Deuteronomio  11, 10-16

La tierra adonde te diriges para conquistarla no es como la tierra de Egipto, de donde saliste: allí sembrabas tu semilla y luego tenías que regar con tu pie, como se riega una huerta. En cambio la tierra adonde cruzas para tomarla en posesión es una tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo; es una tierra de la que el Señor, tu Dios, se ocupa y está siempre mirando por ella, desde el principio del año hasta el fin. »Si escuchas y obedeces los preceptos que yo te mando hoy, amando al Señor, tu Dios, y sirviéndole con todo el corazón y con toda el alma, yo mandaré a tu tierra la lluvia a su tiempo: la lluvia temprana y la tardía; cosecharás tu trigo, tu mosto y tu aceite; yo pondré hierba en tus campos para tu ganado, y comerás hasta hartarte. »Pero, tengan cuidado, no se dejen seducir ni se desvíen sirviendo a dioses extranjeros y postrándose ante ellos;
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