al anuncio del ángel en el sepulcro, ignoraba la resurrección del Señor; tanto que, al llegar ella a Pedro y al otro discípulo, piensa que han
robado el cuerpo (
Jua_20:1.2).
También se sabe que, cuando las mujeres vienen del sepulcro a anunciar esto a los discípulos, no estaban con ellos Pedro y el otro discípulo, pues éstos salieron en seguida (
Jua_20:4) camino del sepulcro tan pronto como Magdalena les comunicó que habían
robado el cuerpo del Señor.
A esto no se opone lo que se lee en Lc (
Jua_24:12), el cual, después de relatar que las
mujeres, entre las que cita la primera a Magdalena, vuelven del sepulcro, añade que dijeron esto a los apóstoles (la resurrección y el anuncio del ángel), y a continuación narra cómo Pedro fue corriendo al monumento.
Lc sabía, aunque él explícita mente no lo relata, lo que había sido un tema muy destacado en la primera tradición cristiana: la aparición del Señor resucitado, privilegiadamente, a Magdalena. Y así la incluye
globalmente en el grupo de las mujeres a las que se les comunicó la resurrección del Señor.
Más aún, según el mismo Lc, cuando las mujeres fueron a comunicar la resurrección del Señor a los apóstoles
no estaba entre ellas Magdalena. Pues los apóstoles dicen a los discípulos de Emaús que nos asustaron ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento, no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que
habían tenido una visión de ángeles que les dijeron que vivía (
Luc_24:22.23). Pero Magdalena
no estaba con ellas durante esta aparición, como se ha dicho.
Por tanto, si Magdalena vio
la primera (Mc)
al Señor resucitado; y si las mujeres tuvieron también una
aparición del Señor resucitado, que, en el contexto de Mt, fue muy de mañana, pues la sitúan a la vuelta del sepulcro, del cual volvieron en seguida, y cuando fueron era muy de madrugada; esta coincidencia de horas y de otros rasgos literarios entre los relatos de Mt y de Jn hacen ver que este
relato de Magdalena está íntimamente relacionado en los dos evangelistas.
Para resolver esta dificultad de la aparición del Señor en el camino a las mujeres sin la presencia literaria de Magdalena, varios autores han supuesto un
segundo viaje de las mujeres al sepulcro, y en el cual tiene lugar esta aparición de Jesucristo 10.
Así se salvaría que, en la
primera vuelta del sepulcro para anunciar la resurrección del Señor a los apóstoles, Magdalena
no podía estar entre ellas, pues lo ignoraba; y, como es
citada expresamente en el contexto de Mt, se explicaría que, estando citada y no habiendo visto a Jesucristo, esta aparición no pudo ser en la primera vuelta del sepulcro,
sino en otra. Pero en esta otra
segunda visita, para excluir de ella a Magdalena, que tiene su aparición sola y peculiar junto al sepulcro (Jn-Mc), se supone que las mujeres, después de transmitir el mensaje a los apóstoles, vuelven pronto de nuevo al sepulcro, mientras Magdalena ya estaba allí con Pedro.
Y en este intervalo,
en este segundo viaje, pero ya
de vuelta las mujeres 'el sepulcro, sería cuando tuvo lugar esta aparición del Señor y el mensaje a todas,
incluida ya Magdalena, anunciando a los apóstoles la resurrección del Señor.
Esta solución, basada en un segundo viaje al sepulcro, aparte que no está dicho ni insinuado en el texto, no se ve, para justificarlo, ni necesidad exegética ni tiene tampoco una satisfactoria explicación psicológica. Supone muchas cosas y parece todo ello muy artificioso. De hecho:
1) No explica psicológicamente a qué van estas mujeres al sepulcro cuando ya sabían que el Señor había resucitado.
2) No explica los rasgos afines que hay entre el relato colectivo de Mt y el personal de Magdalena de Jn-Mc.
