Romanos  11, 1-32

Y pregunto yo*: ¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy israelita, del linaje de Abrahán, de la tribu de Benjamín! Dios no ha rechazado a su pueblo, a quien fue el primero en reconocer como tal. ¿O es que ignoráis lo que dice la Escritura acerca de Elías, cómo se queja ante Dios contra Israel?: ¡Señor!, han dado muerte a tus profetas; han derribado tus altares; y he quedado yo solo, y acechan contra mi vida. ¿Y qué le responde el oráculo divino? Me he reservado siete mil hombres que no han doblado la rodilla ante Baal. Pues bien, del mismo modo, también ahora subsiste un resto elegido por gracia. Y, si es por gracia, ya no lo es por las obras de la ley; de otro modo, la gracia no sería ya gracia. Entonces, ¿qué? Pues que Israel no consiguió lo que buscaba, y en cambio lo consiguieron los elegidos. Los demás se endurecieron, como dice la Escritura: Dioles Dios un espíritu de embotamiento: ojos para no ver y oídos para no oír, hasta el día de hoy. David también dice: Conviértase su mesa* en trampa y lazo, en piedra de tropiezo y justo pago; oscurézcanse sus ojos para no ver; agobia sus espaldas sin cesar. Y pregunto yo: ¿Habrán tropezado para quedar tirados*? ¡De ningún modo! Más bien su tropiezo ha traído la salvación a los gentiles*, que así han provocado sus celos. Y si su caída ha sido una riqueza para el mundo, y su mengua* ha supuesto una riqueza para los gentiles, ¡qué no será su plenitud! Pero voy a deciros algo a vosotros, los gentiles*: Yo estoy orgulloso de mi ministerio como verdadero apóstol de los gentiles, pero lo llevo a cabo con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos. Porque, si su rechazo* ha supuesto la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión, sino una resurrección de entre los muertos*? Si las primicias son santas, también la masa*; y si la raíz es santa, también las ramas. Que si algunas ramas del olivo original fueron desgajadas, mientras tú —olivo silvestre*— fuiste injertado en su lugar*, participando con ellas* de la raíz y de la savia del olivo, eso no te da derecho a engreírte contra las ramas. Y si te engríes, sábete que no eres tú quien sostiene la raíz; es ella la que te sostiene a ti. Es posible que pienses: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. ¡Muy bien! Es cierto que fueron desgajadas por su incredulidad, y que tú te mantienes por la fe. ¡Pero no te engrías! Más bien, teme. Que, si Dios no perdonó a las ramas naturales, ¡a ver si tampoco a ti te va a perdonar!*. Así pues, ten presente que Dios es bueno, pero también severo: severo con los que cayeron; bueno contigo, si es que te mantienes en la bondad. De otro modo, también tú serás desgajado. En cuanto a ellos, si no se obstinan en la incredulidad, serán reinjertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Pues si tú, que eras por naturaleza un olivo silvestre, fuiste injertado, en contra de tu naturaleza, en un olivo cultivado, ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán reinjertados en su propio olivo! Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, para que no presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que ha padecido Israel durará hasta que entren todos los gentiles*. De ese modo, todo Israel se salvará, como dice la Escritura*: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades. Y esta será mi alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados. En cuanto al Evangelio, los israelitas son contrarios para vuestro bien; pero, en cuanto a la elección*, son amados en atención a sus antepasados. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables. En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes a Dios, pero ahora habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía, así también ellos se han rebelado ahora con ocasión de la misericordia que Dios tiene con vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia. Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para tener misericordia con todos ellos.
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