Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Saúl, ungido rey (10:1).
1
Tomo Samuel una redoma de óleo, la vertió sobre la cabeza de Saúl y le besó, diciendo: Yahvé te unge por príncipe de su heredad. Tú reinarás sobre el pueblo de Yahvé y le salvarás de la mano de los enemigos que le rodean. Esto te será señal de que Yahvé te ha ungido como jefe de su heredad.
Tiene esta unción un carácter religioso. A la misma acompaña la efusión del Espíritu (10:10; 16:13); en lenguaje moderno, diríamos
que se le da la gracia de estado. El rey es el ungido de Yahvé (24:7-11; 26:9; 11; 16; 23;
2Sa_1:14, etc.). Es una persona sagrada, y, por lo mismo, inviolable (
2Sa_24:7;
2Sa_26:9-11). David no se atreve a poner las manos sobre Saúl por ser el ungido de Yahvé (
2Sa_24:7-11;
2Sa_26:9), y manda ejecutar al que cometió tal crimen (
2Sa_1:14-16).
La acción de derramar aceite sobre la cabeza del que se ungía como a rey tiene su origen en Egipto. Por una carta de Tell el-Amarna, el rey Nuhase, de Siria,
fue rey ungido por Tutmosis III. Los reyes hititas eran consagrados con el aceite santo de la realeza. l
Terminada la ceremonia,
Samuel besó al nuevo ungido de Yahvé en señal de verdadero vasallaje. Es Dios mismo quien, por mediación de Samuel, ha ungido al que había antes escogido por príncipe (
naguid)
de su heredad (
Deu_4:20;
Deu_9:26).
Tres señales confirmativas (Deu_10:2-8).
2
Cuando hoy me dejes, encontrarás al mediodía dos hombres cerca del sepulcro de Raquel, en tierra de Benjamín, que te dirán: Las asnas que has ido a buscar han aparecido, y tu padre no piensa ya en ellas, sino en vosotros, y dice: ¿Cómo haré yo para saber de mi hijo? 3
Siguiendo tu camino, llegarás a la encina de Tabor, y te encontrarás con tres hombres subiendo a Dios a Betel, y llevando uno tres cabritos, y el otro tres panes, y el otro una bota de vino; 4
después de preguntarte por tu salud, te darán dos de los panes, que tú tomarás de sus manos; 5
luego llegarás a Gueba Elohim, donde hay una guarnición de filisteos; y al entrar en la ciudad te encontrarás con un grupo de profetas bajando del excelso, precedidos de salterios, tímpanos, flautas y arpas, y profetizando. 6
El espíritu de Yahvé se apoderará de ti, y profetizarás con ellos y te transformarás en otro hombre. 7
Cuando todas estas señales se hayan cumplido en ti, haz lo que te venga a mano, pues Dios estará contigo.8
Baja antes que yo a Caígala, adonde iré a reunir-me contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios eucarísticos. Espera siete días, hasta que yo vaya y te diga lo que has de hacer.
La primera señal de la elección de Saúl será el testimonio de dos hombres que le informarán del hallazgo de las asnas y de las ansias de su padre. Habiendo partido de Rama (la actual
Rentis)
por la mañana, Saúl y su criado caminaron en dirección a Betel y Gueba (
Tell el-Ful),
llegando a las inmediaciones del sepulcro de Raquel al mediodía. El texto reproduce una antigua tradición según la cual el sepulcro de Raquel se encontraba en la línea de Rama, hacia la parte montañosa (
Jer_31:15).
Saúl siguió su camino; al llegar a la encina (
elón)
de Tabor, se encontró con los tres hombres de que le habló Samuel. Algunos críticos cambian la lección del texto masorético por la de los LXX, y leen: Llegaron a la encina de Débora, o a la encina de la lamentación de Débora. Además de encina del llanto de Débora (
Gen_35:8, se le llamó al lugar encina del Tabor, en memoria de la victoria ganada por Sisara y Débora en el famoso monte de Galilea (
Jue_4:14); la encina se encontraba cerca del lugar de la palmera de Débora (
Jue_4:5), entre Betel y Rama (
er-Ram).
