Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Josué se despide del pueblo (24:1-15).
1
Josué reunió en Siquern a todas las tribus de Israel y convocó a los ancianos, a los jefes, a los jueces y a los oficiales. Todos se presentaron ante Dios, 2
y Josué dijo a todo el pueblo: He aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Vuestros padres Taré, padre de Abraham y de Najor, habitaron al principio al otro lado del río y servían a otros dioses. 3
Yo tomé a vuestro padre Abraham del lado allá del río, y le conduje a través de toda la tierra de Canaán, y multipliqué su prosperidad, dándole a Isaac. 4
A Isaac le di a Jacob y Esaú, y yo di a Esaú en posesión la montaña de Seír, y Jacob y su hijos bajaron a Egipto. 5
Después envié a Moisés y Aarón y herí a Egipto con mi mano, como en medio de él lo hice, y os saqué de allí. 6
Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el mar Rojo. 7
Clamaron ellos a Yahvé, y Yahvé puso tinieblas entre vosotros y los egipcios y redujo sobre éstos las aguas del mar, que los cubrió. Vuestros ojos han visto lo que yo hice en Egipto y habéis estado largo tiempo en el desierto. 8
Yo os traje a la tierra de los amorreos, que habitaban del otro lado del Jordán, y ellos combatieron contra vosotros. Yo os los entregué en vuestras manos y os posesionasteis de su tierra, y yo los destruí delante de vosotros. 9
Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, se alzó para luchar contra Israel, e hizo llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera. 10
Pero yo no quise dar oídos a Balaam, y él os bendijo repetidamente y yo os libré de las manos de Balac. 11
Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Las gentes de Jericó combatieron contra vosotros, los amorreos, los fereceos, los cananeos, los jéteos, lor guergueseos, los jeveos y los jebuseos, y yo os los puse en vuestras manos.12
Mandé delante de vosotros tábanos, que los echaron delante de vosotros. No ha sido vuestro arco ni vuestra espada. 13
Yo os he dado una tierra que no habéis cultivado, ciudades que no habéis edificado, y en ellas habitáis, y coméis el fruto de viñas y olivares que no habéis plantado. 14
Temed a Yahvé y servidle con integridad, y en verdad, quitad los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto y servid a Yahvé. 15
Y si no os parece bien servirle, elegid hoy a quien queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al lado allá del río, si a los dioses de los amorreos, cuya tierra habéis ocupado. En cuanto a mí y a mi casa toca, nosotros serviremos a Yahvé. El argumento de este último capítulo del libro de Josué abarca los siguientes puntos: 1) Josué convoca a Israel en Siquem; 2) habla al pueblo en nombre de Yahvé (v.2-1s); 3) diálogo entre Josué y el pueblo (v. 16-24); 4) renovación de la alianza (v.25-28).
La alocución que hemos visto en el capítulo anterior tuvo lugar en Silo, en donde se encontraba el tabernáculo con el arca de la alianza. Esta vez la asamblea se reúne en Siquem. Ningún otro lugar más a propósito que éste por estar la ciudad unida a los orígenes del pueblo israelita (
Gen_12:8;
Gen_33:18-20;
Gen_35:4;
Exo_13:19). La ciudad estaba emplazada en el lugar llamado hoy día
Tell Balata, al pie del monte Ebal y a un kilómetro y medio de la actual ciudad de Naplusa. El lugar fue excavado durante los años 1913-1914, reanudando los trabajos E. Sellin en 1926 y G. Welter en 1928.
Siquem era considerada como una ciudad santa; fue destruida por Juan Hircano el año 128 a.C.
No todo el pueblo reunióse en Siquem, sino los jefes, jueces, oficiales de la nación. Todos dice el texto se presentaron ante Dios. La expresión da a entender que estaba allí presente el arca de la alianza, que habitualmente residía en Silo. ¿Fue trasladada a Siquem con motivo de la concentración? Puede ser, y tenemos análogos ejemplos en textos más tardíos (
1Sa_4:3;
2Sa_15:24). Los LXX leen Silo en vez de Siquem,
por creer que fue la asamblea un cultual delante del tabernáculo. Con la frase
ante Dios puede autor sagrado aludir a la santidad del lugar en el que se desarrollo en escenas religiosas en tiempos de los patriarcas y del mismo (
2Sa_8:30).
En este supuesto no sería necesario admitir la presencia del arca en la ceremonia.
