II Corintios 3, 14-18

Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy permanece ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento, y no se levanta, pues sólo en Cristo desaparece*. Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo ciega sus mentes. Y cuando se convierta al Señor, caerá el velo. Porque el Señor es el Espíritu*, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Y todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos* como en un espejo la gloria del Señor*, nos vamos transformando en esa misma imagen*, cada vez más gloriosos. Así es como actúa el Señor, que es Espíritu*.
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