Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
15. Leyes Relativas a los Sacrificios.
E n este capítulo encontramos una serie de leyes al estilo del Levítico que han sido puestas aquí sin conexión histórica con el relato, pues son dadas para el tiempo en que Israel esté ya en Canaán.
Oblaciones de Harina y Libaciones en los Sacrificios (1-16).
1
Yahvé habló a Moisés, diciendo: 2
Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra de vuestra habitación, que yo voy a daros, 3
y hagáis a Yahvé ofrenda de combustión, holocausto o sacrificio para cumplir un voto, o de vuestra voluntad, o en una de vuestras solemnidades, presentando a Yahvé suave olor en bueyes u ovejas, 4
quien haga ofrenda a Yahvé le presentará una ofrenda de flor de harina, un décimo de efá amasada con un cuarto de hin de aceite, que añadirá al holocausto o al sacrificio, 5
y un cuarto de hin de vino para la libación por cada cordero. 6
Si es por carnero, añadirá por cada uno la ofrenda de dos décimas de efá de flor de harina amasada con un tercio de hin de aceite; 7
y presentará un tercio de hin de vino para la libación, perfume grato a Yahvé. 8
Si fuere de buey el holocausto, ya en cumplimiento de voto, ya de sacrificio pacífico a Yahvé, 9
presentará, a más de él, a Yahvé, como ofrenda, tres décimas de efá de flor de harina amasada con medio hin de aceite, 10
y medio de vino para la libación, combustión de olor agradable a Yahvé. 11
Así hará por cada buey, carnero o cabrito. 12
Cualquiera que sea el número de las víctimas que ofrezcáis, eso haréis por cada una. 13
Así lo harán todos los naturales al ofrecer víctimas de combustión en olor grato a Yahvé. 14
Y si en vuestras generaciones un extranjero que habite en medio de vosotros o esté entre vosotros ofreciera ofrenda de combustión, de suave olor a Yahvé, lo hará como lo hagáis vosotros. 15
Una misma ley regirá ante Yahvé para vosotros, los de la congregación, y para el extranjero que con vosotros mora. 16
Una misma ley, un mismo derecho tendréis entre vosotros y el extranjero que habita entre vosotros.
El Levítico distingue muy claramente entre el
sacrificio, que es la inmolación de una víctima, y la
oblación de harina, vino, etc. En esta perícopa se determina la
oblación u ofrenda que debe acompañar al sacrificio de un cordero o cabrito (v.4-5), de un carnero (v.6-7) o de un buey (v.8-11). Las especies de ofrenda (harina, aceite y vino) son iguales para cualquier sacrificio, pero la cantidad crece con el volumen de las víctimas. Para un cordero o cabrito, una décima de
efá de harina (unos 3,60 litros) con un cuarto de
hin de aceite (1,60 litros) o de vino1
; para un carnero, doble cantidad de harina con un tercio de
hin de aceite y vino; pero, si la víctima es un buey, la cantidad de harina se triplica y se duplica el aceite y el vino. Esto parecía natural. Los hebreos no habían caído en el grosero concepto de que Dios comía las ofrendas que se le hacían, como aquellos de quienes tan donosamente se burla el profeta Daniel2. Sin embargo, las prescripciones de la Ley aquí y en otros lugares paralelos están inspiradas en las costumbres religiosas generales, y parecen concebir este acto de culto como si con él se quisiera ofrecer un banquete a Dios. Contra tal concepción, que pudiera ser la de las gentes rudas, protesta el salmista cuando dice: ¿Como yo, acaso, la carne de los toros? ¿Bebo yo, acaso, la sangre de los carneros? Ofrece a Dios sacrificios de alabanzas y cumple al Señor tus votos.3 Esto refleja un estadio cultural superior. La Ley es válida para los israelitas y los
extranjeros que vivan con ellos y se sometan como agregados a las leyes de Israel. Es el
ger o extraño de otra tribu que abandona los suyos para acogerse a la hospitalidad de otra. Esto en la vida de los nómadas; entre los israelitas, el
ger queda asimilado al pueblo de Dios, con los mismos derechos y deberes (v.16).
Es un principio de universalismo que culminará en los tiempos mesiánicos4
.
La Ofrenda de las Primicias (17-21).
17
Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 18Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra a la cual os llevo,19
cuando comáis el pan de esa tierra, ofreceréis de él oblación a Yahvé. 20
Como primicia de vuestra masa ofreceréis un pan, del mismo modo que ofreceréis las primicias de vuestra era. 21
De las primicias de vuestras masas ofreceréis oblación a Yahvé en vuestras generaciones.
Es claro el simbolismo de las primicias como reconocimiento de que los frutos de la tierra son don de Dios. Ya en
Gen_4:35 se dice que Caín y Abel ofrecían las
primicias, el uno de sus campos, y el otro de sus rebaños. Esto era ley en Israel5. Con la oblación de estas primicias a Dios, el hombre se creía autorizado para hacer uso del resto de los frutos. En esta perícopa se determina la forma en que se debe hacer la ofrenda de los primeros panes amasados con el trigo de la cosecha. Esta oblación de los primeros panes, según
Lev_23:155, debía hacerse en la fiesta de Pentecostés. San Pablo nos había de las primicias del pueblo de Israel, que eran santas y prueban la santidad de la masa,
la cual vendrá también a Cristo cuando la plenitud de las naciones hubiese entrado en la Iglesia6
.
