Jeremías  20, 14-18

¡Maldito el día en que nací*!, ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito! ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría! Que ese hombre sea como las ciudades que destruyó Yahvé sin compasión; que escuche alaridos de mañana y gritos de ataque al mediodía. ¡Por qué no me mataría en el vientre! Mi madre habría sido mi sepultura, con seno preñado eternamente. ¿Para qué habré salido del seno?, ¿para experimentar pena y aflicción y consumir mi vida en la vergüenza?
Ver contexto