3) Caben otras explicaciones sin recurrir forzosamente a ese segundo viaje.
La solución hoy más seguida por los autores consiste en
identificar la aparición personal de Jn (
Luc_20:11-18) y Mc (
Luc_16:9-11) con la aparición colectiva que Mt refiere de las mujeres a la vuelta del sepulcro (
Mat_28:9.10).
El primero que propone esta teoría en el siglo XVII es Lighfoot, en su
Horae Hebraicae, al comentar
Mat_28:9. Hoy lo siguen autores de gran nota 11.
Los fundamentos principales en que se basan para sostener esta identificación son:
1) Magdalena, según Mt, como se ha notado (
Mat_28:19), vio a Jesucristo resucitado.
2) Según Mc, Magdalena fue
la primera que vio al Señor resucitado (
Mar_16:9), y ella fue quien
lo anunció a los apóstoles, pero oyendo que vivía y que había sido
visto por ella, no lo creyeron (
Mar_16:10.11).
3) En el evangelio de Jn, cuando Magdalena va al sepulcro con las otras mujeres y vuelve ella antes de la aparición de los ángeles, dice a Pedro que no
sabemos dónde han puesto el cuerpo. Es decir,
se incluye ella con otras. 4) Es conocido, y muy usado en el
evangelio de Mt, el plural de categoría, por lo que se atribuye a un grupo o colectividad, por algún motivo
real o literario, lo que sólo corresponde a una persona 12. Por lo que parece que Mt haya utilizado aquí este procedimiento literario, en cuyo caso la aparición que pone de Jesucristo a las mujeres a la vuelta del sepulcro sería un plural de categoría. De hecho, él sólo cita a
María Magdalena y a la otra María (Mt 28:
Mat_1:8-10), con lo que intentaría referir la aparición hecha sólo a Magdalena, de tan gran resonancia en la primitiva tradición y catequesis cristiana, aunque expresado por la
categoría de aparición a mujeres.
5) Los rasgos afines que se hallan entre la narración de Mt y la de Jn-Mc:
a) María Magdalena es la
misma protagonista en ambas escenas.
b) Cristo saluda en ambas apariciones, aunque en Mt es un saludo vago y genérico (×áßñåôå) y en Jn es un saludo concreto y personal (Ìáñßá).
c) En ambas narraciones, Magdalena abraza los pies del Señor. El Noli me tangere de Jn es en griego un imperativo presente negativo con
?,?, y significa, no que no comience una acción, sino que se interrumpa una acción ya comenzada 13. Por eso no hay oposición ninguna entre el pasaje de Juan: No me abraces, y el de Mt cuando dice que las mujeres abrazaron los pies del Señor. Pues el texto de Juan supone que Magdalena le abrazó los pies, pero que Cristo le manda después que se retire.
d) En ambas narraciones, Cristo da el mismo encargo a las que lo escuchan: que vayan a los discípulos a transmitir un mensaje. Mt destaca la aparición en Galilea; Jn, la próxima ascensión o vuelta al Padre, que tan acentuadamente está en el cuarto evangelio.
Así, puede concluirse: que
Mat_28:9.10 no tiene nada irreductible a
Jua_20:11-18.
Por eso ambas apariciones deben de ser la misma. El texto de Mt (v.9.10) no exige que la aparición de Cristo a las mujeres se realice en el camino, ya que puede ser muy bien una redacción paraláctica. 11
Los sanedrítas se enteran de la resurrección de Cristo,Jua_28:11-15.
