Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. Job, Varón Recto y Justo, Probado por la Adversidad.
L a historia del justo Job, probado por tantas adversidades, resulta inverosímil, y por eso el autor, para hacer frente a posibles objeciones, procura situarla en un lugar lejano, fuera del control fácil de sus lectores allá hacia el misterioso oriente , lo que, por otra parte, contribuía a rodear de misterio al personaje protagonista, por aquello de Tácito:
maior e longinquo reverenda, y también para presentar a los exclusivistas judíos de su tiempo un dechado de virtud fuera de la órbita israelita. El libro de Job es revolucionario en su tesis y en sus apreciaciones, y ello se refleja en detalles como este de presentar al justo por excelencia desconectado de la tradición judaica. La doctrina del universalismo y las preocupaciones por los problemas personales, desconectados de la vinculación nacional hebraica, van tomando relieve en las especulaciones sapienciales. Los problemas humanos sustituyen a los clasistas y nacionales a medida que Israel se abre al contacto con otros pueblos.
Situación próspera y feliz de Job (1-5).
1
Había en tierra de Hus un varón llamado Job, hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Naciéronle siete hijos y tres hijas; 2
y era su hacienda de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y siervos en gran número, siendo grande aquel varón entre todos los orientales. 3
Acostumbraban sus hijos a tener banquetes en sus casas, cada uno en su día, invitando a sus tres hermanas a comer y beber con ellos. 4
Cuando se completaba el ciclo de los días de convite, los convocaba para purificarlos; y levantándose de madrugada, ofrecía por ellos holocaustos, según el número de todos ellos, pues decía Job: 5
No sea que hayan pecado mis hijos y hayan maldecido a Dios en su corazón. Así hacía Job siempre. Para establecer un contraste vivo entre la situación actual de prosperidad de Job y su familia con su próxima desventura, el autor sagrado carga la paleta, presentando a su protagonista como uno de los más ricos entre todos los orientales. Esto parecía responder a la bendición divina, que correspondía a su conducta intachable de hombre íntegro y recto, conforme a la tesis tradicional de la ecuación entre virtud y prosperidad material. Precisamente la nueva tesis del libro es que esta convicción comúnmente aceptada está contra la experiencia cotidiana, ya que Dios permite que muchas veces los más justos y ejemplares sufran las mayores calamidades, mientras que los impíos prosperan insolentemente en sus negocios, disfrutando de buena salud, de larga vida y de muchas riquezas. Ello prueba que no hay conexión necesaria entre la prosperidad y la virtud ni entre la desgracia y la impiedad.
La narración empieza dando el nombre del protagonista y su lugar de origen fuera de los límites de la Tierra Santa. El nombre Job (en heb.
'iyób) encuentra su paralelo en el de Aiab, rey de Pella (TransJordania) de los textos de Tell Amarna l, y es de tipo semita occidental2. En
Eze_14:14.20 aparece el justo Job, juntamente con Noé y Daniel, como modelos de rectitud que pueden salvarse por su justicia 3. Esto indica que en la tradición hebrea existía el recuerdo de un personaje modelo de virtud que podía parangonarse con los otros dos, famosos también por lo mismo. El autor del libro de Job, pues, utiliza el nombre de este justo, que flotaba en el ambiente tradicional, para presentarlo como protagonista del drama teológico que va a desplegar ante sus lectores.
Dechado de virtud bajo todos los aspectos, es presentado como íntegro en sus costumbres, recto en su proceder y apartado del mal, como consecuencia de vivir bajo el temor de Dios. Su patria, Hus, se halla enclavada en territorio de los hijos de Oriente, designación que en labios de un israelita cisjordano designa TransJordania o la zona esteparia poblada de nómadas al este del Jordán o del mar Muerto. En otros textos bíblicos se coloca esta región de Hus en la zona de Edom 4, la región de Seir de las cartas del Tell Amarna, es decir, la franja montañosa semiesteparia que se halla al este del Araba o depresión que se extiende del sur del mar Muerto al golfo de Elán5.
En recompensa a su virtud, Dios había otorgado al justo Job siete hijos y tres hijas. El número de hijos es el ideal de perfección, siete. Las hijas son menos, pues si hubiesen sido muchas, sería ello una señal de castigo de parte de Dios, según la mentalidad oriental. En 42:13 se dice que Dios le devolvió doblado el número de hijos, mientras de las hijas sólo le volvió a dar tres. La fecundidad familiar era una señal manifiesta de bendición divina en la tradición israelita6. A Job, pues, no le faltaba nada de lo que podía contribuir a su felicidad.