La Expiación por los Pecados (22-31).
22
Si por inadvertencia faltareis, no poniendo por obra todos estos mandamientos que Yahvé os ha dado por Moisés, 23
todo lo que Yahvé os ha mandado por Moisés desde el día en que para vosotros lo dispuso, para todas vuestras generaciones en adelante, 24
entonces la inadvertencia cometida por la congregación será expiada por la ofrenda de ella toda, de un novillo en holocausto de suave olor a Yahvé, con la oblación y la libación ritual, y un macho cabrío por el pecado. 25
El sacerdote haga la expiación por toda la congregación de los hijos de Israel, y les será perdonado, porque fue por ignorancia y han presentado a Yahvé su ofrenda de combustión y la víctima expiatoria por su inadvertencia ante Yahvé. 26
Y le será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel y al extranjero que en medio de ellos habita, porque del pueblo todo fue la inadvertencia. 27
Si el que por inadvertencia pecó fuese uno solo, ofrecerá un cabrito primal por el pecado, 28
y el sacerdote hará la expiación ante Yahvé por el que pecó por inadvertencia, para expiarle, y le será perdonado. 29
Para el indígena de los hijos de Israel y para el extranjero que habita en medio de vosotros tendréis la misma ley cuanto al pecado cometido por inadvertencia. 30
Pero cualquiera que sea, indígena o extranjero, el que con altiva mano obrara, ultrajando a Yahvé, 31
ése será enteramente borrado de en medio de su pueblo; por haber menospreciado la palabra de Yahvé y haber traspasado su mandato, será exterminado y llevará sobre sí su iniquidad.
En Lev c.4-5 se exponen los ritos de los sacrificios expiatorios; aquí se trata de la expiación de los pecados de ignorancia o
inadvertencia en que incurren el pueblo o los particulares. En nuestra teología moral distinguimos los pecados graves y los leves. Estos pueden serlo por la parvedad de materia, por la imperfección del conocimiento o advertencia y por la del consentimiento. En las religiones antiguas, en materia de ritos, los dioses exigían su exacta observancia, y tenían por pecado cualquier infracción del ceremonial, aunque fuera por inadvertencia o ignorancia. En
Lev_4:2;
Lev_4:132Cr_22:27 se habla también de los sacrificios por el
pecado, que son los sacrificios por los pecados cometidos por
ignorancia. En la presente perícopa se trata de la expiación de aquellos pecados de inadvertencia contra cualquiera de los mandamientos que Yahvé ha dado por medio de Moisés (v.15).
También aquí se distinguen los pecados de la congregación de Israel y los de los particulares. El pecado del pueblo se expiará con el sacrificio de un novillo y de un macho cabrío, acompañados de la correspondiente oblación; para la expiación del pecado de un particular, éste ofrecerá el sacrificio de un cabrito. Pero aquí, como en la perícopa de las ofrendas, la Ley es una para el israelita y para el extranjero que habita en medio de Israel (v.29). El hecho de habitar en la tierra de Yahvé le confiere el derecho de tomar parte en su culto. Este precepto, que varias veces hallamos consignado en la Ley, es un dato no despreciable para interpretar los preceptos en que se ordena el exterminio de los cananeos. Es cierto que a veces se reprende a los hebreos por no haber cumplido este mandato; pero este precepto supone no el incumplimiento de la Ley, sino el hecho de que los hebreos ocuparon la tierra por fuerza, y, por consiguiente, con la muerte de parte de la población cananea, mas no con el exterminio total de la población.
Al pecado de
inadvertencia se contrapone el de
rebeldía o contumacia (con mano altiva, v.30), el que se opone sistemática y a sabiendas a los preceptos divinos, ultrajando a Yahvé. Para este tal, sea israelita o extranjero, no hay expiación: será borrado de en medio del pueblo, es decir, condenado a muerte. Algunos autores, sin embargo, sostienen que aquí se trata de una
excomunión: serán borrados del censo que Dios guarda de los ciudadanos de su pueblo, a quienes tiene hechas sus promesas y de quienes tiene especial providencia. Los quebrantadores del precepto de modo obstinado, con mano altiva, serán considerados como extraños al pueblo escogido, como excomulgados. Que no haya rito expiatorio, no significa que no haya perdón. Los profetas exhortan de continuo a la penitencia,
y ofrecen el perdón a los arrepentidos que lo piden con sinceridad7
.
Se ve que la
mano alzada simboliza los pecados audaces y escandalosos, que se oponen abiertamente a la autoridad del rey de Israel, y que los poderes públicos deben castigar con la muerte. Por oposición a estos grandes crímenes, cometidos con imperdonable malicia, el error (inadvertencia) abraza el vasto campo de faltas más o menos graves, más o menos voluntarias, que tienen su fuerte en la fragilidad humana. Este campo no se restringe a las faltas de pura inadvertencia: entre la malicia audaz que levanta la mano contra Dios y la inconsciencia absoluta, hay innumerables grados de culpabilidad que necesitan expiación.8
El Violador del Sábado (32-36).
