Efesios  1, 20-22

Dios desplegó esta fuerza en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación* y de todo cuanto tiene nombre, no sólo en este mundo, sino también en el venidero. Sometió todo bajo sus pies y le constituyó cabeza suprema de la Iglesia,
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