La hacienda del jeque oriental es fabulosa: 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 puntas de bueyes, 500 asnas y sierros sin número. Las cifras son hiperbólicas para resaltar la opulencia del que había sido bendecido por la Providencia en consonancia con su virtud intachable y fuera del común. Es el cumplimiento de la tesis tradicional de la ecuación entre la virtud y la abundancia de bienes temporales. La historia posterior del justo Job será el mentís sangriento a esta convicción comúnmente admitida en la sociedad israelita. El autor, pues, va preparando la dramatización de los hechos para crear crudos contrastes en un convencionalismo dialéctico que se continúa a través de la distribución literaria de toda la narración. Todos sus hijos y sus bienes los perderá el jeque intachable en un solo día, para impresionar más al lector tradicionalista.
La virtud de Job llegaba hasta preocuparse de las posibles faltas de sus hijos, que durante toda la semana se entregaban por turno a convites familiares, a los que asistían también sus hijas como invitadas. Cada hijo tenía su casa, mientras que las hijas vivían con el padre. Job no era sólo padre de familia, sino también conforme al régimen patriarcal era sacerdote, y, como tal, ofrecía diariamente sacrificios, holocaustos, a Dios en expiación de las posibles faltas de sus hijos. Estos, al amor del vino, es fácil que se olvidaran de los preceptos divinos, y por eso Job en calidad de padre y sacerdote les convoca para purificarlos (lit. en heb. santificarlos), es decir, someterlos a las purificaciones rituales para hacerlos entrar en relaciones normales con Dios7. No cabía más perfección en la conducta. El hagiógrafo destaca estos detalles para mostrar que las calamidades que le han de sobrevenir no las merecía bajo ningún concepto, ya que hasta en los más nimios detalles procuraba amolelarse a las exigencias de la santidad divina.
Consejo en la corte celestial (6-12).
6
Sucedió un día que los hijos de Dios fueron a presentarse ante Yahvé, y vino también entre ellos Satán. 7
Y dijo Yahvé a Satán: ¿De dónde vienes? Respondió Satán: De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella. 8
Y dijo Yahvé a Satán: ¿Has reparado en mi siervo Job, pues no lo hay como él en la tierra, varón íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? 9
Pero respondió Satán a Yahvé diciendo: ¿Acaso teme Job a Dios en balde? 10
¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos, y sus ganados se esparcen por el país, 11
Pero extiende tu mano y tócale en lo suyo, (veremos) si no te maldice en tu rostro. 12
Entonces dijo Yahvé a Satán: Mira, todo cuanto tiene lo dejo en tu mano, pero a él no le toques. Y salió Satán de la presencia de Yahvé. La preparación escénica continúa acentuándose, si bien sobrepasando las lindes de la verosimilitud. Una vez descrita la prosperidad desbordante del gran jeque oriental confirmación de la tesis tradicional sobre la retribución de la virtud excepcional en esta vida , el hagiógrafo finge un coloquio en la corte celestial al que asisten los hijos de Dios o ángeles escolta de honor del Soberano del universo y un misterioso personaje llamado Satán, que significa enemigo, y que por el contexto se deduce que es como el fiscal que tiene Dios para probar la virtud de los suyos. En
Rev_22:19-22, el profeta Miqueas de Yemla presenta a Yahvé rodeado del ejército celestial, interrogando a sus ángeles sobre quién será el encargado de ir a inducir a Acab para que ataque a Ramot de Galaad. La escena es muy similar, pues aparece un espíritu de mentira que se ofrece para engañar al rey impío: He visto a Yahvé sentado sobre su trono y rodeado de todo el ejército de los cielos, que estaba a su derecha y a su izquierda; y Yahvé decía: ¿Quién inducirá a Acab para que suba a Ramot de Galaad y perezca allí? Unos respondieron de un modo, y otros de otro; pero vino un espíritu a presentarse ante Yahvé y dijo: Yo le induciré. ¿Cómo? preguntó Yahvé. Y él respondió: Yo iré y seré espíritu de mentira en la boca de todos los profetas. Yahvé le dijo: Sí; tú lo inducirás, y saldrás con ello. Ve, pues, y haz así. En ambos textos se trata de escenificaciones literarias
que no han de tomarse al pie de la letra. En
Zac_3:1-2 aparece Satán junto al ángel de Yahvé, dispuesto a acusar al sumo sacerdote Josué, que está en trance de ser purificado de sus pecados
para inaugurar el sacerdocio digno en el templo reconstruido en Jerusalén.
