Gálatas 5, 16-24

Os digo, pues, que procedáis según el Espíritu, sin dar vía libre a las meras apetencias humanas, es decir, a la carne*. Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne; y son tan opuestos entre sí, que no hacéis lo que queréis. Pero, si sois guiados por el Espíritu, ya no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son bien conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos*, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes. Sobre todo esto os prevengo; ya os advertí que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio, los frutos del Espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí*. No hay ley que condene tales cosas*. Además, los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.
Ver contexto