I Reyes 11, 14-40


Rebeliones contra Salomón

Así, el Señor le suscitó a Salomón un adversario: Hadad, el idumeo, de la estirpe real de Edom. Cuando David derrotó a Edom, al ir Joab, general en jefe, a enterrar a los muertos, mató a todos los varones de Edom. Joab y el ejército israelita estuvieron acantonados allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones de Edom. Pero Hadad logró huir a Egipto con unos cuantos idumeos, funcionarios de su padre. Hadad era entonces un chiquillo. Partieron de Madián y llegaron a Farán. Se les agregaron algunos de Farán, entraron en Egipto y se presentaron al Faraón, rey de Egipto, que les dio casa, les aseguró el sustento y le concedió tierras. Hadad se ganó completamente el favor del Faraón, que lo casó con su cuñada, la hermana de la reina Tafnes. Su mujer le dio un hijo, Guenubat, y lo crió en el palacio del Faraón, con los hijos del Faraón. Cuando Hadad se enteró en Egipto de que David se había reunido con sus antepasados y que había muerto Joab, general en jefe, pidió al Faraón:
– Déjame ir a mi tierra. El Faraón le respondió:
– Pero, ¿qué te falta junto a mí, que pretendes irte ahora a tu tierra?
Hadad le dijo:
– Nada. Pero déjame ir. Y éste es el mal que hizo Hadad: reinó en Edom y no dejó en paz a Israel. También suscitó el Señor como adversario de Salomón a Rezón, hijo de Elyadá, que se le había escapado a su amo Adadhézer, rey de Sobá; se le juntaron unos cuantos hombres y se hizo jefe de guerrillas; y mientras David destrozaba a los sirios, él se apoderó de Damasco, se estableció allí y llegó a ser rey de Damasco. Fue adversario de Israel durante todo el reinado de Salomón. Jeroboán, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón se rebeló contra el rey. La ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el terraplén para rellenar el foso de la Ciudad de David, su padre. Jeroboán era un hombre de valer, y Salomón, viendo que el chico trabajaba bien, lo nombró capataz de todos los cargadores de la casa de José. Un día salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán:
– Recoge diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; pero una tribu será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel; porque me ha abandonado y ha adorado a Astarté, diosa de los fenicios; a Camós, dios de Moab; a Malcón, dios de los amonitas, y no ha caminado por mis sendas practicando lo que yo apruebo, mis mandatos y preceptos, como su padre, David. No le quitaré todo el reino; lo mantendré de jefe mientras viva en consideración a mi siervo David, a quien elegí, que guardó mis leyes y preceptos; pero a su hijo le quitaré el reino y te daré a ti diez tribus. A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre. En cuanto a ti, voy a elegirte para que seas rey de Israel, según tus ambiciones. Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice con David. Te entregaré a Israel y humillaré a los descendientes de David por esto, aunque no para siempre. Salomón intentó matar a Jeroboán, pero Jeroboán emprendió la fuga a Egipto, donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.
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