En el texto que comentamos, Satán no es todavía abiertamente el espíritu del mal,
enemigo del reino de Dios, el diablo, que trajo la muerte y el pecado al mundo 8. Aquí es el adversario jurídico, el acusador que tiene por finalidad aquilatar la virtud de los servidores de Dios, enviando calamidades para que renieguen de El. Este carácter de adversario de los derechos divinos se acentuará en la tradición israelita, terminando por ser el enemigo declarado de los intereses de Dios, el instigador al mal 9. Los hijos de Dios, al contrario, parecen ser seres angélicos
que tienen por finalidad glorificar y acompañar a Dios, colaborando con El en el gobierno del mundo. En 38:7 aparecen en paralelo con las estrellas de la mañana. Según
Sal_89:7, habitan en los cielos y constituyen el ejército celeste 10. Así, pues, se concibe a Dios como un rey oriental rodeado de una esplendorosa escolta de honor. Los LXX y el Targum traducen el término
hijos de Dios por ángeles 11. Satán, en cambio, en el contexto
es el instrumento de Dios para probar y enviar castigos a los hombres. Esta concepción teológica tiene su razón de ser en el deseo de salvaguardar la trascendencia divina,
pues el Ser bueno por excelencia no debía tener contacto directo con los males que sufren los hombres, y así se crea un intermediario encargado de enviar calamidades a la humanidad para probarla.
La escenificación adquiere su punto álgido en el diálogo antropomórfico de Dios con Satán. Al llegar éste a la tertulia celeste, Dios le pregunta por sus andanzas sospechosas, ya que tiene por misión molestar a los demás. La respuesta de Satán está en conformidad con su misión exploratoria: ha dado una vuelta por la tierra y no ha notado nada especial; por eso, al dar cuenta a Dios según costumbre del cumplimiento de su misión específica, declara que no tiene nada especial que comunicar: ¡Sin novedad por el mundo! En
Zac_1:11 se presenta a cuatro caballeros instrumentos de la Providencia, que van de inspectores por los cuatro ángulos del globo declarando a Dios que no hay novedad por el mundo, pues todo está en paz. Los hagiógrafos, como orientales, tienen preferencia por estas escenificaciones teológicas a base de diálogos entre múltiples personajes. Es un artificio literario para mantener en suspenso la atención del lector, que tiene también propensión a lo concreto y colorístico.
Dios se extraña de que Satán no haya reparado en su paseo explorador por la tierra en su siervo Job, dechado de virtud, del que se sentía justamente orgulloso: no lo hay como él en la tierra (v.8). Las alabanzas divinas coinciden literalmente con las del narrador: varón íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Irónicamente responde Satán, diciendo que esa virtud de su protegido Job es sospechosa, ya que le ha bendecido desmesuradamente, otorgándole riquezas de toda índole 12. Buena cuenta le tiene a Job ser temeroso de Dios, ya que es el precio de su rica hacienda. Con ello da a entender que Dios es un tanto ingenuo al sentirse orgulloso de la virtud de su protegido. Que cambien las cosas, y la experiencia dirá que Job no podrá soportar el infortunio, y entonces se desmoronará el edificio artificial de su virtud;
terminará por maldecir el rostro del mismo Dios, ya que le ha retirado su protección (v.11). Satán es escéptico sobre la virtud humana. Es un filósofo que no cree en la moral sin obligación y sanción. 13 Job no teme de balde (v.10), pues sabe que su integridad religiosa es la condición para prosperar.
La respuesta de Satán era una petición implícita para poder probar la virtud del honorable jeque oriental. Si le permitiera Dios quitarle el vallado protector de su hacienda..., entonces sería el momento de probar los quilates de su virtud, que hasta ahora tiene poco de desinteresada. Dios accede a esta insinuación, permitiéndole que le toque en lo suyo (su hacienda), pero no metiéndose con su persona (v.12). Tiene, pues, poder para quitarle sus bienes, aunque por ahora no debe atentar contra su salud y persona.
La primera prueba de Job: la pérdida de sus bienes e hijos (13-19).