11
Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la Ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. 12
Reunidos éstos en consejo con los ancianos, tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados diciéndoles: 13
Decid que, viniendo los discípulos de noche, lo robaron mientras nosotros dormíamos. M Y si llegase la cosa a oídos del procurador, nosotros lo aplacaremos y estaréis sin cuidado. 15
Ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había dicho. Esta noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy. Según el relato, la guardia romana puesta en el sepulcro huye, ante el hecho del ángel aterrador y el sepulcro abierto, a comunicar la noticia y justificarse. Había que dar una explicación de alguna manera de aquel suceso. Hay una reunión de gentes sanedritas Josefo habla del papel de estas reuniones de jefes judíos en esta época y de sus repercusiones y se apela al dinero. Aquella soldadesca mercenaria aceptaba fácilmente aquella propuesta: mientras dormían, habían robado el cuerpo. Mas a quien lo pensase, no le parecería verosímil: ¿cómo dormir en una custodia, que era gravemente punible en el código militar? ¿Cómo atreverse nadie ante la tropa, máxime sus discípulos, a intentar violar un sepulcro? ¿Cómo no despertar ante el ruido de gentes y de instrumentos y del rodaje de la piedra sepulcral? Alguna explicación había de darse. Las gentes sanedritas se comprometían a apaciguar al procurador si la noticia llegaba a él. Si a ellos no les interesaba el asunto, menos había de preocuparle aquel enojoso asunto a Pilato. La noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy (Mt). Se está reflejando el hecho polémico de judeo-cristianos, en la iglesia mateana, en la época de la composición del evangelio.
San Justino (t c.165), en su
Diálogo con el judío Trifón, le dice:
Vosotros, apenas supisteis que (Jesucristo) había resucitado de entre los muertos, no sólo no hicisteis penitencia, sino, como antes dije,
escogisteis a hombres especiales y los enviasteis por toda la tierra que fueran repitiendo a voz de pregón que una secta sin Dios y sin ley se había levantado en nombre de un Jesús de Galilea, que fue un impostor. Nosotros decíais le crucificamos; pero
sus discípulos, habiéndole robado del sepulcro en que, desclavado de la cruz, fue colocado, engañan ahora al pueblo diciendo que ha resucitado de entre los muertos y subido al cielo. 15
La afirmación de San Justino procede de una fuente distinta del evangelio de Mateo. La calumnia no sólo corrió por Palestina, sino por la Diáspora 16.
Aparición de Cristo resucitado en Galilea,Jua_28:16-20 (Mar_16:15-18).
16
Los Once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, l7
y, viéndolo, se postraron; algunos vacilaron. 18
Y, acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; 19
id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,20
enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del siglo. Fuera de Jn, que dedica su capítulo 21 a las apariciones del Señor en Galilea, sólo Mt habla explícitamente de apariciones en Galilea, y Mc en la parte deuterocanónica.
Los Once discípulos, cumpliendo la orden del Señor que les transmitió mediante el ángel y las mujeres, van a Galilea. No se indica el tiempo. Pero, sin duda, fue después de las apariciones en Jerusalén. Seguramente que se hicieron indicaciones más precisas, pues los discípulos se dirigieron, en Galilea, a la montaña que Jesús les había mandado 17. Acaso estas indicaciones precisas, con la reiteración de la orden de ir a Galilea, les hubiesen sido hechas por el mismo Cristo en algunas apariciones jerosolimitanas, si no fue en el Cenáculo, al decirles que les precedería a Galilea.
¿Qué montaña era ésta? No se dice. Algunos pensaron en el Tabor. Acaso fuese una de las que rodean el Lago 18.
Allí se les apareció el Señor. Pero el versículo que expresa esto ofrece una dificultad especial. El texto de Mt dice así: Y viéndolo (a Jesús),
se postraron; algunos (ïé äå)
dudaron (¿äßóôáóáí).
Mt sólo habla de los apóstoles que van.
Son los únicos a quienes Jesús prometió precederles en Galilea después de resucitado. Son los únicos a quienes se dirige el mensaje expresamente del ángel a las mujeres, lo mismo que el mensaje de Jesucristo a las mujeres. Por eso la conclusión que se deduce de esto es que los Once apóstoles, estando en Galilea, vieron al Señor, y, al verlo, se postraron (ðñïóå÷ýíçóáí) en señal de profunda reverencia y acatamiento. Pero la dificultad se plantea con lo que a continuación dice Mt: algunos (
oí ??) dudaron (¿????????).
