Jeremías  32, 17-23

«¡Ay, Señor Yahvé! Tú eres quien hiciste los cielos y la tierra con gran poder y brazo extendido. Nada te resulta extraordinario. Tú manifiestas tu amor a millares, pero te cobras la culpa de los padres a costa* de sus descendientes. Tú eres el Dios grande, el Fuerte; te llamas Yahvé Sebaot. Eres grande en designios y rico en recursos. Tú fijas los ojos en la conducta de los humanos para dar a cada uno según su conducta y el fruto de sus obras. Tú obraste señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y también en Israel y en la humanidad entera, y así te hiciste famoso, como hoy puede verse. Tú sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran aparato. Tú les diste esta tierra que habías jurado dar a sus padres: una tierra que mana leche y miel. Entraron en ella y la poseyeron, pero no escucharon tus palabras ni se condujeron conforme a tus leyes. No hicieron nada de cuanto les mandaste, por eso les enviaste esta calamidad.
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