II Crónicas  25, 17-28

Amasías, rey de Judá, después de haber deliberado, envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, con esta misiva: «¡Ponte en marcha, que nos veamos las caras en la guerra!» Joás, rey de Israel, envió esta respuesta a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: ‘Dame tu hija por esposa de mi hijo’. Pero pasó una fiera del Líbano y pisoteó el cardo. Tú has derrotado a Edom y piensas que por ello tienes derecho a jactarte. Puedes jactarte de tu gloria, pero quédate en tu casa. ¿Por qué provocar un desastre y un fracaso, arrastrando contigo a Judá?» Pero Amasías no hizo caso, pues era disposición de Dios entregarlos en manos de sus enemigos, por haber ido tras los dioses de Edom. Subió Joás, rey de Israel, y se enfrentaron, él y Amasías, rey de Judá, en Bet Semes de Judá. Judá cayó derrotada ante Israel y cada uno huyó a su casa. Joás, rey de Israel, hizo prisionero en Bet Semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías*, y lo condujo a Jerusalén. Abrió una brecha de cuatrocientos codos en la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la puerta del Ángulo. Tomó todo el oro y la plata, junto con todos los objetos que se hallaban al cuidado de Obededón en el templo de Dios y en los tesoros del palacio real, así como rehenes. Luego se volvió a Samaría. Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. El resto de los hechos de Amasías, los primeros y los postreros, están escritos en el Libro de los reyes de Judá y de Israel. Después que Amasías se apartó de Yahvé, se tramó una conjura contra él en Jerusalén, por lo que huyó a Laquis; pero enviaron gente tras él hasta Laquis y allí lo mataron. Lo condujeron a lomos de caballo y lo sepultaron con sus antepasados en la Ciudad de David*.
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