Pero ¿es creíble que los discípulos que ya habían visto varias veces al Señor resucitado, y con pruebas, tales como mostrarles sus manos y pies agujereados por los clavos, hacer que palpasen su carne y comer con ellos (
Luc_24:36-43;
Jua_20:27-29), pudiesen ahora
dudar de él en Galilea? ¿O se pueden suponer estas apariciones jerosolimitanas
posteriores a ésta? Esto es lo que ha hecho proponer diversas soluciones al problema. Son las siguientes:
1) Los que dudan no son los discípulos, sino otros que estaban con ellos cuando la aparición del Señor. Concretamente se cita a San Pablo, quien, entre los testigos de la resurrección del Señor, cita a algunos que no cuentan los evangelios. Ciertamente éstos no recogen todas las apariciones.
Así cita una aparición del Señor ya resucitado ante más de quinientos hermanos en una sola vez (
1Co_15:6), o también que estuviesen con ellos algunos de los 70 discípulos que tenía para el apostolado en Galilea (
1Co_15:7ss).
2) La forma verbal con que se dice que dudaron es ¿äßóôáóáí, pero que puede ser traducido por un pluscuamperfecto. En cuyo caso, la traducción sería que los discípulos lo vieron y se prosternaron ante él; pero los mismos (ïé äå)
habían dudado antes, en Jerusalén, de las apariciones del Señor. Tal lo cuentan Lc y Jn 19. Acaso alude el evangelista a las pasadas dudas de los discípulos (v.gr., Tomás), de las cuales él todavía no había hecho mención. 20
Sin embargo, la presencia de otros grupos, junto con los apóstoles, en las apariciones del Señor en Galilea, no consta positivamente. Y se apela a ello para resolver esta dificultad.
La solución de traducir el aoristo por un pluscuamperfecto, gramáticamente, es posible. Sin embargo, ¿a qué vendría aquí cuando ellos se postran ante El,
porque creen que es El, decir que ellos o algunos de ellos
antes (en Jerusalén) habían dudado?
No parece, pues, que ésta sea la solución de esta dificultad.
Como matiz de esto se hace notar que Mt no contó las apariciones jerosolimitanas, y las dudas que allí hubo por algunos, y que ahora, en la única aparición a los discípulos que él cuenta, hace una síntesis en la que él indica todo. 20
No sería imposible dados los procedimientos redaccionales de Mt, como acaba de verse en el caso de la aparición de Cristo a las mujeres. No es, sin embargo, un caso claro; se presta a la confusión, más que el caso anterior.
Por otra parte, limitar el sujeto ellos (
oí ??) a ser equivalente, no a todos, sino sólo alguno de ellos, resolvería satisfactoriamente la cuestión. Pero los Once
(oí ?? ??????). son los que dudan (
?? ??.). Pero si esto es filológicamente posible, aun limitada la duda a
algunos de los apóstoles presentes, no hace más que dejar la misma dificultad reducida a
algunos apóstoles. Otros creen se refieren a
otros discípulos que no habían creído en la resurrección (Alien).
Lo que se impone en este contexto es que los mismos que ven al Señor resucitado en esta montaña de Galilea, esos mismos
dudaron. Es el sentido más lógico del texto. Y el cual puede explicarse manteniendo este sentido de duda.
Naturalmente, la duda no podía ser ya en los apóstoles duda de la resurrección de Jesucristo. De esto ya estaban convencidos. Pero la duda podía afectarles en el sentido de no saber, en un primer momento, aunque tenían la promesa y sabían que verían al Señor en Galilea, si aquella persona que veían, acaso por presentárseles viniendo hacia ellos, era el Señor o no. Esto mismo les sucedió en vida y también varias veces después de resucitado.