Con un rápido bosquejo histórico describe Josué
los designios de Dios sobre su pueblo elegido. No pudo Yahvé hacer más en favor de su pueblo a partir de aquel momento trascendental en que arrancó a Abraham del politeísmo (
Gen_11:26-32;
Gen_12:1-6) hasta el presente, en que conquistó y entregó generosamente a su pueblo una tierra que Israel no había cultivado y unas ciudades
que no había construido. Todas estas muestras de afecto y predilección obligan por sí solas a la justa correspondencia. Dice que Tare y su familia servían a los dioses falsos. Que Abraham antes de su vocación fuese idólatra, no se desprende claramente del texto. Josué deja vislumbrar que la campaña de Jericó fue dura, ganándose gracias a la ayuda divina. Otro dato nuevo es que los tábanos facilitaron a los israelitas la conquista del país. Existía la promesa de que Dios mandaría tábanos contra los enemigos del pueblo, hasta hacer perecer a los sobrevivientes o a los que se escondiesen (
Exo_23:28;
Deu_7:20). Pero la palabra
sireah, tábano, puede interpretarse en el sentido de temor, pánico, que obligó a los enemigos a abandonar el combate (
Deu_10:10). Esta es la interpretación de San Agustín (
Quaest. in Hept.: PL 34:630).
Diálogo entre Josué y el pueblo (24:16-24).
16
El pueblo respondió, diciendo: Lejos de nosotros querer apartarnos de Yahvé para servir a otros dioses, 17
porque Yahvé es nuestro Dios, el que nos sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre; el que ha hecho a nuestros ojos tan grandes prodigios; el que nos ha guardado durante todo el largo camino que hemos recorrido y entre todos los pueblos por en medio de los cuales hemos pasado. 18
Yahvé ha arrojado delante de nosotros a todos los pueblos, a los amorreos, que habitaban en esta tierra. También nosotros serviremos a Yahvé, porque El es nuestro Dios. 19
Josué dijo al pueblo: Vosotros no seréis capaces de servir a Yahvé, que es un Dios santo, un Dios celoso; El no perdonará vuestras transgresiones y vuestros pecados; 20
cuando os apartéis de Yahvé y sirváis a dioses extraños, El se volverá, y después de haberos hecho el bien, os dará el mal y os consumirá. 21
El pueblo respondió: No, no; queremos servir a Yahvé. 22
Y Josué dijo al pueblo: Testigos sois hoy contra vosotros mismos de que habéis elegido a Yahvé para servirle. 23
Quitad, pues, los dioses ajenos que hay entre vosotros y volved vuestros corazones a Yahvé, Dios de Israel. 24
Y el pueblo dijo a Josué: Serviremos a Yahvé, nuestro Dios, y obedeceremos su voz.
De la simple enunciación de los hechos se deducía que Israel no podía reconocer ni adorar a otros dioses que a Yahvé. Todavía el culto a los dioses falsos existía en Israel en el momento en que Yahvé le acababa de entregar la tierra que manaba leche y miel. Cuáles fueran estos dioses, no lo especifica el texto; pero, aparte de algún contacto esporádico en este tiempo con el culto idolátrico de los cananeos, es probable que muchos conservaran los famosos
terafim, o dioses lares, tutelares de las casas, a los que se rendía culto en secreto. Josué, como más tarde Elías (
1Re_18:21), conmina al pueblo para que se decida de una vez a favor o en contra de Yahvé. La comunidad se decide por Yahvé. Josué reconoce que nunca se podrá servir a Dios tal como se merece,
porque es un Dios santísimo; es, además, un Dios celoso, que no admite competidor (
Exo_20:5;
Exo_34:14;
Deu_4:24;
Deu_5:9;
Deu_6:15)
y que castiga duramente el pecado de idolatría.
Renovación de la alianza (Deu_24:25-28).
25
Josué concluyó aquel día una alianza con el pueblo y le dio en Siquem leyes y mandatos; 26
y escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios, y, tomando una gran piedra, la alzó allí debajo de la encina que hay en el lugar consagrado a Yahvé. 27
Dijo a todo el pueblo: Esta piedra servirá de testimonio contra vosotros, pues ella ha oído todas las palabras que Yahvé os ha dicho y será testimonio contra vosotros para que no neguéis a vuestro Dios. 28
Y Josué mandó al pueblo que se fuese cada uno a su heredad.
En el c.8 se habló de una reunión en Siquem, junto al altar de Yahvé, edificado sobre el monte Ebal, en donde se concertó una alianza entre Dios y su pueblo. Al término de su reúne de nuevo Josué al pueblo en el mismo lugar. Quizá la renovación de la alianza de que se habla en el c.8 sea idéntica a la que se narra en el presente capítulo. A este pacto de la alianza sigue una nueva imposición de leyes y mandatos que se añadían a la legislación mosaica anterior. La primera parte del v.26:
Y escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios, ha sido interpretada diversamente. En concreto, ¿qué escribió Josué? Muy probablemente las repetidas afirmaciones del pueblo de obligarse con juramento a servir a Dios y obedecerle y observar las leyes de la alianza. Este libro es distinto del libro de la Ley de Moisés (8:31; 23:6); se trata probablemente de un libro
en que se anotaban los dichos y hechos de Josué.
