Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Juicio punitivo sobre las naciones gentiles.
Este capítulo, que es el cuarto en el TM y el tercero en los LXX y la Vg, versa sobre el juicio terrible sobre las naciones paganas, del que,se habían dado los signos precursores en las transmutaciones cósmicas de la naturaleza. El estilo es vigoroso y escalofriante, conforme al radicalismo de expresión de la poesía oriental apocalíptica. Reiteradamente se habla en la literatura profética de un juicio discriminador de los pueblos antes de la inauguración de la era mesiánica, pero en ningún otro lugar la idea es representada con más dramatismo y exaltación. En la segunda parte (16-21) se anuncia la paz mesiánica total.
Juicio en el valle de Josafat (1-15).
1 Pues he aquí que en aquellos días, cuando haga yo volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, 2 reuniré a todas las gentes y las haré bajar al valle de Josafat, y litigaré en juicio con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que ellos dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción, 3 echando suertes sobre mi pueblo, dando un mozo por una prostituta, y una doncella por vino que se bebían. 4 Y vosotros también, ¿qué sois para mí, Tiro y Sidón, y todos los términos de la Filistea? ¿Es que queréis vengaros de mí? Si vosotros queréis vengaros de mí, al punto haréis retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza. 5 Vosotros, que os apropiasteis mi plata y mi oro y metisteis mis preciosidades en vuestros palacios; 6 que vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los hijos de los griegos para que los llevasen lejos de sus territorios; 7 he aquí que yo los alzaré del lugar para donde los vendisteis, y haré recaer vuestra acción sobre vuestras cabezas, 8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, para que ellos los vendan a los sábeos, nación apartada, oráculo de Yahvé. 9 ¡Pregonad esto entre las gentes, proclamad la guerra santa, despertad a los valientes, acerqúense y suban todos los hombres de guerra! 10 ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! Diga el flaco: ¡Yo soy valiente! 11 Precipitaos y venid todas las gentes de en derredor y congregaos. Haz bajar allá, ¡oh Yahvé! a tus valientes. 12 Que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat, porque allí me sentaré yo a juzgar a todas las gentes de en derredor. 13 Meted la hoz, que está ya madura la mies. Venid, pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas,porque es mucha su maldad. 14 Muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. 15 El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo. Después de anunciar que los israelitas participarán del nuevo estado venturoso de cosas como consecuencia de la reconciliación con su Dios, el profeta va a vaticinar la suerte que correrán las naciones paganas que se han aprovechado de la desgracia de Judá. La escena apocalíptica que va a describir está situada después de la restauración de Israel, pasada ya la
cautividad (v.1). Para los profetas, la repatriación de los exilados es la primera fase en la preparación de la manifestación gloriosa
mesiánica. El triunfo de los judíos va a ser espectacular, de forma que todas las naciones paganas, tradicionalmente enemigas, tendrán que reconocer su derrota definitiva a manos del Dios de Israel. Todas las gentes serán convocadas en el
valle de Josafat (v.2), nombre simbólico escogido para expresar el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas. Algunos autores creen que
Josafat aquí alude al rey de este nombre que, según
2Cr_5:12, derrotó estrepitosamente a los ejércitos coligados de Moab, Amón y Edom, los enemigos tradicionales de Judá. Joel, pues, en ese caso, habría escogido el nombre del victorioso rey
Josafat (870-849) como símbolo de la otra victoria que Yahvé habría de obtener sobre todos los enemigos del pueblo elegido.
Sin embargo, el nombre hebreo
Josafat (Yahvé juzga o juicio de Yahvé) se presta a un juego de palabras, y en este sentido bien pudo haber sido elegido para designar el
juicio de Dios sobre las naciones paganas. De ahí que no falten comentaristas que traduzcan el pasaje de Joel:
reuniré. en el valle del juicio de Yahvé.
No se debe, pues, insistir sobre la localización de ese famoso
valle, que no es sino un nombre literario simbólico-apocalíptico. La tradición judía dio el nombre del
valle de Josafat a la depresión formada por el torrente Cedrón, al este de Jerusalén.
Los Santos Padres trasladaron la perspectiva de Joel al fin de los tiempos, y han supuesto que el juicio final tendría lugar en ese famoso valle de Josafat. Pero el profeta no habla del juicio al fin de los tiempos,
sino del que debe preceder a la inauguración mesiánica; en ese juicio sólo son
juzgados y condenados los pueblos
gentiles, mientras que los israelitas son reservados para formar parte de la nueva teocracia hebrea.
