Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
10. Amenazas Contra Asiría.
Invectivas contra los magistrados injustos (1-4).
1 Ay de los que dan leyes inicuas y de los escribas que escriben prescripciones tiránicas 2 para apartar del tribunal a los pobres y conculcar el derecho de los desvalidos de mi pueblo, para despojar a las viudas y robar a los huérfanos 3 ¿Qué haréis el día de la visitación, del huracán que viene de lejos? ¿A quién os acogeréis para que os proteja? ¿Qué será de vuestros tesoros? 4De no ir curvados entre los cautivos, habrán caído entre los muertos. Ni con todo esto se aplacará la ira de Yahvé, antes seguirá todavía tendida su mano. Esta invectiva contra los malos magistrados de la nación puede ser una continuación del oráculo anterior, según el estribillo del v-4:
antes seguirá todavía tendida la mano; y en ese caso el profeta se referiría a los magistrados del reino del Norte (Samaría). Algunos críticos creen que se refiere más bien a los magnates de Judá, empalmando con el c.5 1.
El profeta se enfrenta con los magistrados y escribas, que complican cada día la legislación con vistas a nuevas exacciones, haciendo más difícil la administración de la justicia, con lo que cada día se obstaculiza el acceso a los de clase modesta (v.1-2) 2. Pero Dios vela por los intereses de los humildes, y por eso se aproxima la hora del castigo que viene
de lejos como un
huracán, probable alusión a la invasión del ejército asirio, que iba a ser el instrumento de la justicia divina. Dios es omnipotente y se halla sobre el horizonte histórico de todos los pueblos, y puede tomar a las naciones más alejadas como medio de castigar al pueblo escogido infiel. Y en esa hora de castigo en que no habrá esperanza de salvación, no les quedará otra alternativa que
ir curvados entre los cautivos (al destierro) o
caer entre los muertos 3.
Oráculo contra la insolencia de Asiría (5-14).
5 ¡Ay de ti, Asur, vara de mi cólera! el bastón de mi furor está en sus manos. 6 Yo le mandé contra una gente impía, le envié contra el pueblo objeto de mi furor, para que saquease e hiciera de él su botín y le pisase como se pisa el polvo de las calles. 7 Pero él no tuvo los mismos designios, no eran éstos los pensamientos de su corazón. Su deseo era desarraigar, exterminar pueblos en gran número. 8 Porque él dice: Reyes son todos mis príncipes. 9 ¿No ha sido ésta la suerte de Calno, la de Carquemis; la de Jamat no ha sido la de Arpad; y la de Samaría la misma de Damasco? 10 Así se apoderó mi mano de reinos de ídolos, más en número que los de Jerusalén y Samaría. 11 ¿No podré hacer con Jerusalén y sus ídolos lo que hice con Samaría y los suyos? 12 Pero sucederá que, cuando el Señor haya realizado toda su obra sobre el monte de Sión y de Jerusalén, castigará el Señor al rey de Asiría por el orgullo de su corazón y la altivez de sus ojos 4. 13 El se dice: Con la fuerza de mi brazo he hecho esto, con mi sabiduría y mi prudencia, y borré las fronteras de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y, todopoderoso, derribé a los que se sentaban en sus tronos. 14 Mi mano ha tomado la riqueza de los pueblos como se toma un nido; como quien se apodera de huevos abandonados, me he apoderado yo de la tierra toda. Y nadie sacudió las alas, ni abrió el pico, ni dio un chillido. La época de composición de este fragmento no es anterior a la toma de Carquemis (717) ni posterior a la invasión de Judá por Senaquerib en el 701, pues se supone en el v.9 conquistada aquélla, y por otra parte se anuncia como futura la invasión de Senaquerib. por razones métricas, algunos autores niegan la autenticidad isaiana de los v.10-12.
