Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
18. Aparición en Mambré.
P or razones estilísticas es
lleno de vivacidad y colorido. En él se narra el encuentro de Dios con Abraham (1-8), el anuncio del nacimiento de Isaac (9-15) y la intercesión de Abraham por Sodoma (16-33).
Encuentro de Dios con Abraham (1-8).
1Aparecióse Yahvé un día en el encinar de Mambré. Estaba sentado a la puerta de la tienda, a la hora del calor, 2y, alzando los ojos, vio parados cerca de él a tres varones. En cuanto los vio, salióles al encuentro desde la puerta de la tienda, y se postró en tierra, 3diciéndoles: Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo; 4haré traer un poco de agua para lavar vuestros pies, y descansaréis debajo del árbol, 5y os traeré un bocado de pan y os confortaréis; después seguiréis, pues por eso habéis pasado junto a vuestro siervo. Ellos contestaron: Haz como has dicho. 6y se apresuró Abraham a llegarse a la tienda donde estaba Sara, y le dijo: Date prisa; amasa tres seas de flor de harina y cuece en el rescoldo unas hogazas. 7Corrió al ganado y tomó un ternero recental y bueno y se lo dio a un mozo, que se apresuró a prepararlo; 8y, tomando leche cuajada y leche recién ordeñada y el ternero ya dispuesto, se lo puso todo delante, y él se quedó junto a ellos debajo del árbol mientras comían.
Abraham habitaba preferentemente en la región de Bersabé, en el límite del desierto meridional, y allí moraba cuando el episodio de la huida de Agar; pero este que ahora se nos refiere acaeció en el encinar de Mambré, algunos kilómetros al norte de Hebrón. Aquí es donde recibe esta misteriosa visita, en la que el patriarca se muestra como un jeque nómada, rico y generoso, que sabe cumplir las leyes de la hospitalidad. Prescriben éstas que, al ver acercarse a los futuros huéspedes, se les salga al encuentro, invitándolos y hasta forzándoles a aceptar el hospedaje; luego se les ofrece la comida, que ha de ser preparada ex profeso para ellos, entregando luego lo que sobra a los miembros pobres de la tribu1
. Tal fue la conducta de Abraham, la que pagaron los huéspedes con el anuncio del nacimiento de un nuevo hijo. Los huéspedes son tres varones (v.2), a quienes el patriarca trata en la forma acostumbrada como huéspedes de honor; pero no se dice quiénes sean. Sin embargo, ya se deja entender que hay en ellos algún misterio. Este misterio comienza a descubrirse cuando preguntan por Sara y dicen que dentro de un año, cuando vuelvan, ella será madre (v.10). Hasta entonces Abraham no sabe que son seres sobrehumanos. Se prosternó ante ellos (v.2), según el estilo oriental 2, sin que esto, por tanto, implique un acto de
adoración a la divinidad. Según el TM, Abraham se dirige a uno de los visitantes: Mi señor. Según el texto samaritano, habla a los tres: Mis señores. Ciertamente Abraham no ha reconocido a ninguno de ellos como Dios, pues, de lo contrario, no les hubiera invitado a comer, dando por supuesto que después habrían de continuar el camino (v.6). La frase si
he hallado gracia a tus ojos (v.3) expresa el deseo de captar la benevolencia del interlocutor, que puede ser Dios 3 o un personaje humano. Y los convida generosamente después de traerles agua para lavar los pies, empolvados del viaje 4, como es ley en la recepción de huéspedes en Oriente. El patriarca manda preparar un banquete abundante: tres seas (unos 36 kilos) de flor de harina, leche cuajada refrescante y un ternero (v.8). Son los manjares más selectos del beduino, cuya comida es poco variada. Conforme a las costumbres de los nómadas, Abraham no parte las viandas, sino que está de pie junto a ellas, dispuesto a servir a sus huéspedes. Un indicio del arcaísmo del encantador relato es este de presentar a la divinidad comiendo con un huésped. En una época posterior no se concebiría un tal antropomorfismo, que no parece adaptarse a la idea de la trascendencia divina5. Sin embargo, aquí con toda naturalidad se presenta al Dios de Abraham comiendo de las viandas que éste le ofrece.
Anuncio del Nacimiento de un Hijo de Sara (9-15).
9Dijéronle: ¿Dónde está Sara, tu mujer? En la tienda está, contestó él. 10Y dijo uno de ellos: A otro año por este tiempo volveré sin falta, y ya tendrá un hijo Sara, tu mujer. Sara oía desde la puerta de la tienda, que estaba a espaldas del que hablaba. 11Eran ya Abraham y Sara ancianos, muy entrados en años, y había cesado ya a Sara la menstruación. 12Rióse, pues, Sara dentro, diciendo: ¿Cuando estoy ya consumida, voy a remocear, siendo ya también viejo mi señor? 13Y dijo Yahvé a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara, diciéndose: De veras voy a parir, siendo tan vieja? 14¿Hay algo imposible para Yahvé? A otro año por este tiempo volveré, y Sara tendrá ya un hijo. 15Temerosa, Sara negó haberse reído, diciendo: No me he reído; pero El le dijo: Sí, te has reído.