Nada en el contexto favorece una interpretación del juicio de los
individuos de
toda la humanidad
en el día del juicio universal al fin de los tiempos; no obstante, este juicio anunciado por Joel puede ser
tipo del universal.
Las naciones paganas serán juzgadas por los atropellos que han cometido con el pueblo elegido:
litigaré con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción (v.2), o territorio palestino. Evidentemente, el profeta alude aquí a las incursiones de los moabitas, amonitas y edomitas, que hicieron en el antiguo territorio de Israel después que sus habitantes fueron deportados a Mesopotamia a raíz de la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. Los vencedores y sus aliados trataron de modo indigno a la población vencida,
dando un mozo por una prostituta (v.3), e.d., disponiendo de la suerte de los jóvenes de Judá como si fuesen un salario barato destinado a las cortesanas. Y los mismos dispusieron de las
doncellas como si fueran el precio bajo que se da
por vino que se bebían. Las dos comparaciones sirven para resaltar el desprecio con que los enemigos de Judá trataron a la población vencida.
Yahvé alcanzará en su juicio condenatorio a todas las naciones paganas1, incluso las omnipotentes
Tiro y Sidón, que parecen alejadas ahora del escenario de la guerra. Es inútil que quieran librarse del castigo, y sobre todo no podrán hacer nada contra Yahvé, que se dispone a castigar a los pueblos enemigos de Judá, porque, si lo intentan, recibirán el merecido: Si
queréis vengaros de mí (Yahvé),
al punto haré retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza (contra Yahvé) (v.4). Es un modo de decir que también los filisteos y los fenicios caerán
dentro de la sentencia dictada por Yahvé contra los enemigos de Judá, las naciones circunvecinas, Edom, Amón y Moab. Yahvé les echa en cara que, como mercaderes sin escrúpulos, se han aprovechado de la situación de derrota de Judá para cometer expoliaciones sacrilegas
(os apropiasteis mi oro y mi plata, v.5), vendiendo a los hijos
de Judá a los hijos de los griegos (v.6). Se sabe por los autores clásicos que los esclavos sirios eran muy buscados por los griegos 1. Los fenicios tenían especiales relaciones comerciales con las costas griegas; por eso, el tráfico de esclavos se dirigía especialmente a esta zona mediterránea. Yahvé les amenaza con pagarles en la misma medida, pues hará que los judíos vendan los hijos de los fenicios a los
sábeos, nación apartada, al sudoeste de la península arábiga, con los que tenían tráfico comercial a través de las rutas caravaneras de TransJordania 2.
Enfáticamente se desafía a todos los pueblos enemigos de Judá para que vengan a luchar con el pueblo de Dios.
Antes había anunciado Yahvé que iba a reunir a las gentes en el valle de Josafat; ahora los invita irónicamente a presentarse. Deben
proclamar la guerra santa (v.9) para luchar contra Yahvé, el Dios de los judíos. La frase es irónica y desafiante.
La guerra santa es aquí equivalente a guerra total; por eso les invita a cambiar sus instrumentos agrícolas de paz en instrumentos de guerra:
¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! (v.10). La idea que late en la expresión irónica es que todo será poco para luchar con Yahvé y no bastarán los depósitos normales de espadas para la gran batalla. Todos los componentes de las naciones, no sólo los guerreros de oficio, deben aprestarse al combate:
diga el flaco: ¡Yo soy valiente! La victoria de Yahvé debe ser total, y por eso no debe faltar ninguno a la cita del combate, para que resplandezca la fuerza del Dios de los judíos. Yahvé aparece nervioso porque no acaban de concentrarse en el lugar de la batalla, y los excita al encuentro:
Precipitaos y venid. (v.11).