La idea que prevalece en toda esta sección y en la siguiente es que Yahvé domina el curso de la historia y que aun los imperios más poderosos no son sino instrumentos de la Providencia divina; por eso, todo lo que sea sobrepasarse en esta misión de instrumentos de Dios, es hacerse reos de lesa majestad divina. Encontramos, pues, aquí esquematizada una verdadera teología de la historia. Quizá la caída de Samaría en manos de Asiría había sembrado el pánico entre los de Judá al ver a la mayor parte del pueblo escogido devastado, y, por otra parte, llegarían a oídos de todos los excesos de las tropas conquistadoras de Sargón, y quizá fue ésta la ocasión para el profeta de predecir también la destrucción de Asiría por haberse excedido en su cometido de mero instrumento de Dios para castigar al pueblo israelita, infiel a Yahvé.
La invectiva contra Asiría está llena de vigor: ¡Ay de ti, Asur! Dios la había escogido como instrumento de su justicia (
vara de mi cólera)
para castigar las infidelidades de un pueblo de conducta depravada,
pisándolo como se pisa el polvo en las calles (v.6); pero en su arrogancia no se ha contentado con esto, sino que ha querido destruirlo totalmente, cebándose en sus víctimas, buscando el exterminio por el gusto de destruir y aun
desarraigar, es decir, deportar las poblaciones en masa, sacándolas de sus hogares. El conquistador se gloría de que sus oficiales tuvieran más categoría que los mismos reyes de los países ocupados (v.8), y por eso puede llamarse con propiedad
rey de reyes5
. Los otros reyes apenas pueden llevar el título de
principes. Así se complace en enumerar los reinos conquistados6.
La arrogancia de Asiría llega al colmo al creer que Yahvé no es de más categoría que los dioses de esos reinos conquistados, y que, por tanto, es incapaz, como aquéllos, de salvar a sus adoradores contra sus ataques. En la mentalidad del antiguo Oriente era común la creencia de que las divinidades de los vencedores eran superiores a las de los vencidos. Y el profeta pone en boca del rey asirio la expresión despectiva de reinos de
ídolos,
es decir, cosas vanas, que era la denominación corriente entre los israelitas aplicada a los dioses falsos de otras naciones. Para los semitas, el poder de un dios dependía del poder y grandeza del pueblo que le adoraba, y la categoría religiosa de un pueblo se medía por el número de imágenes que había en sus templos (v.10)7. La arrogancia del asirio al despreciar a Yahvé como a una vulgar deidad al estilo de los otros pueblos, excita la indignación del profeta, y por eso al punto dice que, una vez se haya cumplido la intervención justiciera de Dios sobre su pueblo (
cuando el Señor haya realizado toda su obra sobre el monte de Sión y Jerusalén),
le llegará también a Asiría su castigo de manos de este Dios al que aquélla despreciaba como débil e impotente (v.12). Este anuncio de castigo hacia Asiría es como un paréntesis del profeta a las arrogancias de la nación vencedora; después vuelve de nuevo a las expresiones insolentes de ésta: ha incorporado reinos a su imperio, haciendo tabla rasa de fronteras, señalando a voluntad los límites de sus provincias (v.15), y trasplantando las poblaciones a lejanas tierras para desarraigar todo sentimiento de independencia. Y todo esto ha sido debido exclusivamente a su
prudencia y sabiduría, sin pensar que era un simple instrumento del Dios del mundo, Yahvé. Nadie se oponía a sus incursiones y rapiñas, tomando con la mayor facilidad los tesoros de los pueblos vencidos, sin que éstos, poseídos de pánico, se atreviesen a elevar un grito de protesta cuando tomaba las
riquezas de los pueblos como se toma un nido, como quien se apodera de huevos abandonados., y nadie sacudió sus alas, ni abrió el pico, ni dio un chillido (v.14). Ningún símil más expresivo para describir la omnímoda arrogancia del conquistador sobre los vencidos.