En Gueba debía suceder la tercera y más característica de las señales convenidas. El lugar llamado Gueba Elohim,
colina de Dios, era conocido antes por Gueba de Benjamín (
Jue_19:4) y más tarde por Gueba de Saúl (
Jue_11:4;
Jue_15:34). El texto hebraico dice que había en la ciudad
nesibey pelishtim, que los exegetas traducen: la estela de los filisteos (De Vaux); otros: una guarnición de los filisteos (Vaccari), el prefecto de los filisteos (Dhorme), gobernador (Ubach, Mediebelle). Otros (Bressan) omiten la frase por considerarla una glosa inspirada en 13:3.
Un tropel (
hebel)
de profetas que se servían de instrumentos músicos para profetizar le salieron al encuentro. Con su porte externo demostraban que hablaban y se movían a impulsos de un espíritu que les forzaba a tomar actitudes violentas, sacudidos por una intensa excitación interna. Estos profetas vivían en grupos y profetizaban al son de la música, que les producía una especie de arrobamiento o éxtasis contagioso (19:20-21;
1Re_22:10). Se les ha comparado a los modernos derviches. Los cananeos tenían también sus profetas, al estilo de los que encontramos en nuestro texto (
1Re_18:25-29). Subsistieron mucho tiempo en Israel, siendo famosos los colegios de profetas que acaudillaba Elíseo (
2Re_2:3;
2Re_4:38). La finalidad de estos profetas extáticos era la de cantar las glorias de Yahvé, acompañando sus himnos con danzas frenéticas, capaces de contagiar a los que las presenciaban. Es la primera vez que estas corporaciones de entusiastas yahvistas aparecen en la historia de Israel. Puede ser que los fundara Samuel como valladar para oponerse a las influencias de los cultos de los pueblos paganos en medio de los cuales vivía Israel o que limitaban con sus fronteras.
Saúl llega a su casa (2Re_10:9-16).
9
En cuanto volvió Saúl las espaldas para apartarse de Samuel, se sintió otro, y todas las señales aquellas le sucedieron el mismo día. 10
Cuando llegaron a Gueba, encontráronse con un tropel de profetas, y le arrebató el espíritu de Dios y se puso a profetizar en medio de ellos, n Cuantos de antes le conocían se preguntaban: ¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¡Saúl entre los profetas! 12
Uno de los presentes contestó: ¿Y quién es el padre de esos otros? Por eso ha quedado en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas? 13
Cuando hubo acabado de profetizar, subió a Gueba. 14
Un tío de Saúl preguntó a éste: ¿Adonde habéis ido? Saúl respondió: A buscar las asnas, pero no las hemos visto por ninguna parte y fuimos a casa de Samuel.15
El tío le dijo: Cuéntame lo que te ha dicho Samuel. 16
Y Saúl respondió: Nos dio a saber que las asnas habían aparecido; pero en cuanto a lo del reino, nada le dijo de lo que le había hablado Samuel,
Cuanto profetizó Samuel cumplióse al pie de la letra. La presencia de Saúl entre los profetas causó extrañeza a cuantos le conocían; dice el texto que el fervor religioso que manifestaba con sus cantos y danzas fue efecto del espíritu de Yahvé, que le impelía a obrar. Su actuación dio lugar a un antiguo proverbio existente en Israel. No podían las gentes comprender que Saúl, hijo de un personaje tan sensato y ecuánime como Quis, se mezclara con estos excéntricos, muchos de ellos de baja condición. Estas cofradías de profetas extáticos no debían gozar de buena fama en ciertos círculos de Israel
Elección de Saúl a la suerte (2Re_10:17-27).