Así, después de la multiplicación de los panes, cuando a la noche estaban remando en el lago, vino el Señor a ellos andando sobre el mar. Pero ellos, viéndolo andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un
fantasma. Y después que El les dijo quién era, todavía Pedro le dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas (
Mat_14:26-28 y par.); y lo relata también Mt.
Y después de resucitado, presentándoseles en formas diferentes, podían en un primer momento dudar. Como, hasta que El se descubrió quién era, lo ignoró Magdalena, viéndolo en forma de hortelano (
Jua_20:15), y los que iban a Emaús, al verlo en forma de peregrino (
Luc_24:15). Y en el mismo lago de Genesaret, mientras estaban pescando, se les apareció el Señor y los llamó, pero los discípulos
no se dieron cuenta que era Jesús (
Jua_21:4) hasta posteriormente, y sólo Juan fue el primero en caer en la cuenta (
Jua_21:7).
Algo análogo pudo ser la duda que debió de afectar a los discípulos o a algunos de ellos, y expresado en forma global, como es frecuente en Mt. En un primer momento dudaron. Pero la prueba de que luego todos lo reconocieron como tal es que, viéndolo, todos se postraron ante El21.
Se propone también que esta duda se refiere a
todos los apóstoles. Se postran, pero no estaban exentos de una cierta duda. Esto lo abonaría el ambiente del í. Ô. sobre las cristofanías, que no se realizan con una objetividad tal, que quiten inmediatamente toda duda sobre las mismas (
Jua_20:25;
Mar_16:8;
Luc_24:11-25-37) (Lohmeyer).
Pero no se explicaría aquí la adoración (ðñïóåêõíçóáí) y la duda. Aparte que las citas alegadas de Jn, Mc y Lc son obstáculo. Sólo podría tener un cierto valor
Luc_24:37 cuando, al aparecérseles Cristo resucitado, los apóstoles, aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y luego de demostrarles su realidad, se dice que no creían aún a fuerza del gozo y la admiración (
Luc_24:41). ¿Por qué no lo
reconocieron en su aparición? ¿Es que había tomado forma
distinta"?
¿Fue por el estado de ansiedad y el temor trepidación psicológica en que se encontraban? La redacción de Lc acusa preferentemente una alteración o predisposición psicológica,
que no les da la serenidad suficiente para valorar la realidad objetiva de un muerto gloriosamente resucitado. Ambas cosas se acusan en los v.37 y 41. En cuyo caso, no es la cristofanía lo que lo impide, sino la prealterada psicología.
Y acercándose Jesús, les dijo. Parecía que esta frase vendría a corroborar alguna de las posiciones expuestas. Pero es un
modo usual de hablar e introducir escenas Mt.
Cuatro enseñanzas de Cristo (v. 16-20).
A continuación, Mt pone cuatro enseñanzas de Cristo de gran portada teológica.
1)
La potestad que Cristo tiene (v.18). Cristo alega aquí, sintéticamente, pues ya está desarrollado este tema a través de su evangelio, la potestad (åîïõóßá) que tiene para ello. Esta le fue dada (åäüèç) por Dios, por el Padre. Le dio plenitud de poder (ðáóÜ åîïõóßá). Evoca el pasaje daniélico (
Dan_7:14). Estos términos son claros y, sobre todo, están casi encuadrados en la teología de Jn (
Jua_13:3;
Jua_17:2ss). Este poder todo poder se lo dio el Padre en el cielo y en la tierra. Jn dirá que el Padre. le dio poder sobre toda carne, para que (a todos los que Tú le diste) les dé la vida eterna (
Jua_17:2). El poder en el cielo es sobre toda potestad celestial, y en la tierra, sobre toda la humanidad, y acaso sobre todo lo creado. Ejerce poderes divinos, pues tiene el poder de Dios. En Mt terminará (c.25) como Juez de toda la humanidad.