Reivindicación de los derechos divinos contra. Asiría (15-19)
15 ¿Se ensoberbece el hacha contra el que la maneja, la sierra contra el que la mueve? Como si la vara dirigiera al que la levanta, corno si el bastón levantara al que no es madera. 16 Mas, por eso, el Señor Yahvé de los ejércitos herirá de flaqueza a ese cuerpo tan robusto. Y debajo de su gloria encenderá un fuego, como fuego de incendio. 17 Y la luz de Israel se convertirá en fuego, y su Santo en llama, para quemar y devorar en un solo día sus cardos y sus espinas, 18 Y la hermosura de su bosque y de su vergel quedará del todo destruida, y será como el consumirse de un enfermo 8. 19 Y los árboles que de su selva queden serán tan pocos, que un niño podrá contarlos. La presunción de Asiría ha sido la causa de esta intervención justiciera de Yahvé contra ella, pues ésta, en realidad, no era más que mero instrumento de la justicia divina para castigar al pueblo israelita. Se ha creído autónomo en sus decisiones, como si el
hacha ? la
sierra se apropiaran totalmente el resultado de su acción y desconocieran que eran movidos por la mano de algo que
no es madera, es decir, el brazo viviente del hombre 9. La destrucción del ejército asirio es descrita por el profeta como una enfermedad enviada al
cuerpo robusto (potencia militar) de aquella nación, que va agotando su poderío militar, y, al mismo tiempo, el profeta presenta el símil de un fuego devorador encendido disimuladamente por la
luz de Israel, es decir, Yahvé, al que al principio no se le da importancia, pero que terminará por inflamarse, adquiriendo proporciones alarmantes hasta acabar totalmente con la
gloria (la potencia militar) de Asiría. Así, Yahvé, que para Israel es una
luz que ilumina, para los invasores se convertirá en fuego devastador, y no para purificar, como en Israel, sino para devorar totalmente la víctima 10, de tal forma que la magnificencia de su
bosque y vergel será convertido en un mísero matojo, cuyos árboles un
niño podrá contar (v. 19).
Liberación del resto de Israel (20-27).
20 En aquel día, el resto de Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob no se apoyarán ya sobre el que los hirió, sino que se apoyarán con fidelidad en Yahvé, el Santo de Israel. 21 Volverá un resto, un resto de Jacob, al Dios fuerte. 22 Porque, aunque fuera tu pueblo Israel corno las arenas del mar, sólo un resto volverá. Decretada está la destrucción, que acarreará la justicia. 23 Y este decreto de destrucción lo ejecutará Yahvé de los ejércitos en toda la tierra. Por eso dice el Señor Yahvé de los ejércitos: 24 Pueblo mío, que habitas en Sión, no ternas que Asur te hiera con la vara y alce contra ti su bastón como Egipto. 25 Dentro de poco tiempo, dentro de muy poco, mi cólera llegará al fin, y mi furor los destruirá. 26 Yahvé de los ejércitos levantará contra ellos el azote, como cuando hirió a Madián en la roca de Joreb, y el mar con su báculo, como lo levantó un día en Egipto, 27 y en ese día quitará su peso de sobre tus espaldas, y su yugo de sobre tu cuello.
