Daniel  14, 33-37

En Judea vivía el profeta Habacuc. Aquel día había preparado un guiso, puesto pequeños trozos de pan en una canastilla y marchaba al campo para llevárselo a los que estaban cosechando. El ángel del Señor ordenó a Habacuc:
–Ese almuerzo llévaselo a Daniel, que está en Babilonia, en el foso de los leones. Habacuc respondió:
–Señor, ni he visitado Babilonia ni conozco ese foso. Entonces el ángel del Señor lo agarró por la cabeza y con el ímpetu de su Espíritu, lo llevó hasta Babilonia sujeto por los cabellos y lo depositó frente al foso. Habacuc gritó:
–Daniel, Daniel, toma el almuerzo que te envía Dios.
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