Proverbios 5, 2-20

para que mantengas la discreción y tus labios guarden el saber. *Los labios de la extraña destilan miel y su paladar es más suave que el aceite; pero termina siendo amarga como el ajenjo, cortante como arma de doble filo. Sus pies se precipitan a la muerte, sus pasos van derechos al abismo. Por no cuidar la senda de la vida, sin saberlo extravía sus senderos. Por tanto, hijos, escuchadme y seguid mis advertencias: aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa; no vayas a entregar tu honor a otros y tus años a alguien sin escrúpulos; no se aprovechen de tu esfuerzo los extraños, ni acaben tus fatigas en casa ajena. A la postre lo lamentarás, cuando tu cuerpo y tu carne se consuman. Entonces dirás: «¿Por qué rechacé la corrección, y mi corazón despreció las advertencias? ¿Por qué no hice caso a mis maestros ni presté oídos a mis educadores? Por poco llego a la ruina total en medio de la asamblea reunida.» Bebe el agua de tu aljibe, los raudales de tu pozo*. ¿Vas a derramar tus arroyos por las calles y tus manantiales por las plazas? Que sean para ti solo, no los compartas con extraños. Sea tu fuente bendita, disfruta con la esposa de tu juventud, cierva querida, gacela encantadora; que sus pechos te embriaguen siempre y continuamente te apasiones con su amor. ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una extraña y caer en brazos de una desconocida?
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