Este fragmento es un mensaje de consuelo para los atribulados habitantes de Sión, desalentados ante las conquistas devastadoras de Asiría. No todo desaparecerá en la catástrofe, sino que se salvará un núcleo selecto del pueblo, un
resto ll
. La falsa confianza en los poderes terrenos desaparecerá, para buscar sólo el apoyo de Dios, como el profeta predicaba a Acaz con ocasión de la guerra siro-efraimita 12;
no se apoyarán ya sobre el que los hirió, es decir, sobre Asiría, cuyo auxilio habían solicitado contra la confederación siro-efraimita 13. Nada de alianzas políticas humanas, sino confianza absoluta en Yahvé; éste es el principio de política internacional de Isaías. Los errores cometidos han traído los invasores asirios y la catástrofe nacional. Pero la situación no será irremediable, porque se salvará un
resto, y ese núcleo de rescatados
será el que transmitirá el fuego sagrado en el futuro a las generaciones venideras. Esta idea de un
resto salvado es algo esencial en la teología de la historia que nos presenta Isaías, recibido de profetas anteriores 14, y que ha surgido como solución fruto de reflexión teológica
o por revelación expresa de la aparente antinomia entre las exigencias de la justicia y la misericordia divinas. De un lado, Dios había prometido proteger a su pueblo y hacerle partícipe de las esperanzas mesiánicas, y de otro, la conducta infiel de este pueblo para con Yahvé exigía la intervención justiciera de Dios. Como solución no quedaba sino que un
resto fiel sobreviviera a las catástrofes históricas del pueblo israelita, del que habría de surgir la nueva generación que sería testigo y participante de la gran manifestación de los tiempos mesiánicos como culminación de la obra de Dios en la elección de Israel.
El profeta, pues, piensa en ese
resto muy reducido que sobrevivirá a la catástrofe, que fielmente se confiará a su Dios, desconfiando de toda política humana de alianzas con pueblos extranjeros. Sin duda que con las palabras
no se apoyarán sobre el que los hirió, Isaías alude a la petición de auxilio que Acaz había solicitado de Asiría contra la coalición siro-efraimita, pues en realidad los asirios habían de ser los verdugos de Judá15.
Volverá un resto: sin duda es alusión al nombre de su hijo Sear-Yasub 16, símbolo de la futura resurrección del pueblo israelita. Y el término de la conversión del pueblo será al Dios
fuerte, denominación que en 9,3 se aplicaba al Mesías, al Niño misterioso, Salvador de su pueblo contra la incursión de los asirios. Quizá la expresión designe simplemente a Dios, al Santo
de Israel del v.20. La expresión Dios
fuerte es siempre aplicada a Yahvé, menos en el caso antes citado; designa a Yahvé, Dios de Israel, en cuanto dotado de fuerza y poder excepcional y sobrehumano, y, en este caso, la frase tendría el sentido de invitar a esperar confiadamente en ese Señor al que se volverán los corazones como único refugio después de la catástrofe. Sería equivalente al Dios
de los ejércitos del v.23, que era la locución común para expresar el poder omnipotente del Dios protector de Israel a través de su historia. El profeta no quiere que sus contemporáneos se hagan ilusiones sobre la numerosa población de su tiempo, como
las arenas del mar 17, pues sólo se escapará al exterminio un reducido resto como consecuencia de la intervención justiciera de Dios,
que acarreará la destrucción (v.22).
El espectro de este horizonte tenebroso de destrucción y de muerte como consecuencia de la acción vengadora de Yahvé podía producir en los oyentes una impresión de desesperación y de decepción general; por eso el profeta presenta por contraste como es ley general en la literatura profética un oráculo, un mensaje de consolación, lanzado lleno de ternura a los habitantes de Sión 18:
Pueblo mío. como Egipto. El mensaje parece destinado a los actuales habitantes de Jerusalén o a los ciudadanos de la nación ideal en la mente del profeta. Aunque el yugo asirio es muy duro, comparable al de los tiempos de la opresión en Egipto, no obstante, esta situación no será la definitiva, ya que Dios se dispone también a castigar al opresor, renovando los antiguos prodigios en favor del pueblo elegido, como en otro tiempo a favor de Gedeón y sus seguidores contra las hordas de Madián 19, y cuando anegó en el mar Rojo al ejército egipcio con sólo levantar Moisés su bastón 20, dos gestas que habían quedado como tradicionales en la épica popular de la historia de Israel 21,
Inminencia de la invasión asiría (28-32).