¿Cuándo recibió este poder? No se dice aquí; solamente se lo reconoce y promulga (cf. Mt 729;
Jua_9:6;
Jua_21:23; etc.). Si el entrar en el ejercicio pleno de sus poderes es después de la resurrección (
Jua_17:1-5;
Flp_2:6-11;
Hec_2:36;
Hec_10:42;
Rom_1:4), la plenitud ontológica la tiene desde la encarnación. Si Mt, por el sesgo de su cursus, no lo trata exprofeso, era la fe de la Iglesia, en cuya fe se mueve y proclama.
Es Cristo, Dios encarnado, el que tiene toda esta potestad sobre todo lo creado (v.18) y que terminará ejerciéndola en el juicio final (Mt c.25). 2)
Necesidad del Evangelio (v.19a; 20a). De lo anterior hay una consecuencia (ïõí) por derivación. Es la lógica exigencia de Cristo: la predicación del Evangelio en el aspecto de enseñanza (äéäÜóêïíôåò) precisamente para que sea observancia (ôçñåÔí) de todo el mundo. No se trata de un simple kérigma, sino de la misión de que los oyentes se hagan discípulos (ìáèçôåýóáôå). Õ esto con carácter universal, pues es para todas las gentes (ðÜíôá ôá Ýèíç). Es el cumplimiento profetice ya abierto y bien acusado en Hechos de los Apóstoles y a través de los evangelios de la universalidad de la salvación. Ya está el cristianismo en actividad universal. Si Cristo se hubiese expresado con esta claridad sobre estos puntos fórmulas y universalismo no se explicarían, fácilmente, algunos problemas planteados, v.gr., en el concilio de Jerusalén (Act c.15) y otros lugares del í. Ô.
3)
Necesidad del bautismo (v.19b). Otro elemento esencial, aceptado el Evangelio, es el bautismo cristiano. El término bautizar (âáðôßæù) no significa exclusivamente sumergir, sino también lavar, purificar (
Luc_11:38;
Mar_7:14). El bautismo cristiano hace nacer del agua y del Espíritu y sin él no se puede entrar en el reino de los cielos (
Jua_3:3.5.6.7), y San Pablo enseña que el bautismo hace convivir con Cristo (
Rom_6:4;
Rom_6:1-11).
Pero se añade que este lavado, esta purificación, tiene que ser hecha explícitamente en nombre de las tres personas de la Trinidad (v. 19b). Críticamente esta lección es genuina. Conybeare quiso negarle autenticidad, basándose en Eusebio de Cesárea, que cita este pasaje, y pone en boca de Cristo el predicar y bautizar sólo en mi Nombre. Pero Eusebio en otros pasajes ha abreviado y sintetizado pasajes evangélicos 22,
para destacar precisamente la predicación en nombre de Cristo. También los Hechos de los Apóstoles (
Rom_2:38;
Rom_8:16;
Rom_10:48;
Rom_19:5) han hecho pensar si no se habría conferido así, primitivamente, el bautismo al menos en ciertos medios eclesiales sin la fórmula trinitaria:
sólo en el nombre de Cristo. Se puede admitir su validez, por dispensación divina, en orden a hacer ver la necesidad de venerar el honor del Nombre humillado de Cristo 23. De suyo, la expresión en nombre de Jesús, podría ser una forma de contraponer su bautismo al del Bautista (
Hec_19:2-5), a otros bautismos, o simplemente para manifestar la necesidad de recibir el bautismo cristiano (
Hec_2:38;
Hec_8:16;
Hec_10:48).
