Numeros  5, 17-28

Echará luego agua corriente en un vaso de barro y, tomando polvo del pavimento de la Morada, lo esparcirá sobre el agua. Pondrá el sacerdote a la mujer delante de Yahvé, le descubrirá la cabeza y pondrá en sus manos la oblación conmemorativa, o sea, la oblación de los celos. El sacerdote llevará en sus manos las aguas de amargura y maldición. «Entonces el sacerdote conjurará a la mujer y le dirá: ‘Si no ha dormido un hombre contigo, si no te has desviado ni mancillado desde que estás bajo la potestad de tu marido, sé inmune a estas aguas de amargura y maldición. Pero si, estando bajo la potestad de tu marido, te has desviado y te has mancillado, durmiendo con un hombre distinto de tu marido...’ El sacerdote entonces proferirá sobre la mujer este juramento, y le dirá: ‘...Que Yahvé te convierta en maldición y execración entre tus paisanos, que haga languidecer tus caderas e infle tu vientre. Que entren estas aguas de maldición en tus entrañas, para que inflen tu vientre y hagan languidecer tus caderas’. Y la mujer responderá: ¡Amén, amén! «Después el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las borrará con las aguas amargas. Hará beber a la mujer las aguas amargas de maldición, y entrarán en ella las aguas amargas de maldición. «El sacerdote tomará entonces de la mano de la mujer la oblación de los celos, balanceará la oblación delante de Yahvé y la presentará en el altar. El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo quemará sobre el altar; después le hará beber a la mujer las aguas. Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está mancillada y de hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas amargas de maldición, se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será una mujer maldecida entre sus paisanos. Pero si la mujer no se ha mancillado, sino que es pura, estará exenta de toda culpa y tendrá hijos.
Ver contexto