28 Ya avanza del lado de Rimón 22, ha llegado a Ayot, pasa por Magrón y deja en Micmas su impedimento. 29 Han pasado el desfiladero, y durante la noche han acampado en Guebá; Rama está temblando, Gabaá de Saúl está en fuga; 30 lanza gritos la hija de Galim, escucha Lais, respóndele Anatot, 31 Madmena huye, los habitantes de Gabim han escapado. 32 Hoy todavía hace alto en Nob, y alza su mano contra el monte de la hija de Sión, contra el monte de Jerusalén. El profeta nos pinta con colores vividos la inminencia del ataque de un ejército enemigo a la Ciudad Santa. Aunque no nombra al invasor, parece éste ser el ejército asirio. Es una descripción ideal en la que aparecen las poblaciones que se hallan en las cercanías de Jerusalén, y el profeta se complace en dramatizar la marcha con sus movimientos y altos en el camino. La descripción es un poco teórica, pues presenta a los invasores viniendo del norte de Samaría, bajando por el camino más corto, pasando por Gabaá según el trazado de la calzada romana, que aún se puede ver, la cual sustancialmente sirve de orientación a la actual carretera que sube hacia Naplusa. Quizá éste había sido el itinerario de los aliados siro-efraimitas, y le servía al profeta para trazar la futura marcha del ejército asirio. En realidad, éste, con ocasión de la invasión de Senaquerib en el 701, vino más bien hacia Jerusalén por la costa, después de haber vencido la resistencia filistea 23. O bien Isaías escoge dicho itinerario para dar mayor impresión de celeridad del ejército invasor, que se presenta en Jerusalén por sorpresa para atacar a la ciudad por el norte, la única parte vulnerable por la que entraron todos los ejércitos invasores desde Nabucodonosor a los cruzados. Quizá pensando en dar esta impresión de sorpresa, el profeta hace pasar a los invasores por el desfiladero de
Miomas, sitio difícil de franquear, y que, por tanto, no era de esperar vinieran por allí los invasores 24. El profeta se complace en presentar al ejército invasor alborozado ante la facilidad del avance:
durante la noche acamparemos en Gueba (v.26),
donde se les abría definitivamente el camino hacia Jerusalén, y no esperaban mayores dificultades después de haber pasado el
desfiladero de
Miañas, Por fin divisa en
Nob a la ciudad, que va a ser fácil presa.
Derrota del invasor (33-34).
33 He aquí que Yahvé de los ejércitos desgajará con fuerza las ramas; i las cimeras serán cortadas, y las altas abatidas. 34 La madera del bosque será cortada a hierro, y echados a tierra los cedros del Líbano. Cuando el invasor tenía ya en su mano la presa codiciada, pues se había asomado
alzando su mano contra el monte de la hija de Sión en la cima del monte Scopus, dominando la Ciudad Santa, inesperadamente surge la intervención salvadora de Dios, que inflige una sangrienta derrota al. ejército invasor. El profeta siempre jugando con luces y sombras para describir las relaciones de Dios con su pueblo infiel nos presenta la acción de Dios como la de un fornido leñador que abate los árboles más corpulentos del bosque de modo implacable, siguiendo la imagen que ya poco antes había presentado en los v.17-18
. El gran imperio asirio, comparable a la majestad y grandeza de un bosque de cedros del Líbano tradicionales en la literatura bíblica y oriental por su corpulencia , caerá irremediablemente cuando se halle en el cénit de su gloria, y precisamente será herido mortalmente cuando se apreste a echar sus manos sobre la Ciudad Santa 25.
1 Skinner cree que es un oráculo aislado de Isaías puesto por un compilador como introducción, a título de peroración, a 9,8-21 (o.c., 90). 2 Cf.