13
Y sucedió un día en que estaban sus hijos y sus hijas comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano primogénito, 14
que llegó un mensajero a Job y le dijo: Estaban arando lo bueyes y pacían cerca de ellos las asnas, 15
y se echaron sobre ellos los sábeos y los tomaron hiriendo a los siervos a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para darte la noticia. 16
Todavía estaba éste hablando, cuando llegó otro, que dijo: Ha caído del cielo fuego de Dios, que abrasó a las ovejas y a los mozos, consumiéndolos. Sólo he escapado yo para darte la noticia. 17
Todavía estaba éste hablando, cuando vino otro, que dijo: Los caldeos, divididos en tres tropeles, han dado sobre los camellos, apoderándose de ellos, y a los siervos los hirieron a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para traerte la noticia. 18
Mientras hablaba éste todavía, llegó otro, que dijo: Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano, el primogénito, 19
y vino del otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes, y han muerto. Yo solo he escapado para darte la noticia. Una vez conseguido por Satán el permiso para probar a Job, no tardó en sentirse su siniestra actuación, pues al punto las mayores desgracias se abatieron sobre la familia del virtuoso jeque oriental: en un solo día perdió toda su hacienda y, sobre todo, lo que más quería, sus propios hijos. No cabía mayor tragedia. Los hechos se suceden con celeridad inverosímil y coniforme a un clisé literario estereotipado según el convencionalismo estructural del libro. Todo se desarrolla como en una pieza de teatro: las calamidades se suceden según el orden de gravedad, y sólo queda uno para contarlo. Primero sobreviene una inesperada razzia de los nómadas los sábeos o moradores de la región de Sabá, cerca de Medina, al sur de la tierra de Hus, lindando con la Arabia meridional14 , los cuales se apoderan del ganado mayor, matando a los siervos encargados de ellos. Sólo uno se salvó de la carnicería para transmitir la noticia del desastre. Cuando aún no ha terminado de hablar éste, sobreviene otro con la triste nueva de que en una tormenta ha perecido todo el ganado menor. También ahora se salva un criado para dar la noticia al amo. Apenas ha terminado de comunicar la nueva calamidad, cuando llega otro criado con otra infausta comunicación: los caldeos los nómadas llamados kaldim de los textos cuneiformes, que se movían desde el golfo Pérsico por el desierto hasta los límites de Arabia 15, y que, por tanto, para los moradores de Hus procedían del este, mientras que los sábeos venían del sur se han apoderado16 de los camellos, matando a los sierros encargados de guardarlos. Sólo uno se salvó para contarlo al dueño. Por fin, llega la más terrible noticia cuando aún éste tenía la palabra en la boca: un torbellino el terrible simún del desierto ha derribado la casa de su primogénito, en que estaban todos sus hijos de fiesta según el turno convenido, y les ha causado la muerte. Todas sus esperanzas familiares se han venido abajo después de haber perdido todos los bienes. Su situación es desesperada; la mano de Dios le ha tocado de modo inexplicable, pues no tiene conciencia de culpabilidad; sin embargo, su reacción está a la altura de su virtud reconocida.
Fidelidad de Job (20-22).
20
Levantóse entonces Job, rasgó sus vestiduras, rasuró su cabeza y, echándose en tierra, adoró, 21
diciendo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Yahvé lo dio, Yahvé lo ha quitado. ¡Bendito sea el nombre de Yahvé! 22
fui todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios insipiencia.
Lejos de dejarse llevar de la rabiosa desesperación, el primer acto del probado justo fue reconocer el dedo de la Providencia en todo, haciendo actos externos de duelo por la pérdida de los seres queridos. Conforme a las prácticas usuales de duelo, se rasgó las vestiduras (el manto, signo de honor, que llevaba sobre la túnica) l6 y rasuró su cabeza 17, prosternándose en tierra en signo de humillación y de adoración y acatamiento de los
designios secretos de Dios respecto de su vida. La resignación de Job es total y perfecta: ninguna protesta, sino aceptación total de la voluntad divina: Desnudo salí del vientre de mi madre... La frase juega con la doble maternidad, la que le dio la vida, y la tierra, que recibirá su cuerpo, también desnudo. Las sombras del seol estaban desnudas en la región de los muertos 18.
La muerte es como un nacimiento al revés, ya que el difunto, aunque sobrevivía en la región subterránea del Seol, sin embargo, desprovisto de todo vigor, en un estado como de ectoplasma, llevaba una existencia que
no merece el nombre de vida 19.
