Jeremías  2, 26-28

Como se azora el ladrón sorprendido en flagrante delito, así se ha azorado la Casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y sus profetas, los que dicen al leño: «Padre mío», y a la piedra: «Tú me pariste.» Me vuelven la espalda, no me miran, mas cuando vienen mal dadas me dicen: «¡Levántate y sálvanos!» Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se levanten ellos, a ver si te salvan en la hora aciaga! Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal*).
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