17
Samuel convocó al pueblo ante Yahvé en Masfa, 18
y dijo a los hijos de Israel: Así habla Yahvé, Dios de Israel: Yo os saqué de Egipto; yo os he librado de la mano de los egipcios y de la de cuantos reyes os oprimieron; 19
y vosotros hoy rechazáis a vuestro Dios, que os ha librado de vuestros males y de vuestras aflicciones, y le decís: ¡No, pon sobre nosotros un rey! Presentaos ahora ante Yahvé por tribus y por familias. 20
Samuel hizo que se acercasen todas las tribus de Israel, y fue sacada la tribu de Benjamín. 21
Hizo acercarse a la tribu de Benjamín por familias, y salió la familia de Hammatri; e hizo acercar a la familia de Hammatri, por varones, y fue elegido Saúl, hijo de Quis. 22
Buscáronle, pero no le hallaron. Preguntaron entonces de nuevo a Yahvé: ¿Ha venido? Y Yahvé respondió: Está escondido entre los bagajes. 23
Corrieron a sacarle de allí, y cuando estuvo en medio del pueblo, sobresalía de entre todos de los hombros arriba. 24
Samuel dijo al pueblo: Aquí tenéis al elegido de Yahvé. No hay entre todos otro como él. Y el pueblo se puso a gritar: ¡Viva el rey! 25
Entonces expuso Samuel al pueblo el derecho real y lo escribió en un libro, que depositó ante Yahvé; 26
y despidió Samuel al pueblo todo, cada uno a su casa. También Saúl se fue a su casa, a Gueba, acompañado de una tropa de hombres robustos, cuyos corazones había tocado Dios. 27
Sin embargo, algunos perversos decían: ¿Este va a salvarnos? Y despreciándole, no le hicieron presentes.
Se considera esta sección como parte integrante de la tradición antimonárquica del capítulo octavo. Pero parece que la elección popular por aclamación debe consignarse para evitar toda sospecha de que Samuel eligió por rey al que le plugo. Con esta elección por suertes (14:38-42;
Jos_7:14-18) se pondrá de manifiesto que Yahvé confirma como rey al que Samuel había ungido antes. Cuando la suerte cayó sobre Saúl, fue el mismo Yahvé el que, preguntado por los
urim y
tummim (
Jos_14:41), señaló el lugar donde Saúl se había escondido, acaso por modestia (
Jos_9:21). El pueblo aclamó con entusiasmo al apuesto rey, reconociéndole como a tal 2. Esta aclamación, hecha al son del cuerno o de las trompetas,
no significaba que el pueblo elegia el rey, sino que aceptaba el monarca que había elegido Dios. El grito de ¡Viva el rey! (
2Sa_16:16;
1Re_1:34;
2Re_11:12)
no es un deseo, sino más bien una aceptación del mismo. Dictó Samuel al pueblo el derecho real. Puede entenderse la frase en el sentido de que Samuel habló al pueblo conforme a
Deu_17:15-20, o bien de que les recordó lo dicho en 8:11-18. De Vaux duda de que la sentencia expuso Samuel al pueblo el derecho real y lo escribió en un libro sea auténtica, sospechando que entró en este lugar por influencia de
Jos_24:26;
Deu_17:18. Sin embargo, es muy lógico que se escribieran y guardaran en lugar sagrado las leyes del reino (
2Re_22:8;
2Re_23:2). Los v.26-27 preparan la renovación de la realeza en Caígala (
2Re_11:12-15).
No todo el pueblo de Israel se alegró del advenimiento de la monarquía; a diferencia de los valientes (
2Sa_2:7), que reconocieron inmediatamente al nuevo rey, otros, hijos de Belial (
2Sa_2:12;
Deu_13:14), le despreciaron. La Vulgata lee: Ule vero dissimulabat se audire; lección que supone el siguiente original hebraico:
wayehi kemaharish, se hizo el sordo. Los LXX cambiaron el mencionado texto en
kemehodesh, cosa de un mes, que unieron al contexto siguiente (
Deu_11:1).