Salmos 102, 1-12

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Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante Yahvé.

[[2]] Escucha, Yahvé, mi oración, llegue mi grito hasta ti; [[3]] no ocultes de mí tu rostro el día de la angustia; tiende hacia mí tu oído, ¡responde presto el día en que te invoco! [[4]] Pues mis días como humo se disipan, mis huesos calientan como brasas; [[5]] mi corazón se seca como heno segado, hasta me olvido de comer mi pan; [[6]] agotado de tanto sollozar, mis huesos se pegan a mi piel. [[7]] Me parezco al búho del páramo, estoy como lechuza entre ruinas; [[8]] de continuo me desvelo y gimo* cual solitario pájaro en tejado; [[9]] todo el día me insultan mis enemigos, los que me alaban maldicen por mi nombre*. [[10]] Ceniza como en vez de pan, mezclo mi bebida con lágrimas, [[11]] debido a tu cólera y tu enojo, pues me alzaste y luego me tiraste. [[12]] Mis días declinan como sombra, me voy secando como el heno. [[13]] Pero tú, Yahvé, reinas por siempre, tu memoria alcanza de edad en edad.
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