Salmos 39, 1-6

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Del maestro de coro. De Yedutún. Salmo. De David.

[[2]] Me decía: «Cuidaré mi conducta, sin faltar con mi lengua; pondré un freno a mi boca, mientras tenga al malvado ante mí». [[3]] Yo me callé, tranquilo y en silencio, mas mi dolor aumentó al ver su dicha*. [[4]] Mi mente se fue acalorando, mis pensamientos ardían como fuego, y por fin solté la lengua: [[5]] «Hazme saber, Yahvé, mi fin, dónde llega la medida de mis días, para que sepa lo frágil que soy. [[6]] De unos palmos hiciste mis días, mi existencia nada es para ti,Pausa. sólo un soplo el hombre que se yergue, [[7]] mera sombra el humano que pasa, sólo un soplo las riquezas* que amontona, sin saber quién las recogerá».
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