Daniel  12, 1-13


Resurrección y salvación
Is 24– 27; Ez 38s; Jl 3s

Entonces se levantará Miguel,
el arcángel
que se ocupa de tu pueblo:
serán tiempos difíciles,
como no los hubo
desde que existen las naciones
hasta ahora.
Entonces se salvará tu pueblo:
todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen
en el polvo despertarán:
unos para vida eterna,
otros para ignominia perpetua. Los maestros brillarán
como brilla el firmamento,
y los que convierten a los demás,
resplandecerán como estrellas,
perpetuamente. Tú, Daniel, guarda estas palabras y sella el libro hasta el momento final. Muchos lo repasarán y aumentarán su saber. Yo, Daniel, vi a otros hombres de pie a ambos lados del río. Y pregunté al hombre vestido de lino, que estaba sobre el agua del río:
–¿Cuándo acabarán estos prodigios? El hombre vestido de lino, que estaba sobre el agua del río, alzó ambas manos al cielo y le oí jurar por el que vive eternamente:
– Un año y dos años y medio. Cuando acabe la persecución del pueblo santo, se cumplirá todo esto. Yo oí sin entender y pregunté:
– Señor, ¿cuál será el desenlace? Me respondió:
– Sigue adelante, Daniel. Las palabras están guardadas y selladas hasta el momento final. Muchos se purificarán, blanquearán y perfeccionarán; los malvados seguirán en su maldad, sin entender; los maestros comprenderán. Desde que supriman el sacrificio cotidiano y coloquen el ídolo abominable pasarán mil doscientos noventa días. Dichoso el que aguarde hasta que pasen mil trescientos treinta y cinco días. Tú vete y descansa. Te levantarás a recibir tu destino al final de los días.
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