Romanos  4, 18-22

Abrahán esperó contra toda esperanza; creyó, y eso le valió para ser padre de muchas naciones, según le había sido dicho: Así será tu posteridad. Su fe no vaciló al pensar que su cuerpo carecía ya de vigor* —tenía unos cien años— y que el seno de Sara era igualmente estéril. Por el contrario, ante la promesa divina, no cedió a la duda con incredulidad; más bien, fortalecido* en su fe, alabó a Dios, totalmente convencido de que Él es poderoso para cumplir lo prometido. Por eso le fue reputado como justicia.
Ver contexto