Romanos  8, 25-27

Pero si esperamos lo que no vemos, hemos de aguardar con paciencia. De igual manera, el Espíritu viene también en ayuda de nuestra flaqueza. Como nosotros no sabemos pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indescriptibles*. Y el que examina el interior de las personas ya sabe lo que anhela el Espíritu, y que, cuando intercede en favor de los santos, lo hace conforme a la voluntad de Dios.
Ver contexto