II Samuel  7, 8-16

Ahora, pues, di esto a mi siervo David: Así habla Yahvé Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo dondequiera has ido, te he quitado de delante a todos tus enemigos y voy a concederte un nombre ilustre, como el de los grandes personajes de la tierra. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en él. No será ya perturbado, y los malhechores no seguirán oprimiéndolo como antes, como cuando instituí jueces en mi pueblo Israel. Y te concederé paz con todos sus enemigos. Yahvé te anuncia que Él te edificará una casa. Y cuando tu vida llegue a su límite y te acuestes con tus padres, confirmaré después de ti a la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. (Él constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre*.) Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo*. Si se porta mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl, a quien quité de mi vista. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante ti; tu trono estará firme, eternamente.»
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