Gálatas 2, 16-20

conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús. Tratamos así de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, ¿está Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo! Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor. En efecto, yo por la ley he muerto a la ley*, a fin de vivir para Dios. Ahora estoy crucificado con Cristo; yo ya no vivo, pero Cristo vive en mí*. Todavía vivo en la carne*, pero mi vida está afianzada en la fe del Hijo de Dios*, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
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