Sal_94:20. 3 El TM, puntuado de otro modo, podría leerse: Beltis (Isis) ha sido roto, Osiris ha sido abatido. En ese caso aludiría el profeta a lo inútil que era esperar en estos ídolos para salvarse de la catástrofe. Pero, como dice Skinner, no consta que estas divinidades egipcias fueran adoradas por los habitantes de Judá. 4 Este v.12 parece glosa posterior; al menos rompe con el contexto. Algunos consideran los v.10-12 como adiciones posteriores de un glosista. en
Eze_26:7. 5 Åz 26:7. 6
Carquemis, capital hitita al oeste del Eufrates. Es la actual
Dejerablus, sometida por iría en el 717 a.C. en tiempos de Sargón;
Calno, probablemente el
Kallani délos asirios, Conquistada por Teglatfalasar III en 740;
Jamat, la actual
Hamat, sobre el Orontes, conquistada por Sargon en el 720; Damasco, conquistada por Teglatfalasar III en 732; Samaría, conquistada por Sargón en 721. 7 La contraposición de Samaría y Jerusalén a los otros pueblos en el v.10, de un lado, y la contraposición, por otro, de Samaría y Jerusalén entre sí oscurecen el pensamiento, lo que, juntamente con el cambio de ritmo métrico, ha hecho pensar a muchos críticos que esto es
una glosa. 8 El TM dice literalmente: y la hermosura de su bosque y de su vergel será aniquilada desde el olma hasta la carne; es decir, totalmente. La última parte del versículo es oscura en extremo. Los LXX leen: y será el que huya como el que huya de una llama que se enciende. 9 En
Isa_31:8 encontramos la expresión no hombre, que es paralela a esta de no madera. 10 Cf.
Isa_9:18. 11 Algunos autores creen que este fragmento no es continuación de lo anterior; Skinner Cree que empalma mejor con el v.12 (o.c., 98). 12
Isa_7:13. 13 Cf.
2Re_16:7. 14 Cf.
Amo_3:12. 15 Cf.
2Re_16:7. 16
Isa_7:3; el nombre significa justamente un resto volverá. 17 Cf.
Gen_22:17. 18 Algunos autores creen que este canto (v.24-26) habría que ponerlo inmediatamente después de los v. 16-19. 19 Cf.
Jue_7:25;
Sal_83:9;
Isa_9:4 20 Ex c.14. 21
El texto hebreo dice literalmente: y hasta será quitado el yugo a fuerza de aceite degrasa, que es como traduce la Vg. En este supuesto, A Lapide, Fillion y Dillmann lo explican así: el yugo y las cuerdas con que se ata a Judá se pudrirán a causa de la grosura de Judá, que con el auxilio de Dios se hará fuerte. Los LXX traducen: se corromperá el yugo Junto a sus nombros, que viene a ser el sentido general que hemos adoptado, siguiendo Jondamin (o.c., 88). 22
El primer estico,
ya avanza del lado de Rimen, es una lección hipotética de una su-lesta reconstrucción del texto hebreo, que está oscuro e ininteligible, propuesta por Duhm y
seguida por Condamin. 23 Cf.
2Re_18:17;
Isa_36:2. 24
Ayot parece ser la antigua Ai (Jos 8);
Magrón, seguramente la homónima de 1 Sam 14;
desfiladero, el paso estrecho que va de Micmas a Gabaá, llamado hoy
Suweinit; Miomas es la misma de 1 Sam 14, en el actual wady
Suweinit; Gueba, la actual
Gibeah; Rama, actual
Er-Ram, al oeste de Gueba;
Gaba de Saúl, la actual
Tell-Full, al norte de Jerusalén;
Gallim, quizá la actual
Kh. Kakul, al oeste de Anatot;
Laisa, la actual
El-Isauye, entre Jerusalén y Anatot;
Anatot, la actual
Anata, a cinco kilómetros de Jerusalén, al nordeste;
Madmena y
Gabim no se han podido identificar, pero estarían en esta zona.
Nob, en la colina nordeste que domina a Jerusalén, en el monte Scopus. 25 El texto hebreo lee: y el Líbano caerá por mano de un poderoso. Por paralelismo con
Zac_11:2, hemos preferido corregir el texto. La Vg, siguiendo a los LXX, lee: cum excelsis, que sería sinónimo de cedros altos. Bib. de Jer.: El Líbano y sus esplendores se desploman.