II Reyes  14, 8-14

Entonces Amasías envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, con esta misiva: «Ponte en marcha, que nos veamos las caras en la guerra.» Joás, rey de Israel, envió esta respuesta a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: ‘Dame tu hija por esposa de mi hijo’. Pero pasó una fiera del Líbano y pisoteó el cardo. Porque has derrotado a Edom te has vuelto arrogante. ¡Puedes jactarte de tu gloria, pero quédate en tu casa! ¿Por qué provocar un desastre y un fracaso, arrastrando contigo a Judá?» Pero Amasías no le hizo caso. Joás, rey de Israel, emprendió la marcha y se enfrentó con Amasías, rey de Judá, en Bet Semes de Judá. Judá cayó derrotada ante Israel y cada uno huyó a su casa. Joás, rey de Israel, hizo prisionero en Bet Semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, y lo condujo* a Jerusalén. Abrió una brecha de cuatrocientos codos en la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraín hasta la Puerta del Ángulo. Tomó todo el oro y la plata y todos los objetos que se encontraban en el templo de Yahvé y en los tesoros del palacio real, así como rehenes. Y después se volvió a Samaría.
Ver contexto