No duerme ni dormita el guardián de Israel. (Salmos 121, 4) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 2009)
Part-of-speech: interjection
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: negative particle
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: qal
Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: negative particle
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: qal
Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: unknown
State: construct
Verbal tense: participle
Verbal stem: qal
Part-of-speech: proper noun
Gender: unknown
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Este salmo de confianza se compone de una proclamación inicial (1s) y de una canción al centinela divino (3-8). Domina el tema de Dios como guardián. Seis veces oímos el vocablo, sea como verbo o como sustantivo. Hay que añadir la «sombra» protectora (5b) como título divino y la vigilancia permanente de quien no duerme ni dormita (4a). Las polaridades, por otra parte, son características de este salmo: sol y luna; día y noche, abarcando todo el tiempo (Gn 1); entradas y salidas como definición de toda la vida y actividad humana; ahora y por siempre: en el presente y en el futuro. En todos estos ámbitos actúa Dios como guardián. Su tutela es eficaz por ser el creador del cielo y de la tierra (2). El creyente no tiene por qué dirigir la mirada a los montes, morada de los dioses, en busca de protección. Jesús pide al Padre que Él mismo nos guarde (cfr. Jua_17:11), como se lo pedimos en el Padrenuestro. Somos guardados y protegidos para una herencia imperecedera (cfr. 1Pe_1:4). La confianza total, como es la proclamada por este salmo, es madura cuando persiste en medio de las dificultades y a pesar de los conflictos. En circunstancias como ésas podemos orar con este salmo.