Los huéspedes conocen los problemas íntimos de la familia de Abraham, sin que éste se haya dado cuenta de quiénes tiene ante sí. Uno de ellos pregunta por Sara y anuncia que dentro de un año tendrá un hijo. Sara, llevada de su curiosidad femenina, se había quedado detrás de la entrada de la puerta para espiar la conversación de aquellos huéspedes misteriosos. Cuando oyó el anuncio de que había de ser madre, no pudo reprimir la risa (v.12). Sara estaba vieja y gastada y no estaba en condiciones de ser madre6. La risa de Sara está aquí relatada para explicar el nombre de
Isaac, como lo hizo el autor en el relato anterior, según el cual es Abraham el que se rió del anuncio7. Inesperadamente se presenta a Yahvé interrogando al patriarca por la risa de Sara (v.13). Al principio se hablaba de tres visitantes; después se dice de ellos que preguntaron por Sara (v.9), y, por fin, uno de ellos toma la palabra y es identificado expresamente con
Yahvé8. Sara se da cuenta que ese personaje es excepcional, pues conoce sus problemas, y niega que se ha reído (v.15). De nuevo se le confirma el anuncio de que tendrá un hijo antes de un año (v.14).
En el relato hay cierta falta de conexión, pues unas veces se dice que hablan los tres visitantes (v.9), y a continuación es uno solo, el cual es identificado con Yahvé (v.13). Algunos han querido ver en el relato un eco de un episodio politeísta que ha sido expurgado por el autor sagrado en sentido monoteísta, si bien han quedado indicios del retoque literario9. Pero nada en el contexto favorece la suposición de una leyenda antigua politeísta cananea, ya que aparece siempre una noción estrictamente monoteísta de la divinidad, la cual se manifiesta como justa y misericordiosa en la conversación con el patriarca. Es una noción muy alta de la divinidad, que no admite paralelo con las concepciones cananeas. El relato puede entenderse fácilmente suponiendo que Yahvé es uno de los tres personajes, los cuales son ángeles que le acompañan, y aparecen en forma de peregrinos, sin que nada externo los distinga. Sólo cuando uno de ellos toma la palabra y anuncia el nacimiento milagroso de Isaac, se echa de ver su carácter sobrenatural10.
Intercesión por Sodoma (16-33).
16Levantáronse los tres varones y se dirigieron hacia Sodoma, y Abraham iba con ellos para despedirlos. 17Yahvé dijo: ¿Voy a encubrir yo a Abraham lo que voy a hacer, 18habiendo él de ser, como será, un pueblo grande y fuerte y habiendo de bendecirle todos los pueblos de la tierra? 19Pues bien sé que mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden los caminos de Yahvé y hagan justicia y juicio, para que cumpla Yahvé a Abraham cuanto le ha dicho. 20Y prosiguió Yahvé: El clamor de Sodoma y Gomorra ha crecido mucho, y su pecado se ha agravado en extremo; 21voy a bajar a ver si sus obras han llegado a ser como el clamor que ha venido hasta mí, y si no, lo sabré. 22Y partiéndose de allí dos de los varones, se encaminaron a Sodoma. Abraham siguió estando con Yahvé. 23Acercósele, pues, y le dijo: ¿Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado? 24Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos? 25 Lejos de ti obrar así, matar al justo con el malvado y que sea el justo como el malvado; lejos eso de ti; el juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia? 26Y le dijo Yahvé: Si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar. 27Prosiguió Abraham y dijo: Mira, te ruego, ya que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza: 28Si de los cincuenta justos faltaren cinco, ¿destruirías por los cinco a toda la ciudad? Y le contestó: No la destruiría si hallase allí cuarenta y cinco justo. 29Insistió Abraham todavía, y dijo: ¿Y si se hallasen allí cuarenta? Contestóle: También por los cuarenta lo haría. 30Volvió a insistir Abraham: No te incomodes, Señor, si hablo todavía: ¿Y si se hallasen allí treinta justos? Repuso: Tampoco lo haría si se hallasen treinta. 31Volvió a insistir: Señor, ya que comencé; ¿y si se hallasen allí veinte justos? Y contestó: No la destruiría por los veinte. 32Todavía Abraham: Perdona, Señor, sólo una sola vez más: ¿Y si se hallasen diez? Y le contestó: Por los diez no la destruiría. 33Fuese Yahvé después de haber hablado así a Abraham, y éste se volvió a su lugar.