La fórmula trinitaria aparece en todos los códices y en los primeros escritos eclesiásticos 24. Aparece, v.gr., en estos términos en
la Didaje (
Hec_7:1.3). Pero no se sigue que esta obra lo tome de Mt, sino que era conocida en la Iglesia a fines del siglo i, y en círculos próximos a Mt. Por otra parte, los elementos de la fórmula trinitaria estaban en germen, al menos en Pablo (
2Co_13:13;
1Co_12:4-6) 25. Y si se lee la fórmula trinitaria a la luz del í. Ô., se reconocerá, bajo una forma sistematizada, un pensamiento muy frecuentemente expresado en los escritos apostólicos, en donde las fórmulas trinitarias sobreabundan. 26 Mc (
1Co_16:16) ¿la omite por desconocerla, o, deliberadamente, por presuponerla por la praxis? ¿Es Mt el que la recoge del ambiente? ¿Influye en esta formulación la práctica litúrgica? Pero ésta, a su vez, ¿de dónde sale? ¿Quién la impuso? Esto hacía pensar a Lagrange que un precepto tan riguroso y universal vendría de Cristo 27. Pero no habría inconveniente en que
la fórmula trinitaria, salida del kérigma y la tradición, hubiese sido formulada por la Iglesia. En los escritos cristianos primitivos aparece usado el bautismo bajo esta doble fórmula. Hubo, pues, un momento en el que fue aceptada unificada oficialmente en/o por la liturgia y el Magisterio.
Mas parece que no es fórmula originaria de Cristo. ¿Quién la hubiese inmutado? Por otra parte, el misterio trinitario se fue percibiendo lentamente (
Jua_14:9). Seguramente que la fórmula es posterior a la iluminación pentecostal. A la hora tardía de la composición de los evangelios ya el problema está resuelto. Acaso no se refleje más por ser conocido de sobra por la praxis cristiana. En cambio, puede compararse contrastándose, con
las fórmulas eucarísticas, donde a las
fórmulas sacramentales de Cristo se le añadieron algunos aditamentos explicativos.
La fórmula griega del bautismo åéò ôï üíïìá, podría significar el bautizar
en nombre de (
Hec_2:38;
Hec_40:48), indicando autoridad, potestad de la Trinidad con la que se hace, o
al o
para el nombre, en el sentido de consagración del fiel a la Trinidad. En la
koine estas partículas pueden tener indistintamente ambos sentidos. Y siendo el evangelio de Mt traducción del arameo, el
substractum que supone la partícula
le (
leshem)
puede tener la ambivalencia de sentidos 28.
4)
Constante asistencia de Cristo a los suyos (v.20b). La última enseñanza de Cristo es su asistencia a los suyos hasta la consumación del siglo. Esta promesa ¿es directamente a los Once? ¿O hay una paralasis, y la promesa se extiende también a esos otros discípulos Mt lo extendería por la misma naturaleza de los hechos a los fieles de su iglesia que habían vacilado?
¿Qué significado tiene esta asistencia de Cristo? En el vocabulario del A.T. (
Exo_3:12;
Jos_1:5.9;
Isa_41:10;
Isa_43:5; etc.) tiene el sentido de asistencia y protección a alguien, para su misión. Este es, fundamentalmente aquí, el sentido de esta promesa de Cristo. La garantía para su apostolado es firme, es constante como constante ha de ser su misión , y es universal; y todo hasta la consumación del siglo. 29
1 Bauer,
Griechich-deustches Wórterbuch zu. ??.
?. (1937) col.1001; Zorf.1.L.
Lexicón graecum N.T. (1931) col.969. 2 Plutarco,
Num 3 Citado por Bl'ZY en
évang, s. St. Matth. (1946) p.351J: J. Ihtox 1.,
troisieme jour: Bíblica (1959) 724-761. 4 Holzmeister, Numquid relationes de resurrecíione Domini sibi contradicunt?: Verb. Dom. (1927) 119-123; Check, The Historicity of íhe Markan Resurrection Narra-tive: Journ. of Bible and Relig. (1959) 191-201; Martixi, // problema storico della risurrezione negli studi recenti (1959); A. Descames, La structure des recits évangeliques de la re'surrection: Bíblica (1959) 726-741. 5 Lagrange,
évang. s. St. Marc (1929) p.444; F. M. Montagnini,
Valde mane una sabbatorum veniunt ad monwnentum: La Scuola L,att. (1957) 111-120. 6
L'angf de Jahve: Rev. Bib. (1901) 200ss. 7 Strack-B.,
Kommentar. I p.649. 7 Benoit,
Passion et. (1966) p.281. 8 Strack-B.,
Kommentar. II p.371; cf.
