Juan  18, 2-11

Pero también Judas, el que le iba a entregar, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, se presentó allí con la cohorte* y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Les dijo: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra*. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Les dijo Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.» Así se cumpliría lo que había dicho: «No he perdido ninguno de los que me has dado.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. ¿Es que no voy a beber la copa que me ha dado el Padre?»
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