32
Sucedió, cuando estaban los hijos de Israel en el desierto, que encontraron a un hombre recogiendo leña en sábado; 33
y los que le encontraron le denunciaron a Moisés y a Aarón y a toda la asamblea; 34
y le encarcelaron, porque no había sido todavía declarado lo que había de hacerse con él. 35
Yahvé dijo a Moisés: Sin remisión, muera ese hombre. Que lo lapide el pueblo todo fuera del campamento. 36
Y fue llevado fuera del campamento y lapidado, como se lo mandó Yahvé a Moisés.
Toda la Sagrada Escritura nos da testimonio de la importancia que tiene el precepto sabático en el pueblo israelita. La concepción del precepto es varia. En el Deuteronomio se funda en un sentimiento de humanidad para con la gente trabajadora, pero el texto
insiste en el carácter
sagrado del sábado en virtud de la bendición de Dios y de su descanso después de la creación del mundo en seis días. Esta concepción es la que vemos prevalecer entre los judíos de la época evangélica9. En virtud de este criterio, el sábado es un signo de la alianza de Yahvé con su pueblo, y, por tanto, el que lo quebrante se hace reo de la infracción del pacto divino, y comete, por tanto, un pecado contra Dios y el pueblo, cuya salud está ligada al pacto con su Dios10. Por lo mismo, consideramos esta sanción capital como una consecuencia de considerar el sábado como algo sagrado. Pero los profetas nos hablan con frecuencia de la profanación del día santo11. En muchos casos, la pena con que se sanciona un pecado, y que suele ser la pena capital, sólo sirve, en la intención del autor sagrado, para significar el aprecio que hace del precepto sabático, y que quiere inculcar en el pueblo. Pero en la legislación primitiva del desierto existía realmente la pena de muerte para el violador del sábado12, sanción que se fue atenuando con el tiempo, y de hecho posteriormente no se cita ningún caso en que el infractor sea castigado con la pena capital.
El Distintivo de los Hebreos (37-41).
37
Yahvé habló a Moisés, diciendo: 38
Habla a los hijos de Israel y diles que de generación en generación se hagan flecos en los bordes de sus mantos, y aten los flecos de cada borde con un cordón de color de jacinto, 39
para que les sirva, cuando lo vean, para acordarse de todos los mandamientos de Yahvé, para que los pongan por obra, sin irse detrás de los deseos de su corazón y de sus ojos, a los que se prostituyen; 40
porque así, acordándoos de mis preceptos y poniéndolos por obra, seréis santos a vuestro Dios.41
Yo, Yahvé, vuestro Dios, que os ha sacado de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, Yahvé, vuestro Dios.
Dios impone un distintivo a los israelitas para que se diferencien de los gentiles y para que se acuerden de sus mandamientos: unos flecos en los mantos, recogidos por un hilo de jacinto13. Era un distintivo que
les recordaba su pertenencia al pueblo de Dios, lo que exigía fidelidad a los mandamientos divinos. Esta ordenación, pues, debe ser una costumbre antigua a la que se da posteriormente un sentido religioso. Según Herodoto, los egipcios llevaban vestidos de lino con flecos sobre las piernas14. En los bajorrelieves asirios, los altos personajes llevan flecos en sus mantos15. En tiempo de Cristo, los judíos presumían de estos flecos, que traían largos para dar impresión de mayor fidelidad a la Ley, y el mismo Cristo traía estas orlas en su manto16. Aún hoy día los judíos en las sinagogas llevan mantos con flecos17.
1 El
efá era la décima parte de un
jómer, que equivalía a unos 360 litros (la carga de un asno:
jamor)
. Así, el
efá equivalía a unos 36 litros o algo más. El hin, medida de líquidos, equivalía a unos 6,50 litros. Véase Barrois,
La métrologie dans la Bible: RB (1931) 212;
Verbum Dei I 274. 2 Dan 14:1ss. 3 Sal 49.135. 4 Cf.
Lev_16:29;
Lev_16:31;
Lev_16:17;
Lev_18:26;
Lev_22:18-20. 5
Lev_23:15-17. 6
Rom_11:16. 7 Cf.
Isa_1:18;
Sal_51:9. 8 Médébielle, L'expiation dans l´ A. et le N. Testament 85. 9
Mar_2:23s. 10
Exo_31:14. 11
Isa_56:2;
Isa_58:13;
Jer_17:21s;
Eze_13:16;
Eze_13:21. 12 Algunos autores suponen que este episodio y el del blasfemo de
Lev_24:10-23 ha sido inventado por el autor de un texto
midráshico para encarecer la observancia del sábado, pero nada se opone en el contexto a la historicidad del hecho. 13 Véase DB II 2394-2398. 14 Herodoto, II 18. 15 Véase RB (1921) 522. 16
Mat_9:20;
Luc_8:44. 17 Cf. F. Stephens,
The ancient significance of sisith: Journal of hiblical literature (1931) 59-71.