Una vez que el ejército enemigo está concentrado para medir sus armas con Yahvé, el profeta pide a Yahvé que descienda al campo de batalla con su ejército celestial, sus ángeles, que han de luchar por su causa:
Haz bajar, ¡oh Yahvé! a tus valientes (v.11). Yahvé responde diciendo que antes deben reunirse todos los enemigos:
que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat (v.12). La dramatización llega a su punto culminante. Yahvé va a dar el
juicio condenatorio sobre todas las gentes, e invita a sus cohortes celestiales a iniciar el estrago:
Meted la hoz, que está madura la mies. Pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas. Las naciones, por su
maldad, están maduras para la siega trágica del juicio de Yahvé, y han acumulado tantos pecados, que
se desbordan las cubas. El mejor comentario a esta escena terrorífica es el texto de
Isa_63:1-6 : ¿Quién es aquel que avanza enrojecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero., avanzando en toda la grandeza de su poder? ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo solo, y no había nadie enemigo de las gentes. He pisado con furor, he hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ropas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza. y aplasté a los pueblos en mi ira y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su sangre. Tanto en Isaías como en Joel, los pueblos pecadores son exprimidos como en un lagar. Las imágenes son radicales e hiperbólicas, conforme al ardor de una imaginación oriental sobreexcitada. Por otra parte, el carácter apocalíptico del pasaje exige tonos descriptivos subidos e impresionantes.
Joel cierra el fragmento reflejando el rumor de los pueblos reunidos en el valle del juicio 3: muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio.
El día de Yahvé, al principio, se anunciaba como el día del castigo de los pecadores de Judá. La invasión de las langostas fue el signo precursor del castigo. Pero la penitencia sincera del pueblo hizo que Yahvé perdonara a su pueblo y el castigo se tornara sobre los pueblos enemigos de Judá. La primera perspectiva cambia, y el profeta, para animar a sus compatriotas a sufrir los duros días de prueba posteriores a la repatriación, les anuncia que habrá un juicio definitivo sobre todas las naciones que han contribuido a la ruina del pueblo elegido.
Después del juicio vendrá la era mesiánica, como anuncia a continuación.
Para medir el alcance de las predicciones de Joel no debemos perder de vista el carácter apocalíptico del pasaje, y, dejando de lado las hipérboles y frases radicales, buscar la medula teológica del mensaje:
Dios salvará a su pueblo arrepentido y castigará a los pecadores. Toda la dramatización de las escenas del
valle de Josafat debemos considerarla como puro artificio literario. De hecho sabemos que esa aparatosa concentración de las naciones no se dio
antes de la inauguración mesiánica. Aquí tenemos que acudir al modo de presentar los profetas el reino mesiánico. Conforme a la expectación del ambiente, presentaban al Mesías como un Rey triunfador que había de aplastar a los enemigos (como el alfarero a sus vasos)4, y a Israel organizado en esplendoroso reino
bajo la ley dé la justicia divina. En este supuesto conciben también un
juicio previo sobre las naciones para vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo elegido.
La realización histórica fue muy otra.
El Mesías fue humilde y manso de corazón 5, y su reino no era de este mundo. El mismo Bautista, precursor inmediato del Mesías, no captaba los modos suaves de Jesucristo, y predicaba una penitencia brusca y deshumanizada, conforme a los cánones del más rabioso ascetismo oriental. Anunciaba también un juicio selectivo sobre los mismos judíos; Dios tenía en la mano el arnero para limpiar su era.
Cristo dice que El no vino a juzgar6, s
ino que cada uno se juzga a sí mismo en la actitud que tome de aceptación o repulsa frente a su persona y doctrina. He ahí de hecho en qué terminó el
juicio discriminativo anunciado por los profetas. Una vez más tenemos que repetir que los profetas, a pesar de ser iluminados con revelaciones especiales directas de Dios, eran mentalidades del A.T., y, si bien conocían el
hecho de la venida del Mesías y
de la inauguración del reinado de justicia, no conocían el modo de esta nueva teocracia puramente espiritual, el reino de los cielos predicado por Jesucristo. La única profecía que llegó a captar más el
modo de la realización histórica del mesianismo inaugurado por Cristo fue la de los cánticos del
Siervo de Yahvé, en los que se da de lado a todas las concepciones tradicionales sobre un Mesías glorioso y Rey terrenal
y se presenta una figura del Mesías que parece tomada de los evangelios.
Seguridad y prosperidad del pueblo elegido (16-21).
