Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
8. Amor de Yahvé por su Pueblo.
Promesas de bendición sobre Jerasalén (1-8).
!Y fue palabra de Yahvé de los ejércitos, diciendo: 2 Así habla Yahvé de los ejércitos: Yo siento por Sión un amor extremado y un gran celo. 3 Así habla Yahvé de los ejércitos: Yo me he vuelto hacia Sión y habitaré en Jerusalén, y Jerusalén será llamada la ciudad fiel, y el monte de Yahvé de los ejércitos, el monte santo. 4 Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún se sentarán en las plazas de Jerusalén ancianos y ancianas, que por los muchos años llevarán en la mano su báculo. 5 Las calles de ; la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas. 6 Así dice Yahvé de los ejércitos: Si esto es difícil a los ojos del resto de su pueblo en estos días, ¿lo será también a mis ojos? dice Yahvé de los ejércitos. 7 Así habla Yahvé de los ejércitos: Yo salvaré a mi pueblo de la tierra del levante y de la tierra del poniente, 8 y los traeré y habitarán en Jerusalén, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad y en justicia.
El profeta quiere insistir en el hecho de que los antiguos vaticinios punitivos han tenido ya su cumplimiento y que llega la hora de la manifestación de la misericordia de Yahvé para con su pueblo. En la formulación de estas promesas salvadoras, Zacarías depende de la literatura profética
l. Así anuncia la proximidad de una era de paz continuada, en la que los habitantes de Jerusalén podrán llegar a edad avanzada; y aunque esto parezca difícil en las actuales circunstancias (v.6), sin embargo, para Dios es muy fácil. Y recuerda a sus compatriotas las antiguas promesas de salvación formuladas por los profetas: Yo
salvaré a mi pueblo de la tierra del levante y de la tierra del poniente. (v.7).
Ha llegado la hora de la protección divina, que se manifestará de un modo particular 2.
De nuevo se formará el pueblo de Dios, con todo lo que esto implica en cuanto a un derecho especial a gozar de su protección.
Exhortación al trabajo (9-17).
9 Así habla Yahvé de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, vosotros los que en estos días oís las palabras de los profetas del tiempo en que fue cimentada la casa de Yahvé de los ejércitos para que el templo fuera reconstruido, 10 porque antes de ese tiempo no había ni para pagar a los hombres ni para pagar por las bestias, ni paz alguna para el que entraba y salía a causa del opresor, pues yo había lanzado los hombres unos contra otros. 11 Pero ahora yo no soy ya lo que era en los días antiguos para el resto de este pueblo, 12 porque yo sembraré la paz. La vid dará su fruto, y dará la tierra su rendimiento, y los cielos su rocío, y pondré al resto de este pueblo en posesión de todo esto. 13 Y así como fuisteis la maldición de las gentes, ¡oh casa de Judá y casa de Israel! así yo os salvaré y seré bendición. No temas y que se esfuercen vuestros brazos, 14 porque así dice Yahvé de los ejércitos: Como pensé en haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Yahvé de los ejércitos, y no me arrepentí, 15 así, volviéndome, he pensado en hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis. 16 He aquí lo que vosotros habéis de hacer: hablar cada cual verdad a su prójimo, juzgar en vuestras puertas conforme a verdad y justicia, (sembrando) la paz; 17 no maquinar nadie en su corazón el mal de su prójimo ni jurar en falso, porque todas estas cosas me son abominables, dice Yahvé.
El profeta proclama a sus compatriotas que las promesas de salud ya han comenzado a cumplirse. El hecho de que el templo haya comenzado a reconstruirse es una prueba de ello. Por eso los felicita y exhorta a continuar en el camino emprendido, recordándoles que no fueron fallidas las promesas de los profetas contemporáneos, cuando empezó a
cimentarse la casa de Yahvé (v.9), alusión al primer intento de reconstrucción a raíz del retorno (537 a.C.). Ahora el templo de Yahvé surge de sus ruinas, lo que es un buen augurio para todos.
Los tiempos pasados han sido duros, pues no había nada con qué pagar los servicios de los hombres y de las bestias (v.10), y, sobre todo, no había tranquilidad para los trabajos. Ahora se abre una nueva etapa más próspera,
pues Yahvé cambiará la antigua maldición en bendición: habrá abundancia de frutos de la tierra, y el pueblo podrá disfrutarlos en tranquilidad (v.13). Hubo un tiempo en que el pueblo escogido fue
la maldición de las gentes (v.13). El castigo que cayó sobre él fue enviado por Dios para mantener las exigencias de su justicia; ahora llega
la hora de la misericordia (v.15). Pero es preciso cumplir la justicia y la equidad con el prójimo, como habían predicado los antiguos profetas (v.16).
Cesación del ayuno (18-19).
18 Fue me dirigida la palabra de Yahvé de los ejércitos, diciendo: 19 Así dice Yahvé de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo se tornarán para la casa de Judá en gozo y regocijo y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz. Propiamente ahora se da respuesta a la consulta
Deu_5:75. Ha pasado la hora del duelo y de los sufrimientos y se abre la de la reconciliación con Dios; por tanto, los ayunos deben cesar y ser sustituidos por muestras de gozosa alegría. El ayuno
del cuarto mes recordaba la toma de Jerusalén por los caldeos 3; el del
quinto, la destrucción por los mismos; el
décimo, el principio del asedio, y el del
séptimo, la muerte de Godolías. Todas esas efemérides de luto debían cambiarse en días de alegría por la restauración. La finalidad de las palabras del profeta era levantar los ánimos y exhortar a continuar las obras con ilusión.
La vocación de las gentes (20-23).
20 Así dice Yahvé de los ejércitos: Aún vendrán pueblos y moradores de muchas ciudades, 21 y los moradores de la una irán a los moradores de la otra y les dirán: Vamos a implorar el favor de Yahvé y a buscar a Yahvé de los ejércitos. Yo también voy. 22 Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a Jerusalén a buscar a Yahvé de los ejércitos y a implorar el favor de Yahvé. 23 Así dice Yahvé de los ejércitos: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las gentes cogerán de la orla (del manto) a un judío, diciéndole: Nos vamos con vosotros, porque hemos oído que con vosotros está Dios. La perspectiva del profeta se abre hacia un horizonte luminoso universalista. Viene la hora de la plena glorificación del Dios de los judíos. Como en
Isa_2:1-4, Sión se convertirá en el centro de atracción de todos los pueblos. Los judíos serán envidiados por ser el pueblo escogido de Dios, y por eso los gentiles se acercarán a éstos como seres privilegiados, pidiendo participar del culto al verdadero Dios:
Hemos oído que con vosotros está Dios (v.23). No se podía ofrecer vaticinio más consolador para aquellos pobres contemporáneos de Zacarías, que con la mayor penuria y con el desprecio y hostilidad de las poblaciones gentiles levantaban penosamente los muros del templo. El profeta quería hacerles ver que las antiguas promesas anunciadas por los grandes mensajeros de Dios tenían aún vigencia, y que, aunque el retorno y reconstrucción del país devastado no había ido al ritmo que idealmente aquéllos habían anunciado, sin embargo, la sustancia de sus vaticinios se realizará,
y Jerusalén será realmente el centro y punto de convergencia de todos los pueblos.
1 Cf.
Isa_1:26;
Jer_31:23;
Eze_7:9. 2 Cf.
Jer_30:10.22;
Jer_31:75;
Jer_32:375. 3 Cf.
Jer_39:2;
Jer_52:6-7.