Juan  17, 9-24

Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y mi gloria se ha manifestado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo, en cambio, voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a todos los que me has dado*, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos la perfecta alegría que yo tengo. Yo les he dado tu palabra, pero el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno*. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos* en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad*. No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que creerán en mí* por medio de su palabra, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado* a ellos como me has amado a mí. Padre, deseo que los que tú me has dado estén también conmigo allí donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.
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