Job tiene conciencia de que ha venido a este mundo desprovisto de todo bien, y se resigna a volver a la tierra sin el acompañamiento de sus riquezas. Ni siquiera tendrá la satisfacción de unas honras fúnebres fastuosas, como era de esperar de su condición social. En realidad, nada tenía suyo, pues todo lo había recibido del Dios que bendecía su trabajo: Yahvé lo dio, Yahvé lo ha quitado. Esta frase, de profundo sentido religioso, tiene su aire de fatalismo oriental, de resignación ante lo irremediable. Es inútil, pues, toda protesta. Siguiendo sus hábitos de acendrada virtud, prorrumpe en una solemne bendición del nombre de Yahvé. La expresión tiene un sabor litúrgico, y aparece en
Sal_113:2, resultando extraña en labios del jeque oriental, que, por no ser judío, no conocía el nombre de Yahvé; pero el autor lo hace deslizar inesperadamente en la narración. El hagiógrafo resalta que Job, en medio de su amargura, no lanzó ninguna queja ni impertinencia contra Dios, que le había enviado tales calamidades. Por ello sobrellevó la prueba sin pecar en lo más mínimo, con lo que queda desmentida la hipótesis de Satán de que su virtud era un puro cálculo de mercader: Job es virtuoso en la prosperidad y en la adversidad; los hechos lo prueban. Ha terminado el primer acto del drama: la virtud ha salido triunfante de la prueba; pero la experiencia del rectísimo Job muestra que la tesis tradicional de la ecuación
entre el pecado y la adversidad es falsa; el hombre puede sufrir calamidades sin ser culpable ante Dios.
1 Véase-,Thureau-Dangin. Rev. d'Assyriologie (1922) p.92. 2 Cf. P. Dhorme, Le livre de Job (París 1926) p.2. 3 Según no pocos autores, el Daniel de
Eze_14:14.20 es el Danel de los textos de Ras Shamra-Ugarit. Véase J. Steinmann, Le livre de Job (París 1955) p.?9. 4 Cf.
Gen_36:28;
Lam_4:21. 5 Véase Abel, Géographie de la Palestine I p.284. 6 Cf. Sam 2:5;
Rut_4:15. 7 El TM lee bendecir en lugar de maldecir, que pide el contexto; pero es el conocido cambio de palabras para que no aparezca el término maldecir junto al nombre divino. Cf.
Job_1:11;
Job_2:5.9; Sam 3:13. 8 Cf.
Sab_2:24. 9 Cf. Par 21:1. 10
Rev_22:193. 11 Sobre el sentido de la expresión hijos de Dios en
Gen_6:1-4 véase Biblia comentada 5 I ñ. 126-128. Tomás, ante los problemas que plantea la presencia de Satán en la corte divina, comenta: Hoc symbolice... et sub aenigmate proponitur, secundum consuetudinemS.Scripturae, quae res spírituales sub figuris rerum corporalium describit. Es un modo de ] decir que se trata de una dramatización literaria sin realidad efectiva. 12 Cf.
Gen_1:22.28;
Gen_27:27-28;
Gen_49:22-26. 13 J. Steinmann, o.c., p.84. 14Cf. RB (1910) p.196. 15 Cf. ibid, p.525. Estos caldeos eran de raza aramea. 16 Sobre este rito cf.
Job_2:12;
Gen_38:34;
Jos_7:6;
Esd_9:3-5;
Est_4:1; Me 14:63. Véase M. J. Lagrange, études sur les religions sémitiques p.320s. Tito Livio (I 13) menciona este rito de duelo entre las sabinas. César rasgó su manto al pasar el Rubicón (Suetonio, Div, M. 33). 17 También el rito de rasurarse la cabeza como señal de duelo es corriente en la antigüedad. Cf.
Jer_7:29;
Miq_1:16. En los Anales de Sargón (
Miq_1:204) se dice que Merodac Bala-dán II se echó en tierra, rasgó sus vestidos y tomó la rasuradura. En la Ilíada (XXIII 45S) se dice que Aquiles juró rasurarse el cabello en señal de duelo por su amigo Patroclo. En los trágicos griegos, Príamo aparecía siempre con la cabeza rasurada por sus muchos duelos. Véase M. J. Lagrange, o.c., p.322; P. Dhorme, o.c., p.n. 18 Istar, al descender a la región de los muertos, tiene que quitarse su vestido (P. Dhorme, Choix des textes religieux assyro-babyloniens p.326-341). Sobre la madre tierra véase M. J. Lagrange, Les mystéres: l'Orphisme (París 1937) P-I38. El hombre está formado del polvo de la tierra; luego ésta es su madre y a ella hemos de volver (
Gen_3:19). Cf. Sal 139 13.15; RB (1920) p.468;
Eco_40:1. Suetonio (Div. luí. 7): térra quae omnium parens ha-beretur. Virgilio llama a la tierra omniparens. La frase de Job encuentra paralelo en
Ecl_5:14*. Como desnudo salió del seno de su madre, desnudo se tornará, yéndose como vino, y nada podrá tomar de sus fatigas. Cf.
1Ti_6:7. 19 Véase nuestro artículo La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: Salmanticensis (1954) I p.343-364.