Terminada la comida, se disponen los huéspedes a seguir su camino hacia Sodoma, al oriente. Parece que tienen prisa, pues no quieren pernoctar, como es lo normal en estas recepciones. En pie y dispuestos a partir, el patriarca, siempre cumplido, los acompaña un poco. La tradición ha situado la escena de la conversación de Dios con el patriarca en la actual
Bene Naím, dominando el desierto, el mar Muerto y las ciudades de Sodoma y Gomorra 11 Desde allí, el patriarca asistiría al terremoto que anegó la Pentápolis maldita. El diálogo que sigue es encantador por la forma y, sobre todo, maravilloso por el contenido teológico. Abraham es el amigo fiel de Yahvé, y, por tanto, Yahvé no puede menos de corresponder a esta amistad. Y entre amigos no hay secretos. Por otra parte, Abraham va a ser padre de un gran pueblo, en el que serían bendecidas todas las naciones (v.18). Por tanto, le corresponde de algún modo conocer los planes destructivos de Dios sobre las ciudades pecadoras, Sodoma y Gomorra. El autor sagrado finge un monólogo en Yahvé como introducción al diálogo que va a mantener con el patriarca. La justicia que va a ejercer sobre Sodoma servirá para que la descendencia de Abraham se enderece por buenos caminos (v.19), de forma que Yahvé pueda colmarla de bendiciones. Aquí, pues, se suponen unas condiciones morales impuestas a Abraham en el pacto que no han sido explicitadas en el relato bíblico. No se alude a disposiciones positivas, sino simplemente a relaciones morales de los descendientes de Abraham con Dios, su protector y bienhechor.
Los pecados de Sodoma claman al cielo por la justicia divina (v.20). Para informarse del estado de las cosas, Yahvé desciende del cielo, de forma que tenga una opinión exacta sobre la situación. Es una concepción antropomórfica, muy en armonía con el estilo antiguo
. Los dos acompañantes dejaron solos a Yahvé y al patriarca (v.22) y continuaron viaje hacia Sodoma12. Ahora, en la mayor intimidad, Abraham, compadecido de la suerte de las ciudades pecadoras, donde está su sobrino Lot, se acerca a Yahvé para pedir clemencia, teniendo en cuenta que allí moran justos también (v.23).
El patriarca, llevado de un sentimiento elemental de justicia, no comprende cómo Dios va a hacer perecer a justos y pecadores. No tiene luces sobre la remuneración en ultratumba, y cree que los justos deben ser premiados en esta vida, y los pecadores castigados. El diálogo es una de las más bellas páginas del Antiguo Testamento, pues destaca el poder intercesor del justo por los pecadores13. Primero el patriarca pregunta si bastarían cincuenta justos
para que perdonase Dios a toda la ciudad. El patriarca
baja la cifra hasta diez, y Dios le dice que, si hay diez justos en Sodoma, perdonará a toda la ciudad (v.32). Pero la depravación de Sodoma es tan general, que no se encuentran estos diez justos. San Pedro alaba a Lot, que habitaba entre ellos y sentía su alma atormentada viendo y oyendo sus obras inicuas.14 El texto nos presenta aquí a Yahvé conversando amigablemente con el patriarca, su amigo. Semejante modo de hablar nos trae a la memoria otros pasajes anteriores, en que Yahvé se nos ofrece tan humano y hasta paseándose por el jardín del Edén a la hora del fresco15. El Espíritu Santo, en su obra inspiradora, se ha humanizado en la expresión para hacerse entender de los hombres16. La gran enseñanza del relato bíblico
es el poder de intercesión de los justos en el Antiguo Testamento. La forma de expresar esta doctrina es encantadora y muy en armonía con la mentalidad infantil de los destinatarios inmediatos de estos relatos bíblicos. Es el modo peculiar de narrar descriptivo, folklórico y antropomórfico
a la vez gran teólogo y poeta. Nosotros hemos de buscar ante todo en el relato, no la forma de expresión, sino su contenido religioso.
1 Cf. A. Jaussen, o.c., p.79-81; 129. 2 Cf.
Gen_33:3;
Gen_42:6;
Rut_2:10. 3 Cf.
Gen_6:8;
Gen_19:19;
Gen_30:27;
Est_5:8;
Est_8:5. 4 Cf.
Gen_19:2;
Gen_24:32;
Luc_7:44. 5 El ángel que se aparece a Sansón no quiere comer los manjares que le ofrecen los parientes de éste (
Jue_13:16). Rafael dice a Tobías que sólo come y bebe en apariencia (
Tob_12:19). 6 En 17:1; 17; 24, el autor
sacerdotal da la razón de la esterilidad de ambos por su extremada edad. 7
Gen_17:17. 8 Tenemos otros casos en que Dios habla de El en tercera persona:
Gen_16:11;
Gen_19:13;
Jue_6:12;
Jue_13:5;
Jue_13:16. 9 Se han buscado paralelos en la mitología griega: Júpiter y Mercurio recibidos por Filemón (Ovid.,
Metamorph. 8,606s); Hércules recibido por Melarco (
Odis. 17,485s). Las semejanzas son totalmente tangenciales, sin que se pueda probar dependencia mutua. Véase J. Chaine, o.c., p.237. 10 Muchos Santos Padres han visto en el relato el anuncio de la Trinidad. Es célebre la frase de San Hilario: Tres vidit et unum adoravit. 11 Abel, Géog. II p.288. 12 Aparecerán en
Gen_19:18-22;
Gen_19:24-25. 13 Otros casos de intercesión de justos en el A.T.: Moisés:
Exo_17:11s;
Num_21:7; Elías:
1Re_18:36s;
Amó_7:1s;
Jer_14:19s;
Jer_37:3;
Jer_42:2. 14
2Pe_2:8. 15
Gen_3:8. 16
Heb_1:1.