II Timoteo  1, 7-8

Piensa que el Señor no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero. Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios,
Ver contexto