Jeremías  7, 21-28

Así dice Yahvé Sebaot, el Dios de Israel: «¡Venga, añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne! Mirad, cuando yo saqué a vuestros padres de Egipto, nada les dije ni mandé sobre holocausto y sacrificio*. Lo que les mandé fue esto otro: ‘Si escucháis mi voz, yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, e iréis por donde yo os mande, para que os vaya bien.’ Mas ellos no escucharon ni aplicaron el oído, sino que se guiaron por la pertinacia de sus malas intenciones. Se volvieron de espaldas, por no darme la cara. Desde el día en que salieron vuestros padres del país de Egipto hasta el día de hoy, os envié a todos mis siervos, los profetas, cada día* puntualmente. Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesaron la cerviz y se hicieron peor que sus padres. Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: Ésta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahvé su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha desaparecido de su boca.»
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