Las promesas hechas de palabra fácilmente podían olvidarse y tergiversarse; escritas, en cambio, recordarían a la posteridad el solemne compromiso de sus padres para con Dios. Para perpetuar la memoria de aquel solemne acto, tomó Josué una gran piedra, que colocó debajo de la encina (
Gen_12:6;
Gen_35:4;
Deu_11:30) que había en aquel lugar sagrado. Era frecuente
levantar una piedra para perpetuar la memoria de un hecho o de un pacto (
Gen_31:46-48;
Jos_22:34); Pero esta piedra, como se dice de manera retórica en el texto tiene oídos
y ha escuchado todas las palabras del pueblo (
Jue_9:6); de ahí que en el día de mañana dará ella testimonio contra el puéblo en el caso de que falte a su juramento.
Muerte de Josué (Jue_24:29-31).
29
Después de esto, Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, murió a la edad de ciento diez años. 30
Fue sepultado en la tierra de su posesión, en Tamnat Saré, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gas. 31
Israel sirvió a Yahvé durante toda a vida, de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le Sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yahvé a favor de Israel.
Murió Josué a la edad de ciento diez años. Este número de años pasaba en Egipto por el tiempo perfecto e ideal de vida. El sabio Ptahhotpe dice de sí mismo: No es poco lo que he cumplido en esta tierra; he vivido ciento diez años. Un agradecido discípulo augura a su maestro, como premio dado por la divinidad, ciento diez años de vida. Considerando, con relación a esto, la indicación sobre los años de la vida del José
egipcio y tomándola, además, en relación con las indicaciones de edad de los patriarcas y sobre las genealogías de Gen 5 y 11, parece claro que los números de los años de José y de Josué no tienen valor cronológico, sino simbólico. Tocante a Josué, la cifra quiere significar que él había logrado la talla de su antepasado, pues ambos
han cumplido con la importante tarea que Dios les había confiado1.
Josué fue sepultado en Tamnat Saré, lugar que se identifica generalmente con
Jirbet Tibneh, a unos veinte kilómetros al nordeste de Lidda y a veintinueve de Jerusalén, correspondiendo al emplazamiento de la antigua
Thamna o
Thammatha (1
Mac 9:50).
Sepultura de los restos de José (24:32).
32
Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traíc de Egipto, fueron enterrados en Siquern, en el trozo de tierra que Jacob había comprado por cien quesitas a los hijos de Jamor, padre de Siquern, y fueron propiedad de los hijos de José.
Quiso José que sus restos recibieran sepultura en Canaán (
Gen_50:25). Moisés cuidó de cumplir el juramento que se le hizo en este sentido, al ordenar que los israelitas, al salir de Egipto, llevaran consigo sus huesos (
Exo_13:19). Que recibieron sepultura en Siquem, en el trozo comprado por Jacob por el precio de cien que-sitas (
Gen_33:18-19). La palabra hebraica quesita, moneda en curso en los tiempos patriarcales (
Job_42:11), significa propiamente
cordero, pecus, de donde se ha derivado el término
pecunia (Dhorme). Según otros,
quesita significaba un determinado peso de oro o plata. Al pie del monte Ebal, en Siquem, se enseña todavía hoy el sepulcro de José.
Muerte y sepultura de Eleazar (Job_24:33).
33
Eleazar, hijo de Aarón, murió y fue sepultado en Gueba ciudad de Finés, su hijo, a quien había sido dada, en la montaña de Efraím.
Eleazar ocupa un lugar destacado en la distribución de Canaán, No indica el texto el tiempo y el lugar de su defunción. El autor sagrado, en fuerza del carácter esquemático del libro, consigna el hecho de su muerte para señalar el fin de un glorioso período en la historia del pueblo de Israel, cuyos protagonistas principales fueron Josué y Eleazar. Fue sepultado Eleazar en la colina de Finés, en la montaña de Efraím. El libro de Josué se acaba con la triple sepultura de José, Josué y Eleazar.
1
The List of Levitic Cities: Louis Ginzberg Volume (New York 1945) 49-73.
1 Sobre este capítulo véase J. De Fraine,
De Alian Rubenitarum: VD 25 (1947) 301-313·
1 Schildenberger, Los Géneros Literarios l.c., 138-139.