Tito 3, 5-7

él nos salvó, no por las obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino por su misericordia, mediante el baño de la regeneración y la renovación operada por el Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, viviendo con la esperanza de vida eterna*.
Ver contexto