16 Ruge Yahvé desde Sión y hace oír su voz desde Jerusa-lén; los cielos y la tierra se conmueven, pero Yahvé será un refugio para su pueblo y una fortaleza para los hijos de Israel 17 Y sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, moradores de mi monte santo, y santa será Jerusalén y no pasarán por ella los extraños. 18 Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados; correrán las aguas por todas las torrenteras de Judá y brotará de la casa de Yahvé una fuente que regará el valle de Sitim. 19 Egipto se trocará en desolación, y Edom se convertirá en asolado desierto, por el cruel trato a los hijos de Judá, derramando en su tierra sangre inocente. 2° Pero Judá será por siempre habitado, y Jerusalén por generaciones y generaciones. 21 Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y Yahvé morará en Sión. Después del juicio
punitivo sobre las naciones, se inaugura solemnemente la era mesiánica, como consecuencia
del poder omnímodo de Yahvé, que ha vencido a los enemigos. de Judá:
Ruge Yahvé desde Sión..(v.16) 7. Todos los pueblos, y hasta los cielos,
se conmueven ante el rugido de la voz de Dios, que lanza su veredicto de condenación sobre las naciones. Pero este.
rugido de condenación para los gentiles es al mismo tiempo el clarinazo solemne
que anuncia la salvación de los judíos, cuyo refugio es Yahvé. Es la inauguración solemne de la era venturosa mesiánica soñada y anhelada por las generaciones pasadas.
Jerusalén será entonces una cosa santa, de suerte que no volverá a ser hollada y contaminada por los extranjeros:
no pasaran por ella los extraños (v.17)8.
Y con la seguridad que dará la protección divina, vendrá la abundancia como consecuencia de las bendiciones de Yahvé:
en aquellos días destilarán mosto los montes. (v.18) 9. Si en otro tiempo sufrieron la sequía y la penuria, ahora la perspectiva es muy otra, pues los
wadys o torrenteras, antes secos, se llenarán de copiosas aguas. Pero, además, una fuente
brotará de la casa de Yahvé que regará el valle de Sitim (v.18). Es la misma concepción de Ezequiel y de Zacarías. En el nuevo orden de cosas, la misma naturaleza se transformará, y el
centro de todas las bendiciones sobre el país será el templo, la casa de Dios. Ezequiel anuncia que ese torrente que procede del templo vivificará el mar Muerto, dotándole de una prodigiosa fecundidad 10. Según Zacarías, las aguas irán al oriente y al occidente n. Aquí Joel anuncia que una nueva feracidad exorbitante surgirá por doquier como consecuencia de la abundancia de aguas. El
valle de Sitim aparece en la Biblia al este del Jordán 12, ya en territorio moabita. Algunos comentaristas prefieren traducir
valle de las acacias, y buscan su localización en la zona esteparia del Araba, en la depresión que desciende desde el mar Muerto al golfo elanítico.
En contrapartida a las bendiciones de que gozará Judá, sus enemigos tradicionales, como Egipto y Edom, sufrirán los rigores de la ira divina, pues sus tierras se convertirán en
desolado desierto (v.19). Y la razón de este castigo especial para estas dos naciones estriba en que se han ensañado con los judíos,
derramando sangre inocente, después de la catástrofe del 586 a.C. Yahvé no puede dejar impune tales crímenes (v.21).
Es el Dios de la justicia, y, como tal, castiga al culpable y salva al inocente.
1 El tráfico de esclavos es reprochado reiteradamente a Tiro en los profetas (cf.
Amo_1:9;
Eze_27:13;
1Ma_3:41; 2 Mac 8.11). 2 Cf.
1Re_10:2.10;
Jer_6:20. 3 La valle de palabra hebrea
jarus, que hemos traducido por
juicio o decisión (los LXX: en el vane ,áï la victoria), es traducida por algunos: del
machucamiento. Pues jarus en
Isa_27:27;
Amo_1:3, significa el instrumento que utiliza el agricultor para batir el trigo. 4 Cf.
Sal_2:9. 5
Mat_11:29. 6
Jua_3:17;
Jua_12:47;
1Re_3:18. 7 La expresión Yahvé ruge desde Sión aparece literalmente en
Amo_1:2. 8 Cf. ZacQ.8;
Isa_51:23. 9 En
Amo_9:13 encontramos, más o menos, las mismas expresiones sobre la abundancia edénica de los tiempos mesiánicos. 10 Cf.
Eze_47:1. 11
Zac_14:8. 12 Cf.
Num_25:1;
Jos_2:1; Diq 6:5;
Num_33:49.