Apocalipsis  14, 14-20

Seguí contemplando la visión. Había una nube blanca, y sentado sobre la nube alguien parecido a un Hijo de hombre, que llevaba en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Luego salió del Santuario otro ángel gritando con voz potente al que estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar. La mies de la tierra está madura.» Y el que estaba sentado en la nube metió su hoz y quedó segada la tierra. Otro ángel salió entonces del Santuario del cielo. Tenía también una hoz afilada. Pero salió del altar* otro ángel, el que tiene poderío sobre el fuego, y gritó con voz potente al que tenía la hoz afilada: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque están en sazón sus uvas.» El ángel metió su hoz y vendimió la viña de la tierra; y lo echó todo en el gran lagar del furor de Dios. Pisaron las uvas en un lagar fuera de la ciudad*; y la sangre que brotó del lagar llegó a la altura de los frenos de los caballos, en una extensión de mil seiscientos estadios.
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