Hebreos 9, 25-28

Y no entró para ofrecerse a sí mismo repetidas veces, como hace el sumo sacerdote, que entra cada año en el santuario con sangre ajena*. Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Pero no. Se ha manifestado una sola vez ahora, al final de los tiempos, para destruir el pecado mediante su sacrificio. Y del mismo modo que las personas están destinadas a morir una sola vez, para luego ser juzgadas, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, a los que le esperan para su salvación*.
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