Jua_1:46;
Jua_2:43;
Sal_46:9. 9
Aen. I 513ss: Sacudido a un mismo tiempo de alegría y miedo
(Simulpercusus Achates laetitia metuque). 10 Leal,
San Mateo y la aparición de Cristo a Magdalena: Estudios Bíblicos (1948) 17-21, donde se exponen los diversos autores de esta teoría. 11 O. c., p.23-23. 12 Sobre el plural de categoría, cf. Holzmeister, en Bíblica (1933) 68-95. 13 Blass-Debrünner,
Gramatik des neut. Griechisch (1931) § 335. 14 J. Leal,
San Mateo ?
la aparición a la Magdalena: Estudios Bíblicos (1948) 24- 15 MG 6:728; 6:5 Iss. 16 K. smyth, The Guará on the Tomb (1961) p. 157-179; M. Cumoxt, Un rescrit imperial sur la violation de sépuliure: Rev. Historique (1930). 17 Abel, Rev. Bibl. (1930) 567-571. 18 Vlncent-Aeel, Jerusalem Nouvelle p.376-412; Meisterman, La montagne de la Galilea (1901); Perrella, / luoghi santi (1936) p.441-442; Allo, Le lieu des appari-tions du Christ: Judée ou Galilee?: Mélang. Podechard 1-9; cf. Evans, / wiü go before you into Galilee: Journ. of Theol. Stud. (1954) 3-18. 19 Levesque,
Quelques procedes lütéraires de S. Matthieu: Rev. Bib. (1919) 17-22;
Les quatre évangiles (1932) p.328.336-347. 20 Cf. Simón-Dorado,
Praekctiones biblicae N.T. (1947) p.1022. 20 Âåíüéô,
Passion et Resurrection du Seigneur (1966) p.377. 21 S. Del Páramo, Un problema de exegesis neotestamentaña:
Mat_28:17 : Est. Bíblicos (1955) 281-296. 22 G. Marcell,
Theol. Eccl. III,5;
Efiíst. ad Caes., citada por Sócrates en su
Hist. eccl. 1:8. 23 ST. Thomas,
Summa Theol. 3 q.66 a.6 ad 1. 24 G. Ongaro, L'autenticitd e integritá del domma trinitario en
Mat_28:19 : Bíblica (1938) 267-279; Lebreton, Dogme de la Trinite (1927), nota E, p.599-610; J. Alonso, ¿Hasta que' punto los elementos del rito bautismal cristiano ã su profundización teológica en el N.T. ¿¿penden de Jesús?: Est. Bíbl. (1965) p.321-347. 25 K. L. Schmid, en
R. H. Ph. R. (1938) p.!32ss. 26 F. J. Leenhardt,
Le bapteme chrétien. 27 Lagrange,
évangile s. S. Matth. (1927) p.545; cf. ED. Massaux,
Influence de Vévang. de Sí. Matth. (1950) p.639; cf. S. Justino,
Apol. I (
Mat_61:3). 28 Strack-B.,
Komm. I, p.1054-1055. 29 R. H. Fuller,
The Resurrection of Jesús Christ: Bibl. Research (1960) p.8-24; F. Morrison,
Who Moved the Stone? The Evidence for the Resurrection (1962); G. E. Lado,
The Resurrection and History: Reí. Life (1963) p. 147-256; R. Prenter,
La tes-íimonianza bíblica della resurrezione di Gesú et la critica storica moderna: Protest. (1963) p.65-74.